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Urbanismo

Familias que dejan su huella en la ciudad: los Párraga

En los nombres de La Habana se perpetúan apellidos como Lawton, Kohly, Santos Suárez, Pogolotti, Larrazabal y Párraga. De este último habla este artículo.

Madrid
Villa Isabel, en la esquina de 10 de Octubre y Carmen, actualmente Casa de Cultura.
Villa Isabel, en la esquina de 10 de Octubre y Carmen, actualmente Casa de Cultura. Flickr

Muchos son los nombres que quedan unidos a la historia de una ciudad como La Habana. Por lo general, en la memoria popular prevalecen los de los políticos y hombres de negocios que han promovido, gestionado o financiado las obras constructivas. Casi nunca se recuerdan los de los arquitectos y urbanistas que las diseñaron. Tiene esto mucho que ver con la visibilidad que se le da a la labor de unos y otros, al mensaje de poder que transmite quien la encomienda y a su vínculo con la propiedad.

En ocasiones ha quedado como testigo el nombre del promotor en la denominación del barrio o en algunas de sus calles. De este modo se han perpetuado en La Habana apellidos como Lawton, Kohly, Santos Suárez, Pogolotti, Larrazabal, etc. Uno de los que perdura desde hace más de un siglo es el de la familia Párraga, que contribuyó al avance urbano del sur de la capital.

Descendientes de gallegos emigrados a Cuba en el siglo XVIII, en el siglo siguiente ya atesoraban una importante fortuna. De especial recordación fueron los hermanos José Miguel, Carlos Ignacio y Ángel Justo Párraga. Los dos primeros participaron activamente en la Guerra del 95, pero fue el tercero quien dejó marcado el apellido familiar en la memoria de la capital gracias a su intensa labor inmobiliaria y filantrópica.

En 1903, Ángel Justo Párraga compró la finca Catalina de la Cruz o Las Cruces, ubicada al sur de la Loma de Chaple, en el antiguo camino de Jesús del Monte; y otro terreno al final de esta vía, en la zona de Arroyo Naranjo. La estancia Catalina de la Cruz, estaba definida en mayor medida por las actuales calles 10 de Octubre, Carmen, Felipe Poey y Libertad, aunque el límite oeste llegaba de manera irregular hasta José de la Luz y Caballero, a la altura de la calle Vista Alegre.

Esta propiedad estaba en proceso de urbanización desde 1864. Fue el germen de lo que luego se conocería popularmente como el barrio de La Víbora, y que sumó varias urbanizaciones de otros gestores. A petición de Ángel Justo Párraga, el reparto original de Las Cruces fue ampliado en 1908, y pasó a llamarse Párraga. Esta urbanización no debe confundirse con otra de igual nombre que, junto a su hermano Carlos Ignacio, promovió en la finca familiar de Arroyo Naranjo.

Si bien la primera se caracterizó por la construcción de bellos palacetes de la clase alta cubana, se dice que la segunda fue destinada a obras de caridad, y a manera de barrio para obreros se ofreció el "solar por una peseta". Esta pequeña urbanización definida por las calles Libertad, 10 de Octubre, Enrique y Justo, es la que ha mantenido hasta hoy el nombre original, y la nomenclatura de sus calles constituye un pequeño árbol genealógico de la familia Párraga (Silvia, Fernando, Estela, Sofía, Pilar, Enrique, Isabel, María Luisa, Carlos y Justo).

Como reparto para pobres fue una iniciativa apreciada ya que, a pesar de que la vivienda social fue un tema muy debatido durante esos años, poco se hizo para encausarlo. Desde la gestión privada otro proyecto efectivo fue el reparto Redención (1910) de Marianao, construido por Dino Pogolotti y llamado siempre por su nombre.

Ángel Justo Párraga fue de los cubanos que más apoyó el uso de nombres patrióticos en las calles, práctica que alcanzó mucha fuerza en los primeros años de la República. Por eso, en su parcelación de La Víbora algunas vías antiguas cambiaron su nombre a principios del siglo XX: Príncipe de Asturias (José Miguel Párraga), Marqués de La Habana (Felipe Poey), San Antonio (José María Heredia) y De la Cruz (Libertad).

En este reparto Ángel Justo construyó entre 1903 y 1907 su residencia, un ícono arquitectónico por el que también se ha recordado a la familia. El palacio ecléctico se llamó Villa Isabel en honor a su esposa, Isabel Hernández Boffill, una de las fundadoras de la Cruz Roja cubana. Situado en la esquina de las calles 10 de Octubre y Carmen, desde hace décadas funciona como Casa de la Cultura municipal.

Inicialmente tenía una planta y más terreno de jardines. En 1926, se le construyó el segundo nivel para sumar otros cuatro dormitorios; y en 1947, cuando ya no era residencia, una franja de jardines fue expropiada por el Ayuntamiento para ampliar la calle Carmen. Este espacio ha sido conocido como Plaza Roja y antecede al antiguo Instituto de La Víbora.

La familia Párraga utilizó la casa hasta el año 1939. Tras fallecer Isabel fue rentada al doctor Fernández Miranda, quien instaló allí la clínica Santa Isabel. Cinco años más tarde mudó su clínica a un edificio moderno propio en el reparto Sevillano, el actual policlínico Luis Augusto Turcios Lima. El palacete, sin embargo, siguió funcionando como clínica, entonces rentado al doctor Martínez Corpa y con el nombre de Nuestra Señora de Lourdes, por la escultura de la Virgen que había en la gruta de la fuente del patio trasero. Esta casa es sin duda uno de los inmuebles con valor patrimonial más reconocidos del sur de la ciudad, a pesar de lo cual ha sufrido varias transformaciones y no se encuentra en buen estado de conservación.

Debe decirse que Ángel Justo Párraga no se limitó al cuidado de su negocio de bienes raíces, el cual tenía sus oficinas principales en los bajos del palacete familiar. Una vez urbanizado el terreno, se mantuvo como promotor de los barrios de Jesús del Monte, La Víbora y Arroyo Apolo, impulsando su desarrollo como presidente de la Asociación de Propietarios y Vecinos de los tres barrios y como director de la Revista de La Víbora, órgano oficial de la Asociación desde 1914.

Este eminente cubano, también trabajó como concejal del primer Ayuntamiento del Municipio y fue miembro de la Junta de Educación, lo que demuestra su total implicación con el desarrollo local en diferentes ámbitos. Su apellido afortunadamente ha trascendido, y sigue siendo una excusa para rescatar la memoria de una familia con grandes vínculos y compromiso con su país y su ciudad.

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8 comentarios

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Profile picture for user EM

Muchas gracias, como siempre excelente articulo y muy esperado, yo soy nacido y criado en La Vibora...en la calle Carmen, mi abuelo de Arroyo Apolo, honestamente nunca me pregunte de donde venian los nombres de los barrios, ni las calles... ni quien fue el dueño de "la casa de la cultura" o lo que queda de ella.. seguramente estoy "falsificando" mi memoria, pero recuerdo La Vibora como un barriecito obrero muy lindo, con sus lomas, sus parques.. no quisiera pasar de nuevo...

Profile picture for user pim-pam-pum

En La Víbora había casitas y casonas, también edificios modernos de hasta cuatro plantas. Era agradable vivir ahí, ahora supongo que todo estará muy deteriorado. En la calle Carmen había casas muy bonitas.

Ohhh muy linda historia . Nunca la habia escuchado.
Gracias

Profile picture for user Ana J. Faya

Muy informativo este artículo. Gracias a la autora.

Sugerencia, un artículo sobre algunas casas de las barriadas de Santos Suárez, donde la heterogeneidad presagia el muticulturalismo, como la casa de Amelia Peláez en la calle Estrada Palma, o la holandesa de Heredia entre Estrada Palma y Luis Estévez...

Inolvidable... Gracias a la autora. Excelente labor, muy necesaria.

Profile picture for user pim-pam-pum

Me gustaría saber qué fue de la fuente con el negrito que había al lado de la escalinata que llevaba un farol en la mano y creo que de una bota era de donde salía el agua. De niña me encantaba pararme a ver la imagen con su farol encendido.
Y a la "Plaza Roja" antes se la conocía como Plazoleta del Instituto, de ahí salían unas guaguas que les llamaban "las verdes".
La Víbora, el barrio donde nací y me crié hasta que salí de Cuba.

Profile picture for user Ana J. Faya

Las "verdes" hacían viajes hasta Santiago de las Vegas y eran más baratas. Trataba siempre de ir en ellas hasta el Instituto de la Víbora. Gracias por recordarlo.