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Urbanismo

La Alameda de Paula, en La Habana

Fue el primero de los tres paseos marítimos construidos junto a la bahía de La Habana en tiempos coloniales, y el único superviviente de ellos.

Madrid
Alameda de Paula, La Habana Vieja.
Alameda de Paula, La Habana Vieja. Online Tours

La Alameda de Paula fue el primero de los tres paseos marítimos construidos junto a la bahía de La Habana en tiempos coloniales, y el único superviviente. Hija de los aires modernizadores que impulsaba el avance económico y social de la capital, formó parte de los nuevos servicios y sitios de esparcimiento que renovaron la imagen del puerto y revalorizaron las urbanizaciones inmediatas.

Por su importancia ha sido muy documentada gráficamente. También queda el registro de sus transfiguraciones y las memorias de quienes la han visitado en los últimos 250 años. Gracias a ello se comprueba su forma camaleónica, aspecto que guarda gran interés por la manera en que ha acompañado y definido cada momento histórico.

En el siglo XVIII, La Habana era una ciudad moderna inmersa en los inicios de la Revolución Industrial. Tenía uno de los índices de crecimiento poblacional más altos de América (20%), lo cual era reflejo de su desarrollo económico y actividad industrial y comercial. Su índice poblacional aventajaba incluso al de otras ciudades importantes como Filadelfia, Boston y Nueva York.

Con la ciudad intramural colmada, en extramuros se multiplicaban paseos arbolados, teatros, plazas de toros y hoteles, pues existía mayor disponibilidad de terreno. Sin embargo, al borde de la bahía, epicentro de la vida comercial, también se reconfiguraron algunas secciones de costa como paseos marítimos para disfrutar del entorno marino sin la intermediación de tinglados y otros inmuebles. Así surgieron la Alameda de Paula (1771-1774), la Cortina de Valdés (1841-1843) y el Paseo de Roncali (1848).

Los tres se construyeron sobre la muralla de mar. La Alameda, situada entre Acosta y Paula, quedó enmarcada por dos recientes construcciones: la iglesia y hospital de San Francisco de Paula (1730-1735) y el teatro Principal (1773), primero de su tipo en La Habana.

La Cortina de Valdés estaba entre Empedrado y Chacón, e iba en paralelo al Seminario de San Carlos y San Ambrosio, flanqueada por el Castillo de la Real Fuerza y la Maestranza de Artillería.

Por su parte, el Paseo de Roncali era prolongación de la Alameda de Paula hasta la calle Compostela. El tránsito entre uno y otro estaba marcado por el hospital de Paula, única construcción intermedia entre ambos. En su mitad sur, el Paseo de Roncali perdía la vista al mar por la interposición de los Almacenes San José, construidos en la misma época.

La Alameda de Paula comenzó siendo un modesto terraplén arbolado con pocos álamos y bancos de piedra, pero significó la recualificación de una zona antes denominada "Basurero del rincón". Era entonces la antesala del teatro Principal, además celebraba bailes y banquetes públicos, también habituales en los barcos anclados en la bahía y en algunas residencias de la zona. Su construcción fue sufragada por donativos de los vecinos y lo recaudado en el ramo de multas. También se le construyó una casilla para la venta de comidas y bebidas, cuyo alquiler era empleado en el mantenimiento de la Alameda.

En la primera mitad del siglo XIX, la Alameda de Paula fue objeto de continuas remodelaciones que paulatinamente la convirtieron en el más hermoso paseo marítimo de la capital, muy en consonancia con los preceptos del neoclasicismo. Entre las primeras mejoras estuvieron la incorporación de alumbrado, de una fuente de agua para uso de los vecinos y del puerto y su pavimentación con losas de granito azul provenientes de EEUU. También se alzó por encima del nivel de la calle y se jerarquizaron sus accesos con amplias escalinatas.

A este periodo corresponde el uso del hierro, empleado en una hermosa baranda que bordeaba la Alameda y servía de respaldar a los bancos de piedra ubicados en la línea opuesta al mar. De hierro también eran los esbeltos soportes de la luminaria, que en los años siguientes asumieron el sistema de gas.  

En 1846 un huracán destrozó el teatro Principal y la Alameda. Esta última fue reconstruida y prolongada hasta la calle Luz, ocupando los terrenos del teatro. El nuevo diseño fue el que más pervivió. Sus elementos más significativos eran la línea de árboles plantada en su lateral de la calle Oficios, la terraza semicircular proyectada en mitad de la alameda sobre el parapeto del baluarte y junto a él una fuente de mármol (1847), cuya monumental columna decorativa pasó a identificar en lo adelante al paseo. Este rediseño fue mucho más elaborado y vistoso, pues combinaba decoración en piedra y hierro con elementos vegetales que aportaban color y sombra, dividiendo de una manera armoniosa la calle del paseo peatonal.

La construcción del Muelle de Paula, en 1855, separó la alameda del mar, haciéndole perder el efecto de balcón marino, aunque por su altura mantuvo la continuidad visual con el agua. Entre 1856 y 1859 se remodelaron sus escalinatas para dar acceso directo al muelle y facilitar el uso de la fuente por las tripulaciones. Esto conllevó que el paseo quedara como traspatio de la actividad portuaria. En 1911, se le había suprimido la terraza semicircular y se le redujeron las escalinatas para dar espacio al tráfico mercantil. Un año antes, su fuente de mármol había sido seriamente dañada por un ciclón y tras su restauración solo se conservó la columna como monumento conmemorativo.

A pesar de las continuas solicitudes de compra por parte de compañías portuarias interesadas en el valor útil del terreno, en 1946 la Alameda de Paula sobrevivía, aunque en completo estado de abandono. Ese año fue objeto de una reconstrucción integral inspirada en el diseño de 1846, aunque no idéntico. El paseo se rehízo desde los cimientos y en sus dimensiones se redujo para dar espacio a la prolongación de la Avenida del Puerto. En dirección a la iglesia, se prolongó 85 metros más con una estrecha acera con baranda decorada con copones.

La principal diferencia del nuevo diseño radicó en que la Alameda quedó inserta en una isla vial. Del lado de Oficios se aprovechó para incluir bancos de piedra entre los árboles, de modo que ofrecía al transeúnte dos niveles de descanso. La columna de O'Donnell en honor a la Marina Española, se colocó en el centro del paseo con una taza circular que recordaba su uso como fuente. La Alameda de Paula no volvió a ser objeto de obras hasta el año 1997, cuando además de la necesaria restauración se amplió el espacio peatonal en su prolongación hacia la iglesia.

En 2015 un nuevo paseo marítimo flotante se construyó en paralelo a la Alameda de Paula, tras la demolición de los antiguos muelles. Aunque esta obra ha quedado incompleta y ya requiere urgente reparación, busca recuperar con un diseño moderno el acceso al mar que había conquistado la Alameda de Paula para los habaneros en 1774.

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