Anuncia el ICAIC que en los próximos días aparecerá un libro que celebra la instauración de la censura en Cuba como política cultural de la Revolución. Su título es Aquel verano del 61. Primer encuentro de Fidel con los intelectuales cubanos y el tema, desde luego, es el discurso de Fidel Castro conocido como "Palabras a los intelectuales", donde dictó los límites que la libertad de expresión padecería en su régimen.
Varios atributos de interés tiene este volumen que se dará al público en variante digital para que puedan escandalizarse los de afuera en sincronía con los de adentro: el primero es que se trata de un proyecto curado por el escritor Senel Paz, quien se descubre (hasta donde yo sé) como disciplinado vencido. El segundo es que, a pesar de todo, el compilador intenta mantener cierta decencia y los trabajos elegidos sobre "Palabras…", que corresponden a la primera sección del libro, están firmados por nombres que se acercaron al sueño de lo que podría ser un intelectual dentro de la Revolución (condición de suyo paradójica).
Así, en Aquel verano del 61 se recupera el homenaje de Graziella Pogolotti al cumplirse 30 años del infame discurso de Fidel Castro, el homenaje de Roberto Fernández Retamar al cumplirse los 40, el homenaje de Fernando Martínez Heredia al cumplirse los 50... Desgraciadamente a los 60 tenemos el prólogo-homenaje (el discurso no admite otro género hacia él) de Francisco López Sacha, cuyo contacto con la literatura ha sido solo a través de la hipérbole, figura que guarda, sin embargo, como una desdichada rehén. Con esto nuestra ilusión de intelectualidad se desvanece bastante: López Sacha nos ilumina asegurando (según se lee en un extracto publicado en la Cartelera del ICAIC) que la "resonancia y amplitud" de las palabras del comandante "han rebasado las circunstancias que les dieron origen", pero que aun así seguirán creciendo.
El tercer punto de interés es el más auténtico de todos: en la segunda sección del libro, y por primera vez en estos 60 años, una institución oficialista publicará las intervenciones "amplias" de aquellos intelectuales que se reunieron con Fidel Castro en el 61 para confesar su temor de que la libertad de expresión se perdiera.
La reseña publicada por el ICAIC anuncia este hecho como novedad ("lo dicho por los intelectuales apenas se conoce en citas o fragmentos") de manera inexacta: un dossier de la revista Encuentro de la Cultura Cubana en 2006 a cargo de Antonio José Ponte, y luego el libro de Orlando Jiménez Leal y Manuel Zayas El caso PM: cine, poder y censura (2012), ya han dado a la luz varias de estas intervenciones. Quizás la selección de Senel Paz aumente el catálogo. De cualquier manera, es cierto que para muchos lectores cubanos, sin acceso a los materiales de allende los mares, conocerán por primera vez estas otras voces relegadas.
La tercera y la cuarta sección del libro volverán a descorazonarnos cuando veamos que a continuación de "Palabras a los intelectuales", se publicará el discurso que en la UNEAC diera, 58 años más tarde, el funcionario gris que hoy cubre la plaza del líder supremo en el dictado, Miguel Díaz-Canel.
De la batalla que Fidel Castro consistentemente libró contra la duda, el pensamiento auténtico y el intelecto ajeno, y cuya proclama de guerra fuera "Palabras a los intelectuales", este libro sería algo peor que la claudicación de los dominados: sería su cumpleaños. La extraña celebración de la derrota por parte de los vencidos, por quienes se dejaron quitar las palabras y las sustituyeron por las suyas, las del Señor de las Palabras.
Cada vez que veo a Miguel Barnet me dan ganas de quemar la biblia.