La violinista, cantante y compositora cubana Yilian Cañizares ha sido nominada para los Songlines Music Awards. Se trata de unos galardones que entrega la revista británica especializada Songlines, dedicada a "celebrar la riqueza del talento musical en todo el mundo". Cañizares compite en la categoría de mejor artista/álbum del año con su más reciente producción Erzulie.
"Más que por mí, me siento muy honrada de esta prestigiosa nominación porque me permite representar un pedacito de Cuba en el mundo", declara Cañizares en una entrevista con DIARIO DE CUBA.
"Erzulie es la diosa haitiana del amor y la abundancia. En Cuba la conocemos bajo el nombre de Oshún (…) y resulta que yo soy hija de Oshún. Es un álbum repleto de amor, pero también muy rebelde, caprichoso, a la imagen de esta diosa. Es un trabajo en el cual rindo homenaje a la energía femenina y a los hijos criollos de África (Cuba, Haití, Nueva Orleans). Un álbum en el que tomé muchos riesgos artísticos porque siempre busco salir de mi zona de confort", explica.
Erzulie fue lanzado el 15 de noviembre de 2019 tras ser grabado precisamente en Nueva Orleans, Estados Unidos.
El ritmo y la melodía definen la obra de Cañizares, "pero la lista es larga", señala esta artista radicada en Suiza, descrita por el maestro Chucho Valdés como una "virtuosa, uno de los talentos más increíbles de la nueva generación de músicos cubanos".
"En mi música hay elementos de la música tradicional y del folclor afrocubano. Esa relación tan bonita que tenemos nosotros los cubanos entre la música y el baile y que siento muy presente en mí. También hay un gran sentido melódico que seguro heredé de mi formación clásica como violinista y de escuchar la trova (adoro a Pablo Milanés) y a cantantes como Omara Portuondo. Y bueno no puedo dejar de mencionar el elemento de la improvisación que me viene de mi gusto por el jazz", añade.
"Escuchando a maestros como Chucho Valdés, Nina Simone o Stephane Grappelli descubrí la libertad que se siente cuando uno improvisa y eso es algo que no me ha abandonado. He llegado a todos esos elementos de una manera bastante natural. Impulsada por mi pasión por la música y por mi propia curiosidad", confiesa.
Sobre cantar y tocar un instrumento como el violín en una misma pieza, Cañizares considera que es un "desafío".
"El violín me eligió a mí. Fue como un flechazo, algo que no se puede explicar, pero que sentí desde la primera vez que toqué ese instrumento. El violín es exigente, rebelde, hay que domarlo poco a poco y siempre me da nuevos desafíos. ¡Eso es algo que me gusta mucho! Tocarlo y cantar al mismo tiempo viene de mi necesidad de expresarme de la manera más completa y libre posible. Es una experiencia que hace vibrar todo mi ser de una manera increíble", cuenta.
La artista, con otros discos reconocidos como Ochumare (2013) e Invocación (2015), ha sentido el impacto de la pandemia.
"Llevo mucho tiempo sin poder subir a un escenario, sin poder dar conciertos. Es algo que se me hace muy raro, dado que yo tenía un ritmo de conciertos muy activo, casi loco (…) No paraba todo el año y de repente ha habido esta pausa forzada. Pero debo decir que me siento en paz, a pesar de que el escenario y el público me hacen falta", sostiene.
"Vienen muchas cosas lindas y nuevas. Estoy componiendo, creando contenido visual, haciendo nuevas colaboraciones, pero sobre todo poniendo mi música al servicio de causas más grandes, causas sociales y ecológicas importantes", anuncia, y aclara que no puede "revelar más por ahora".
A la compositora le "encantaría" llevar su música en vivo a Cuba: "Es una de mis metas, en cuanto la situación lo permita. Sería un regalo muy hermoso que me haría a mí misma, a mi abuelita de 95 años y a toda Cuba porque la llevo en mi corazón siempre".
En la Isla, Cañizares se formó en la escuela Manuel Saumell con la profesora Alla Taran, a quien debe su base técnica y musical. Luego estudió en el Conservatorio Amadeo Roldan. Con 14 años se fue a Caracas con una beca de estudios y en 2000 se mudó a Suiza.
En 2008 ganó el Concurso del Festival de Jazz de Montreux con el grupo Ochumare, un cuarteto que creó con músicos de Alemania, Venezuela y Suiza, y más tarde de Cuba.
En los últimos años ha compartido escenario con Ibrahim Maalouf, Omar Sosa, Youn Sun Nah, Richard Bona, Chucho Valdés, Roberto Fonseca, Dhafer Youssef y El Comité. Con Sosa produjo el disco Aguas (2018) en el que interviene otro cubano, Inor Sotolongo, en percusión.