Dos niños de 14 años capturados al supuestamente intentar robar un apartamento reconocieron que pertenecían a una banda que opera en el distrito José Martí y en otras zonas periféricas de la ciudad de Santiago de Cuba, donde el pueblo está expuesto al bandidaje y los atracos de la delincuencia.
Los presuntos pandilleros fueron identificados como estudiantes de noveno grado de la Secundaria Básica José Rodríguez Limonta.
El hecho, que conmocionó al barrio, ocurrió el domingo 3 de noviembre y forma parte de la cadena de delitos denunciados por los santiagueros en los que los jóvenes son protagonistas, con frecuencia como ejecutores o víctimas de actos violentos.
Según testimonios de vecinos, los menores —vestidos parcialmente con ropas escolares— fueron sorprendidos en el momento que forzaban la cerradura y presionaban la puerta para entrar al apartamento, propiedad de una enfermera que dio a luz y no había regresado a su casa después del parto.
El primero de los adolescentes fue detenido antes de bajar las escaleras por personas residentes en el propio edifico, que impidieron que se deshiciera de los implementos que utilizaba para perpetrar el robo.
El segundo logró escabullirse y se adentró entre los matorrales del Río Gascón y el caserío del Camino de la Isla, donde fue capturado y luego conducido —por las orejas y a cocotazos— hasta el lugar de los hechos.
Al preguntarles quiénes los acompañaban, respondieron que el jefe y otros miembros de la banda, que merodeaban el lugar esperando para trasladar los bienes que pretendían robar de la vivienda.
Los vecinos se volcaron en la búsqueda de los delincuentes, pero esta vez con machetes, palos y piedras, porque los niños advirtieron que el cabecilla de la pandilla llevaba consigo "una lima afilada y bolillos de hierro", según dijo uno de los captores.
Aunque estuvieron a punto de detenerlos, el líder y los otros miembros de la banda lograron escapar por entre los patios del barrio marginal Calle 13.
No era el primer robo que intentaban los menores ese día
Al llegar la Policía, los menores le enseñaron la foto de la persona que presuntamente los instó a realizar el robo. Se trataba de un hombre identificado como José Luis, con antecedentes penales y a la espera una sanción por lesiones, que se encuentra bajo fianza porque la semana anterior fue detenido hurtando en una vivienda habitada del Bloque H.
Visiblemente contrariada, una madre que cargaba a su hijo en brazos, confirmó a las autoridades que "minutos antes de los hechos, esos mismos adolescentes fueron sorprendidos en otro apartamento cercano y lograron escapar del linchamiento".
Hansel, uno de sus captores, pidió que las autoridades investigaran a fondo y tomaran medidas enérgicas, pues "hace meses esa pandilla merodea el barrio y viene golpeando con el robo de reproductores, televisores, cocinas y otros bienes".
Gloria, testigo presencial, se mostró escéptica, debido a que por lo general "a los adolescentes solo les dan una charla y los mandan para su casa, pues en Santiago de Cuba hasta el Centro de Menores fue cerrado por falta de comida y agua".
"Alguien debe hacer algo para garantizar la tranquilidad y proteger a las personas del ataque de las bandas", dijo Yumilka, otra vecina, a los oficiales.
"No hay nada peor que ver a niños vestidos con uniformes de escuela robando dentro de las casas", añadió y criticó el peligro que eso significa y la irresponsabilidad que revela por parte de la Fiscalía y los tribunales.
Ante la tentativa de uno de los agentes por bajar el tono de los reclamos, una anciana respondió: "No nos pidas cordura que tú eres más cubano que el pan con aceite y bien sabes que las zonas marginales están llenas de escuelas de carteristas y ladrones, sin que nadie intervenga ni le pida cuenta a los sinvergüenzas que deforman a los muchachos y tanto daño nos hacen".
La delincuencia juvenil va en aumento
La detención de los niños ladrones suscitó los más diversos comentarios. Unos abogaron por tomar la justicia por su propia mano como mecanismo para contener el auge de la delincuencia, otros por reconocer la gravedad social de los hechos y exigir una repuesta legal competente, ya que la acción penal de los tribunales es un fracaso.
El incidente forma parte de la crisis de valores que golpea profundamente Santiago de Cuba, donde es común observar a niños y adolescentes participar en juegos tradicionales, como los de bolas y cartas, pero sin la ingenuidad de otros tiempos, porque ahora muchos de ellos apuestan dinero.
Cada vez más jóvenes terminan en el mundo de la delincuencia y llegan al crimen dentro de las pandillas armadas, sin que el Estado disponga de una estrategia que evite la deformación, corrija la conducta y prevea sus consecuencias.
El nivel de tolerancia y la irresponsabilidad filial son otros factores que influyen en que algunos niños, adolescentes y jóvenes se encuentren en un punto sin regreso, pues exhibir una actitud hostil, traficar marihuana, asaltar y pelear hasta matarse no son algo mal visto en algunos entornos.
Esta realidad no es nueva, pero está en auge con el aumento de la pobreza y es más visible gracias a las redes sociales. Aunque no hay registros oficiales, abogados consultados aseguran que existe un repunte de los delitos y que Santiago de Cuba vive un ciclo de robo y violencia sin precedentes.
Aunque muchas familias están frente a una situación que las sobrepasa y no saben cómo frenar, sí entienden que la involución responde al entorno social y al tipo de fechorías a la que están expuestos los jóvenes.
Primero hay que ajusticiar a los verdeolivos,luego como en USA., si un policía descubre a un chico en horario de clases fuera de la escuela lo lleva al centro de detención. Se le informa a sus padres ,a los 3 strikes se le quita la custodia a los padres y se le interna en un Foster home comunitario.De todas maneras ,esto es fruto del deterioro social y moral de un pueblo que cambió a Dios por un mequetrefe pandillero gánster universitario e hijo bastardo de una relación extramarital con una criada de 14 años con un hombre varias veces su edad ...