Back to top
Desabastecimiento

Entre la cola del pollo y la del gas: la lucha por la supervivencia en Santiago de Cuba

'Es evidente que el Gobierno ya no puede alimentar al pueblo. Solo esperamos el momento que anuncien que ya no pueden ofertar nada por la libreta, entonces veremos qué pasa', dice un santiaguero.

Santiago de Cuba
Ración de pollo de un residente en Santiago de Cuba tras más de medio año sin suministro.
Ración de pollo de un residente en Santiago de Cuba tras más de medio año sin suministro. Diario de Cuba

Dos barcos fondearon esta semana en el puerto de Santiago de Cuba, uno de pollo y otro de gas. El pollo racionado para la población apareció tras más de medio año; el gas hacía un mes que no llegaba.

El Gobierno de Santiago de Cuba anunció la distribución de una libra de pollo por consumidor en la capital provincial y 345 gramos en los municipios a partir del 16 de octubre. La noticia dio vida a las carnicerías estatales desabastecidas. El conocimiento popular de los barcos en el puerto santiaguero generó la organización inmediata de colas para esperar la llegada de los productos.

Anais, de 52 años, trasnochó entre la carnicería y el punto de venta del gas del barrio de Micro 8, en el distrito José Martí. "Me fui a las 10:30 de la noche para la carnicería porque me avisaron que había llegado el camión de pollo. Estando allí, el carnicero dijo que empezaría la venta esa noche y ahí me quedé", dijo.

Para Anais coger el pollo esa noche era primordial porque previamente había marcado en la cola del gas. Ella vive con su madre de 76 años. Es la proveedora del hogar desde que su único hijo salió del país para hacer la travesía hacia Estados Unidos.

Las proteínas son los alimentos más caros en la dieta de los cubanos. La mayoría prescinde de ellas en sus comidas diarias. El picadillo de pollo, vendido por las MIPYMES a entre 250 y 300 pesos la libra, es el de mayor consumo por su menor precio. El pollo, cuyo precio fue topado por el Gobierno para su venta en las MIPYMES, es un alimento caro para la población.

"Me decidí por el pollo primero porque hace meses no llega nada por la libreta (de racionamiento), y estas dos libras que me tocan son al menos cuatro comidas", señaló Anais. "Es un cuarto de pollo lo que toca por persona, pero lo despellejas y sacas grasa, después lo hierves y con el agua haces sopa, y la carne la ripias y la haces con quimbombó, habichuelas y tienes varias comidas", explicó.

De la carnicería, Anais tuvo que ir para la cola del gas. "Con las pocas cosas que llegan, no sé cómo se las arreglan para que entren al mismo tiempo", dijo.

Esa libra de pollo racionado es la primera proteína que comen muchos santiagueros después de varios meses y un alivio para sus economías, aunque la ración subvencionada no alcance para una semana.

"Yo compré un paquete de pollo hace como 15 días en una MIPYME", dijo Raimundo, trabajador por cuenta propia. "Me salió a 330 pesos la libra, porque aparece el precio topado en la cartelera, pero cuando pides te dicen que ese precio es para los inspectores. Yo lo pago porque al final son las MIPYMES las que nos están alimentando. El pollo de la libreta es como una semana de alivio", señaló.

Para Carlos, custodio de una bodega, los cubanos están en el límite de la hambruna. Hace un año y medio daban una caja de pollo por dos libretas, ahora solo un cuarto de pollo por consumidor. "Nada, que la alimentación va en reversa", dijo. "Es evidente que el Gobierno ya no puede alimentar al pueblo. Solo esperamos el momento que anuncien que ya no pueden ofertar nada por la libreta, entonces veremos qué pasa", concluyó.

La agonía de comprar el gas

Eloina, ama de casa de 59 años, vive en la Avenida Martí, cerca de un punto de venta de gas licuado. "No he dormido en toda la noche", dijo. "Entre el apagón, la lluvia y el ruido de las carretillas, las discusiones por la organización de las colas, los carros pitando para que les abrieran paso... esto es de locos. Yo tengo que comprar el gas, pero solo de pensar la cantidad de colas que hay me desanimo", lamentó.

Comprar el gas es complicado por las múltiples colas aprobadas por el Gobierno. Según anunció el semanario provincial Sierra Maestra, las ventas se harán a través de un sistema de cuatro colas, organizadas por los trabajadores de los puntos: una para todos los clientes y los domicilios debidamente acreditados; otra para los clientes priorizados (plan jaba, donantes, embarazadas y otras personas que requieren la prioridad); una tercera cola para los discapacitados; y la cuarta para los clientes que disfrutarán del servicio de la caja extra y trabajadores de los puntos de venta. Además, durante los tres primeros días se dará prioridad a los clientes a los que correspondía el servicio en septiembre o meses antes.

Pagar a alguien que haga la cola y lleve el gas a la casa cuesta hasta 300 pesos. Para Eloina vale la pena pagarlos, pues no le quedaría otra opción que cocinar con leña. Una lata de carbón cuesta entre 250 y 300 pesos.

Karenia, del poblado del Caney y madre de dos hijos, lleva un mes cocinando con leña porque no puede darse el lujo de comprar carbón. "Ya aquí llegó gas y no alcancé", dijo. "Ahora estoy en una lista donde tengo el 141. Se rectifica cuando llegue el gas; estamos esperando. Si no traen, seguiré cocinando con leña hasta que llegue el próximo barco".

Cocinar con electricidad no es una alternativa fiable, pues los apagones se extienden por más de diez horas en días "normales" y pueden superar las 20 horas cuando ocurren averías. Las ollas y cocinas eléctricas están inutilizadas.

En medio de un gran malestar popular, el Gobierno autorizó las ventas en cuanto el gas llegara a los puntos, que solo cerrarían cuando se acabara.

Para Renier y Nadia, comprar el gas el primer día fue una odisea. Viviendo en un apartamento en el distrito José Martí, el carbón y la leña no son opciones para cocinar.

"El martes, cuando nos avisaron que venía el gas, eran más de las 10:00 de la noche, había un apagón y estaba lloviendo", contó Renier. "Llegamos al punto de gas a las 10:30 y cogimos un turno. El gas llegó pasadas las 11:00 y allí estuvimos hasta las 5:30 de la mañana, que nos tocó comprar".

"No le deseo a nadie pasar una madrugada así. Aquí en Santiago estamos en modo supervivencia. Tenemos que sobrevivir a este Gobierno para llegar a vivir en una Cuba digna", concluyó Renier.

Más información

Sin comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.