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Salud

Padres, negados a ingresar a sus hijos en los hospitales de Santiago de Cuba

'Ingresé a mi hija con dengue y la saqué con amebas y piodermitis', dice una madre.

Santiago de Cuba
Servicio de Urgencias del Hospital Infantil Sur de Santiago de Cuba.
Servicio de Urgencias del Hospital Infantil Sur de Santiago de Cuba. Diario de Cuba

"Es duro lo que se vive en los hospitales, las salas están llenas de epidemias y sin medicinas para el control de las enfermedades", dijo Magalis Cala, una de las madres que se debaten entre permitir o no que ingresen a sus hijos, con síntomas de fiebre Oropouche, en el Infantil Norte de Santiago de Cuba.

"Hay que quitarse la venda de los ojos. Lo que uno ve aquí es repulsivo, lamentable. A pesar del mal servicio y la pésima atención, el costo de un hospitalizado es casi impagable", explicó a la pediatra que insistía en hacerle estudios al niño mientras le vigilaban los vómitos y lo hidrataban.

Se refería a los esfuerzos materiales que deben hacer las familias que tienen a uno de sus miembros hospitalizados y deben proporcionarle desde las sábanas hasta la comida, e incluso insumos médicos, por la falta de recursos de los hospitales.

Pese al esfuerzo del personal, y a reconocer que su postura atentaba posiblemente contra la salud de su hijo, Magalis argumentó que hacía solo un mes había ingresado a su hija con dengue, y días después la sacó "con amebas y una piodermitis de espanto, de la cual todavía no se ha recuperado".

A solo unos metros, una doctora le pedía a Sergio que reconsiderara la negativa de ingresar a su hijo, y le pedía que por lo menos lo dejara unas horas en el cuerpo de guardia, pues todavía el bebé no había cumplido el año de nacido y resultaba imprudente llevárselo con una fiebre de 39 grados.

"El niño estará en observación el tiempo que usted decida, pero del Servicio de Urgencia va para su casa. Esta es la tercera vez que lo traemos; las dos anteriores lo pusieron en cubículos donde todos tenían una infección diferente, y hasta los médicos sugerían que lo sacáramos para que no se complicara", dijo Sergio.

Otra madre, Aleida, exigía que diagnosticaran a su niña y le dijeran qué medicamentos debía comprar en el mercado negro. "Para allá adentro (el hospital) no va de ninguna forma. Ahí lo único que hay es suero, agua inyectable y más churre y epidemias que en la calle".

Una abuela se quejó de que a los hospitales hay que llevarlo todo y, "como mínimo, entre transporte, medicinas y comida para el paciente y su acompañante se gastan como promedio diario más de 1.000 pesos".

"A pesar de las explicaciones, los padres no dejan a sus hijos ingresados, solo los de los municipios y las áreas rurales y montañosas se quedan, porque no tienen otra opción debido a la lejanía", comentó una doctora.

"La higiene y la falta de medicinas no ayudan, tampoco la comida, que es poca y mal elaborada. Por venir al hospital cualquier botero cobra 2.000 pesos, y si está lloviendo o es de noche la cifra puede ser el doble", comentó la pediatra, quien aseguró que sus hijos "también pasaron el dengue y el zika en su casa".

Por la gravedad de la tendencia, el Gobierno convocó a Luis Enrique Rondón, intensivista de terapia intermedia, para que intentara convencer a las familias.

"La edad del niño, mientras más pequeño, más vulnerable a padecer una enfermedad grave, menos expresividad clínica tiene. La edad es un factor de riesgo importante, sobre todo menor de un año", dijo el médico a los medios locales.

Animales en los servicios de urgencia.

A las carencias y el deterioro de los hospitales se suman descuidos que añaden preocupación a familiares y enfermos.

"Me negué a ingresar a mi hija en el Hospital Infantil Sur porque al entrar a servicio de urgencia nos recibió un perro lleno de pulgas y garrapatas", dijo Silvia Vaillant, psicóloga del sectorial de Educación. "Es inconcebible que en medio de una epidemia sucedan cosas como éstas, sobre todo en una institución considerada el centro de referencia para la pediatría en la región oriental de Cuba", añadió.

"Si eso es en la entrada del cuerpo de guardia, qué se puede esperar de los baños y el interior de las salas, plagadas de bacterias y cucarachas".

"En el policlínico que está al final de La Colonia la situación es idéntica, con la diferencia de que allí predominan los gatos", comentó una paciente.

Situaciones como esta no son la excepción, y en las clínicas para adultos el panorama es más preocupante.

En la consulta de febriles del Hospital Provincial Saturnino Lora tres doctoras tienen un solo esfigmo para medir la presión de unos 200 pacientes como promedio diario, los enfermos deben llevar los termómetros, y los pocos analgésicos se distribuyen según considere personal sanitario.

Una enfermera dijo a DIARIO DE CUBA que diariamente recibe tres bulbos de dipirona y un blíster con 12 pastillas de paracetamol, una cantidad solo genera discusiones y descontento.

Mientras las autoridades intentan relativizar el impacto del virus Oropouche, los médicos comunitarios alertan de que afecta ya a centenares de personas en toda la ciudad y que su alcance se asemeja al del dengue.

Yaumara Gutiérrez, directora del provincial Epidemiologia, dijo que el brote se mantiene controlado en las áreas de salud Ernesto Guevara, del poblado de Boniato y la Carlos J. Finlay, del municipio de Songo La Maya.

Por su parte, la prensa oficialista, ha culpado al pueblo de la actual contingencia y exigido que sobre los santiagueros caiga todo el peso de la ley como mecanismo para frenar su indolencia.

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2 comentarios

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¿Solo amebas?
¡Proteste! ¿qué menos que una docena de parásitos por ingreso?

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