En definitiva, ¿qué es la Revolución? ¿Cuándo comenzó y cuándo acabó? Creo que habría un acuerdo universal al proponer que comenzó en 1959, pero todo lo contrario en la fecha de su término. Lo que en estos últimos 64 años hemos llamado algo descuidadamente "Revolución cubana" (en mayúsculas o sin ellas) es, en esencia, un conjunto de fenómenos abruptos y anómalos de carácter político, económico y social de muy difícil catalogación y estudio según la disciplina que se aplique.
Este ya largo periodo nos permite analizar con una renovada perspectiva los resultados de promesas y decisiones que fueron hechas hace muchos años. Es hora de desmontar el mito marxista y el castrista de la revolución cubana como si hubiera sido un proceso político históricamente inevitable que surgió de fuerzas misteriosas desatadas por algo parecido a un dios redentor, y no como una tormenta perfecta que era la simple resultante de una sociedad luchando por su desarrollo en un marco geopolítico complejo. Ni la Guerra de Independencia equivale a la guerra de guerrillas en la Sierra Maestra, ni el 1 de enero de 1959 equivale al 20 de mayo de 1902. La revolución cubana nunca fue sacrosanta ni Fidel Castro debe ser adorado como un santo.
Al eliminar los mitos propagandísticos del período castrista vemos que muchos métodos de análisis y paradigmas que usamos frecuentemente son insuficientes para estudiar o evaluar lo que observamos. Por ejemplo, en economía tradicionalmente se aplica el supuesto de comportamiento racional para explicar las decisiones que adoptan personal o colectivamente los gobiernos y sus líderes, pero no en Cuba. Desde 1959 se han hecho promesas y tomado decisiones que no tenían sentido en función de todos los resultados obtenidos años después, lo cual deja al analista sin poder explicar adecuadamente lo que pasó y por qué.
La lista de decisiones económicas irracionales que podemos hacer es interminable. Comienza con el disparate mayor, que es todavía el campeón de las estupideces gubernamentales en el país: la decisión tomada por Fidel Castro el 13 de marzo de 1968 por la cual se nacionalizaron todas las actividades económicas privadas que el país, mientras se eliminaba el uso de la contabilidad en las empresas, con el objeto de librar al país de "las relaciones monetario mercantiles" que, junto al dinero, ¡no serían necesarios en una sociedad comunista supuestamente ya en construcción en Cuba!
La decisión de Castro, en contra del consejo de unos muy pocos colaboradores, entre ellos Carlos Rafael Rodríguez y Juan Almeida, tuvo un impacto devastador en el país y no se comenzó a revertir hasta unos cinco o más años después, con el regreso a la planificación central y un control más organizado de la economía hasta los años 70. Pero ya el daño estaba hecho. Y venía en tres formas: la eliminación de toda actividad privada, el cierre de la contabilidad y un estilo de manejo (management) de la economía que combinaba la ignorancia, con la improvisación y el desorden, en el marco de una personalidad incapaz de escuchar consejos y de trabajar con otros. Todo esto contribuyó, desde 1959, a establecer y consolidar una forma de trabajar en la economía que no era compatible con las promesas de los líderes de la posiblemente mal llamada revolución ni de los sueños utópicos de los socialistas y comunistas. Aunque no ha habido estudios profundos de estas anomalías, las mismas merecen ser recalcadas como la raíz de los problemas que Cuba sufre hoy.
Los que estamos interesados en Cuba, tanto desde un punto de vista académico hasta uno más cotidiano, el primer obstáculo que encontramos es la falta de información sobre casi cualquier aspecto que se desee estudiar o saber sobre Cuba. Esta condición afecta tanto la información cuantitativa, como la cualitativa desde 1959, el año en que comienza el periodo revolucionario. La información cuantitativa es escasa y con frecuencia se cuestiona su veracidad, por razones técnicas y políticas. La información cualitativa es más difícil de ordenar por la falta de acceso a las organizaciones del Estado. De hecho, la disponibilidad de información está dominada por el Gobierno cubano, lo cual significa que las investigaciones y evaluaciones que se hagan sobre Cuba estarán influenciadas o por lo menos restringidas por el Gobierno. A pesar de las dificultades de información son muchos los que nos hemos dedicado a observar lo que pasa en la Isla, para anticipar y vislumbrar tendencias y en la medida de nuestro interés utilizamos información extraña para completar un cuadro analítico o sencillamente descriptivo.
Ahora nos enfrentamos a una situación sui generis en el país. Lo primero que hay que considerar es que una proporción importante de la población está abandonando la Isla por causa del deterioro de las condiciones de vida y la percepción generalizada de que el Gobierno no puede o no sabe cómo resolver la crisis. El conjunto de personas y organizaciones que generalmente se denomina Gobierno no da muestras de ser muy competente en las funciones gubernamentales. Un ejemplo palpable de incompetencia en economía se puede observar en el diseño e implementación de la ya famosa Tarea Ordenamiento mediante la cual muchos esperaban que la economía real cubana mejoraría sin incentivos no monetarios o medidas que directamente afectan los procesos de producción y distribución del país. Pero ¿por qué ocurre esto?
La falta de libertad de expresión es la causa principal de la carencia de información en Cuba, por ser un instrumento central en el aparato represivo del sistema político del régimen. Irónicamente, el Gobierno es víctima de sus propias medidas cortando las libertades ciudadanas con tal dedicación que crea un verdadero mal público del que nadie se escapa. Las personas no tienen la libertad de decir lo que piensan en general, lo cual afecta todas las formas de comunicación hasta lo que se transmite de boca en boca de manera informal. Los funcionarios públicos a cualquier nivel que trabajen se cuidan de hacer comentarios críticos, hablados o escritos, que puedan interpretarse negativamente por superiores o compañeros de trabajo. La forma en que los funcionarios públicos en Cuba manejan todas las decisiones, desde el nivel más alto de Gobierno hasta el más modesto nivel local, ignoran los principios elementales del control y la comunicación indispensables en la dirección de empresas y proyectos y para la corrección de desviaciones o tendencias indeseables (feedback).
El estilo castrista de administración pública perdura después de la desaparición de su autor principal y nadie, ni siquiera el hermano o un heredero prominente de la monarquía cubana, ha sido capaz de avanzar hacia un Estado más eficaz y eficiente. La burocracia actual está anquilosada porque ni siquiera sabe cómo renovarse o evolucionar, porque por décadas solo se nutrió de personal mediocre, que se escogía y promovía por sus lealtades reconocidas a la ideología oficial o a personas con poder, y no necesariamente por sus méritos legítimos. Está, además, muy aislada del resto de la población, que mientras más educada más desea abandonar el país en busca de oportunidades que no existen en Cuba.
Es por estas razones que la solución a la crisis cubana, una crisis cuyos orígenes son difíciles de creer o tomar en serio, consiste en renovar a la mayor parte del personal y mandarlo para sus casas, conjuntamente con la liberación de los cubanos como los verdaderos dueños de su economía y su sociedad. Los que todavía apoyan al régimen actual y sus personeros pueden reconocer que los últimos 64 años han representado un fracaso del país y es vergonzoso seguirle dando su apoyo sin hacer nada por el bienestar de los ciudadanos. A los cubanos que estén con el Gobierno y tengan alguna medida de patriotismo les corresponde propiciar un cambio pacífico, pero ¿cuánto patriotismo queda en Cuba? Fidel Castro, aprovechó las debilidades institucionales de la sociedad cubana en 1959 para esconder una dictadura absoluta detrás de una promesa de desarrollo que no solo traicionó, sino que destruyó al país interrumpiendo un desarrollo que estaba en marcha y que, aunque no era perfecto, era muchas veces mejor que lo que tenemos hoy.
Hay algo en esa aproximación de Sanguinetti, y es que traza las lineas generales para un futuro estudio de como se destruye un país. a partir del momento en Castro I de Biran se encaramó en el poder y creó un sistema para ejercer un poder absoluto sobre la sociedad financiado por la ex-URSS, ya la implosión del Castrismo es un hecho real, nada de lo que los herederos, hagan ni como lo hagan, reiniciará el sistema, por la razón de que no hay un país que pueda hacerse cargo de correr con los gastos de semejante aventura, llámese reordenamiento o como lo llamen esa aventura como sociedad nunca funcionó ni aún cuando existía la ex-URSS, la cosa siempre fue de campaña en campaña, desde la microfraccion hasta los "errores, y tendencias negativas " sin contar las campañas militares y de subversión en todas partes del mundo. En fin el Castrofascismo se encuentra en la fase terminal de su existencia y mientras tanto Canel proclama que ellos son " Continuidad".
Jorge logra hilvanar una opinión muy objetiva de la devastación conseguida por ese sofisma llamado "revolución cubana".
Este es uno de los más lúcidos y completos analisis académicos de lo que la izquierda internacional y los cubanos débiles neuronales o con daño cerebral (por tanta propaganda) llaman "revolución cubana". Felicidades al profesor Saguinetty por esta trabajo.
Revolución? Después de 65 años, seguir llamando revolución a algo que ya ni definición tiene ni se sabe a dónde quiere llegar, en un periodo tan largo han tenido que cambiar muchas medidas absurdas y decir “donde dije digo, dije Diego . Revolución es el término que siguen utilizando para justificar su permanencia en el poder y en la que ya nadie cree, incluso ni ellos mismos. Es como si los franceses llamaran todavía revolución a su sistema o gobierno.
A partir del primero de enero de 1959 se convirtió en involución. No ha revolucionado apsolutamente nada, sólo ver las condiciones de la isla en general y sacar conclusiones.