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11J

11J dos años después: la importancia de protestar en Cuba

Después de las protestas, junto a la labor represiva encaminada a castigar a los participantes y a disuadir a futuros manifestantes, el régimen se lanzó a tomar medidas a las que previamente se había opuesto

Madrid
Ilustración.
Ilustración. Diario de Cuba

Las históricas protestas antigubernamentales de julio de 2021 en Cuba, conocidas como 11J, demostraron que, ante la menor señal de levantamiento popular, el régimen no tendrá escrúpulos para reprimir con brutalidad y, de ser necesario, llamar a una guerra civil. Pero también revelaron que protestar es quizás lo único que da resultado en la Isla. Y los cubanos aprendieron esa lección.

Después de las protestas, junto a la represión encaminada a castigar a los participantes y a disuadir a futuros manifestantes, el régimen se lanzó a tomar medidas a las que previamente se había opuesto; "recordó" que había cubanos sin libreta de abastecimiento, y sus funcionarios, encabezados por Miguel Díaz-Canel, comenzaron a exhibirse en barrios de los que probablemente ni conocían el nombre hasta el momento.

Por supuesto, esas medidas no respondieron a los reclamos de libertad y el fin del comunismo en Cuba. El objetivo era poner parches en la desastrosa situación del país y atenuar el descontento que condujo a las protestas.

Uno de los primeros anuncios del régimen, apenas días después de las manifestaciones, fue la eliminación de los aranceles de importación de alimentos, medicinas y productos de aseo sin carácter comercial para los viajeros.

Esa había sido una de las demandas de la campaña #SOS Cuba, demonizada por el régimen, que la acusó de alentar una "intervención humanitaria".

La exención de aranceles, que para muchos cubanos ha representado un alivio ante la grave escasez que enfrenta el país, ha sido prorrogada varias veces.

El régimen también dio la autorización para que más de 300.000 cubanos que viven fuera de sus provincias, principalmente en La Habana, y que, debido a leyes gubernamentales para tratar de controlar la migración interna, tienen estatus de indocumentados, compraran los exiguos productos de la libreta de racionamiento en sus nuevos lugares de residencia.

Esa autorización, otorgada con carácter excepcional, también fue luego prorrogada por un año.

Las autoridades cubanas anunciaron además la entrega gratuita en todo el país de alimentos recibidos como donativos desde países como Nicaragua, Vietnam, México, Venezuela, Rusia y Jamaica, entre otros.

El monopolio estatal de las Telecomunicaciones, ETECSA, que cortó internet de manera masiva durante y después de las manifestaciones, luego hizo una rebaja en sus atronómicos precios y bonificó a sus clientes con datos de navegación extra.

Días después de las protestas, el régimen emprendió una operación de lavado de la imagen de Miguel Díaz-Canel, tras su orden de combate para que los cubanos revolucionarios arremetieran contra sus compatriotas que pedían cambios y libertad. El gobernante ha recorrido barrios marginados a los que eufemísticamente el castrismo denomina "comunidades en transformación".

En estos se legalizaron viviendas, se mejoraron viales, se construyeron parques, bodegas, y se acercaron a la comunidad servicios vitales, entre otras obras destacadas por la prensa oficial.

En el barrio La Federal, del municipio Guanabacoa, por ejemplo, se levantó una vivienda para una madre de cuatro niños.

El maquillaje político de Díaz-Canel llegó hasta el barrio La Güinera, donde fue baleado por un policía Diubis Laurencio Tejeda, única víctima mortal de las protestas reconocida por el régimen.

Allí, se realizaron reparaciones la panadería El Modelo, la casa comunitaria, el macrovertedero Segundo Triángulo, el puente Avenida del Rosario, la calle Rossevelt y la calzada de la Güinera.

Se trabajó también en la urbanización, asfalto, reparación puentes, infraestructura hidráulica, sanitaria, viales y acometidas de viviendas, según los reportes de la prensa estatal.

Como por arte de magia, los recursos para todas estas acciones, al parecer inexistentes hasta el momento, aparecieron después de las manifestaciones.

Las medidas del régimen solo han tenido un carácter paliativo, por lo que, cuando los cubanos despiertan, la falta de alimentos, medicinas y todo tipo de productos básicos, y los problemas de vivienda, continúan allí. Y no les queda más remedio que protestar.

En 2022, abundaron los reportes de manifestaciones en Cuba, principalmente provocadas por los constantes y prolongados apagones. Entre las más notables estuvieron las de Nuevitas, Camagüey, en agosto. En un intento de aplacar a la ciudadanía, después de dos noches consecutivas de protestas masivas, el régimen modificó el cronograma de los cortes de electricidad en la provincia. Además, organizó una fiesta en la calle con actividades infantiles y venta de comida.

A inicios de mayo pasado, solo horas después de la protesta de Caimanera, Guantánamo, y después de dos meses en los que las autoridades cubanas no entregaron la pequeña cantidad de carne de pollo que distribuyen a través de la libreta de racionamiento, la televisión estatal destacó el arribo a la Isla de un barco con ese producto, para ser distribuido a todos los habitantes del país.

Apenas unos días antes, el Gobierno había anunciado que durante ese mes solo recibirían la cuota de pollo los niños de hasta 13 años.

Aunque protestar solo haya servido a los cubanos para arrancar al régimen migajas que para nada compensan la represión desatada tras cada manifestación, el pueblo se ha percatado de que la sumisión y el miedo, incluso los años de sacrificio y entrega a la "Revolución", les han servido de mucho menos.

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5 comentarios

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Cuando me salí del" carril revolucionario",pues nací con el sistema de esos bandidos y sólo conocía el capitalismo de anécdotas de la vieja,abuelos,amigos de familiares que me vieron crecer en aquella porquería.Las revista de Selecciones de la biblioteca de mi abuelo formaron mi opinión ya entrando en la adolescencia. Mi madre se deshizo de ellas cuando me juzgaron en el aula como diversionista ideológico por oír música extranjera y leer literatura enemiga.Tuve qué ponerme la máscara un tiempo.Pero no la porté mucho tiempo,amaba a Cuba,su pueblo no su régimen, hoy sólo amo a los pocos que después que yo marchara al exilio empuñaron la antorcha.El 11-J sólo demostró que un pueblo desarmado no puede luchar pacíficamente como promueven ciertos influencers muy patriotas acá.El estado verdeolivo apeló al terror y ganó.Concluyo: de que valen las migajas otorgadas por la mafia verdeolivo sin libertad y vergüenza...

El barullo de verdad se va a formar cuando muera la Raúl, que tiene 92 años y ya, por suerte, le queda poco.

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?El pueblo se ha percatado? ?Será? !Ay, Yusimí, cuánto optimismo desde 'Madrí'!

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Le he enviado el artículo a un amigo en Cuba que me responde: " Yusi está equivocada. Aquí la gente solo piensa en los papeles para hacerse españoles o en el parole. [...] O en morirse. Sería interesante conocer nuestra tasa de suicidios."