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Pobreza

Una madre cubana alimenta a necesitados: 'Sentir empatía por el prójimo nos hace grandes'

'Son tiempos difíciles para todos. Imagínate para el que no tiene ayuda, remesa o un techo', dice esta joven que de manera callada y con sus recursos sale a dar de comer a desamparados.

Madrid
La joven cubana Arisuleidy Zaldívar Silva entrega comida a necesitados en un parque de Holguín.
La joven cubana Arisuleidy Zaldívar Silva entrega comida a necesitados en un parque de Holguín. A. Z. Silva/Facebook

La joven madre cubana Arisuleidy Zaldívar Silva da de comer a ancianos sin hogar y otras personas necesitadas en Holguín. Lo hace a menudo, de manera callada, con sus propios recursos, pero la amplia repercusión en las redes sociales de su última acción, después de que amigos la viralizaran, la ha tomado por sorpresa.

"Siempre he sido así, desde pequeña. Tengo debilidad por los más desfavorecidos. A lo largo de mi vida he ayudado a muchas personas, pero siempre por mis propios medios, sin publicar, ni pedir nada. No sé por qué la vida siempre pone en mi camino a personas necesitadas, y allá voy yo a darles la mano", cuenta a DIARIO DE CUBA.

"No es que me dedique a esto como un trabajo, simplemente forma parte de mi ser. Es normal en mí despertar hoy, por ejemplo, y decir voy a cocinarles sopa a los viejitos del parque, como hice hace unos días", señala esta joven, que casi siempre sale a repartir lo que elabora acompañada de su hijo. 

"No pido dinero, ni nada, porque no me interesa que nadie sepa, y también por evitar malos comentarios y que me juzguen sin conocerme. A mi hijo trato de educarlo y enseñarle la importancia de amar a nuestra madre naturaleza y que todos pertenecemos al gran ciclo de la vida", comenta.

Zaldívar no pertenece a ninguna iglesia. Sí cree en Dios y quiere estar cerca de los necesitados.

"Es importante sentir empatía hacia el prójimo, eso nos hace grandes. Creo en Dios con todas mis fuerzas y en la religión Yoruba que es con la que me siento identificada. No reparto lo que me sobra, yo guardo de lo mío poquito a poquito y cuando tengo suficiente lo comparto con el que necesite", aclara la joven, quien dice ser feliz cuando entrega a otros un poco de felicidad. 

"Adoro llevarle cosas a los viejitos y a cualquiera que lo necesite. Ellos se ponen felices, se ríen, les encanta comer dulces. Solo soy una mujer normal, que vive sola con un hijo, que añora darle un abrazo a su esposo que está lejos y que solo pide salud y bienestar para su familia", dice.

A Zaldívar amigos y vecinos le entregan algo de ropa, medicinas y algunas "cositas de comer".

"Me lo traen a la casa y yo los guardo para cuando tenga un necesitado. Ellos me conocen, confían en mí, saben perfectamente bien lo que hago con esas cosas", explica.

También usa parte de las remesas que le envía su esposo desde el exterior. 

"Siempre compro algo con ese dinero y guardo para cuando me haga falta. Y así, poquito a poco. Son tiempos difíciles para todos. Imagínate para el que no tiene ayuda, remesa o un techo bajo el que dormir. Compartiendo lo poco que tenemos no nos morimos de hambre y llenamos una barriguita de un viejito sin hogar", dice.

Zaldívar quiere seguir entregando de lo poco que tiene a estas personas desamparadas sin mayores contratiempos.

"No quiero tener problemas con nada. A veces aquí hasta ayudar y ser buenos de corazón te mete en problemas. Da miedo, porque no basta con serlo tú si el resto te juzga o lo manipula. Yo seguiré ayudando porque, repito, es simplemente parte de mi ser", señala.

Esta madre concluye con un pedido de "bendiciones para todos" los que ayudan sin pedir nada a cambio: "Que Dios y los santos nos retribuyan cada acto de amor que seamos capaces de regalar". 

El Gobierno cubano suele impedir iniciativas de este tipo que escapan a su control. Proyectos de la ciudadanía con mayor alcance que el de Zaldívar, sobre todo promovidas por activistas de derechos humanos y organizaciones de la sociedad civil independiente, han sido blanco de hostigamiento por parte de la Seguridad del Estado. Así ha ocurrido con comedores humanitarios como el que durante años mantuvo la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) o el proyecto Capitán Tondique que entregaba alimentos todas las semanas a los pobres de un pueblo de Matanzas.

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