La vivienda de Miriam Salazar Pérez, residente en Luyanó, La Habana, está en peligro de derrumbe desde que sufrió el impacto del tornado que asoló la capital cubana hace cuatro años. La anciana reclama a las autoridades que cumplan los dictámenes dados por los expertos tras la evaluación del daño sufrido por el inmueble.
"A causa del tornado del 27 de enero de 2019, el edificio de dos plantas donde resido fue dañado severamente y declarado en peligro de derrumbe. En el edificio había dos casas en los bajos, incluyendo la mía, y cuatro apartamentos en los altos. Los arquitectos y especialistas de Planificación Física dictaminaron que era necesario demoler la planta alta del inmueble para bajar el puntal y restaurar la cubierta para las casas de los bajos", explicó a DIARIO DE CUBA Salazar, de 73 años de edad, patóloga del Hospital Calixto García y también docente de la Facultad de Tecnología de la Salud.
Según el testimonio de Salazar, el Gobierno y la Dirección de Vivienda del municipio Diez de Octubre otorgaron siete apartamentos a las cuatro familias de los altos y la planta alta quedó desocupada a la espera de la demolición y posterior reparación de la planta baja.
"Entonces pasó lo que nunca debió ocurrir. Primero vinieron los 'desguazadores' clandestinos o saqueadores de edificios, se llevaron todo lo que pudiera servir de la planta alta. Marcos de madera, puertas, muebles sanitarios, tuberías, mosaicos y dejaron la planta alta pelada en piso y paredes", añadió la mujer, que vive sola y está inhabilitada de un brazo tras un accidente sufrido de camino al trabajo.
Salazar dijo que "este vandalismo atrajo a tres familias 'okupas' con niños que se asentaron en la planta alta con la conformidad de Osorio, el delegado de circunscripción del Poder Popular, y del intendente del municipio, Damián Cardonet Oviedo, conocido por Tito, que no hicieron nada por extraer a los ilegales, pese a las protestas de los vecinos".
"A partir de la invasión de ilegales, mi vida se convirtió en un infierno. Ellos instalaron acometidas ilegales de agua, luz y albañales, dando como resultado que cuando llueve me brotan por el patio las aguas negras, que me inundan parte de la casa y llegan al cuarto y a la cocina", denunció.
"Se la pasan dando golpes y toda mi casa está apuntalada, cayendo todos los días mucha arenilla. En cualquier momento todo se va a venir abajo, aplastándome. Yo llevo años presentando quejas a todos los organismos y asistiendo a muchas reuniones. Nadie hace nada. Primero me dijeron que me harían un cubículo en Infanzón y Línea del Ferrocarril, pero allí se creó tremenda comunidad de ilegales y ninguna autoridad intervino. Con el tiempo transcurrido ya en mi casa pudiera haberse levantado tremendo rascacielos porque cuando esta historia empezó, la torre de 23 era un hueco y ya tiene más de 40 pisos", lamentó refiriéndose a uno de los hoteles que se levantan en La Habana.
La última respuesta que el Gobierno de Diez de Octubre ofreció a la profesora fue "inaceptable" para ella.
"Por la pandemia, no tenían recursos y no podían reparar mi casa ni hacer nada por mí. Me están condenando a morir aplastada a mí, que estoy integrada a la revolución y que cumplo las leyes, mientras que a los ilegales no los tocan", dijo.
"Yo solicito que se cumpla la ley, que la brigada de enfrentamiento extraiga a los ilegales de la planta y que se demuela la planta alta del edificio para reparar mi vivienda como dictaminó Planificación Física", reclamó.
"Yo tengo todos los documentos y cartas. Aquí no ha venido ningún funcionario a solucionar mi problema. Si ocurre un derrumbe y una desgracia, serán culpables los funcionarios indolentes del Gobierno de Diez de Octubre", finalizó la anciana.
Los desplomes parciales o totales de edificaciones son noticia casi cotidiana en toda Cuba, pero son más frecuentes en La Habana, que acumula la mayor cantidad de edificios con décadas sin apenas mantenimiento y a menudo sobrepoblados. Los desastres naturales añaden más presión a la caótica situación.
A inicios de este mes, un derrumbe en la calle San Miguel entre Campanario y Manrique, en la capital cubana, se saldó con tres heridos, incluidos un niño y su madre.
En octubre de 2022, en otro suceso similar ocurrido en un inmueble en Sol 466, en La Habana Vieja. En ese suceso murió la niña Ismary Orozco Castellanos, de cinco años de edad. Su hermano y su madre resultaron gravemente heridos.
Señora la revolución necesita los recursos que usted exige para reparar su vivienda.Se emplearán en hoteles,perseguidoras,equipo antimotines.Ese cuento de los humildes y para los humildes fue de uno que jamás trabajó en su vida y jamás estuvo en la primera línea de fuego.En el Punto Cero y en Atabey hay inmuebles desocupados,pero no son para usted.