La crisis de desabastecimiento que sufre Cuba, de una forma más aguda desde al menos hace un lustro, tiene otro capítulo de agravamiento en los últimos meses, en los que los productos de la "canasta básica normada" comenzaron a faltar y llegar de manera fraccionada e incluso al otro mes. Lo que impacta enormemente en la mesa y el bolsillo de los cubanos.
"Ya estamos a mitad del mes de marzo y lo único que han vendido es una libra de arroz de las siete que tocan por persona, dos de azúcar de cuatro que tocan, y la media libra de aceite, pero del mes pasado, que lo debían. ¿Quién puede comer tantos días con una libra de arroz?", comenta Susana, una mayaricera madre de dos hijos.
"Yo gano 2.000 pesos limpiando en una casa, y por mis hijos el padre solo me da 300 pesos, que fue lo acordado antes de subir todo con la Tarea Ordenamiento. El muy descarado se aprovecha de que no hay ley que lo obligue a subir la pensión, y me da lo mismo de antes. ¿Cómo puedo comprar arroz a 200 pesos o azúcar a 180 pesos, o aceite a 1.200 pesos el litro? Ya no hallo qué inventar para dar de comer a mis hijos", añade desesperada.
Gregorio, un jubilado que gana 1.500 pesos para él y su esposa, vive de la ayuda de sus hijos, "a pesar de haber trabajado 44 años sin faltar un día, aunque estuviera enfermo".
"Y ahora mi chequera no me sirve para más que pagar la corriente (eléctrica) y comprar cinco libras de arroz. Lo demás me lo tienen que buscar mis hijos porque ya estoy viejo y enfermo para seguir trabajando. Como si no hubiera hecho lo suficiente para tener una vejez digna", asevera.
"Lo último es que ya no vienen ni los mandados de la tienda, eso nunca había pasado. Estoy seguro que Fidel se la vio más apretada en los 90 que Díaz-Canel ahora, pero nunca dejó de priorizar los mandados de la cuota, los medicamentos en los hospitales, al menos, y los lápices y libretas en las escuelas".
"Ahora eso no es prioridad. Gastan lo poco que hay haciendo presas y canales que después no aprovechan, y en más hoteles, aunque vienen menos turistas. Es una locura y la estamos pagando los infelices de abajo. Con razón los jóvenes solo piensan en irse para afuera, buscando mejoría. Fui revolucionario, y todavía lo soy, pero con lo mal hecho no estoy de acuerdo; lo que está mal, está mal. Esto se jodió", concluye.
La inflación y el desabastecimiento en Mayarí, Holguín, han alcanzado hasta la "libreta de abastecimiento" desde hace al menos cuatro meses, y esto, lejos de resolverse, se agudiza. La media libra de aceite por persona de enero llegó en febrero y la de febrero en marzo. El arroz de los tres meses anteriores —siete libras por persona—, llegó de manera escalonada: dos, luego tres y finalmente dos casi al finalizar el mes.
Pero en marzo llegó una libra al inicio y pasada la mitad del mes es que empezaban a distribuir el resto. Lo mismo con el azúcar —el Estado debía a mediados de marzo la mitad de la cuota (dos libras de cuatro)— y el aceite, que no había llegado. Tampoco se habían distribuido las diez onzas de frijoles, ni sal, ni nada más.
El Gobierno controló la distribución de dos libras de arroz por núcleo familiar en Mayarí "para combatir los precios abusivos", pero a 130 pesos la libra, 19 veces el precio oficial de la Tarea Ordenamiento.
Esto ha tensado el comercio del sector privado, que se abastece de los excedentes productivos de los campesinos y no puede responder a tanta demanda, máxime si la mano estatal entra a regular.
Como consecuencia, el arroz "por la libre" en los puntos de venta particulares, abundante hasta hace poco más de un mes, dejó de existir como oferta y esporádicamente se expende controlado por el Gobierno, a más del doble del precio topado anteriormente (55 pesos), ahora en 135 la libra. Pero la escasez activa el mercado informal y el precio alcanza los 200 pesos y más por apenas una libra.
"Lo peor es que, al perderse el arroz y ponerse tan caro, el sustituto tiene que ser la vianda… ¡y no hay viandas! La sequía ha destruido los platanales, se perdió la cosecha de boniatos y la de frijoles produjo poco. Por eso no bajan de precio", señala Idael, trabajador contratado en un punto de venta particular.
"Ayer me trajeron tres quintales de boniato y voló a 50 pesos la libra. Lo cogimos a 35 y ganamos algo de milagro, porque tenía su poquito de tetuán (una plaga que lo inutiliza para el consumo y que prolifera en la sequía). Daba lástima venderle una o dos libras a un viejitos que cuentan los pesos de a uno para ver si les alcanza. Los ancianos que no reciben remesas están pasando la de Caín en este país, da deseos de llorar".
"La semana pasada fuimos a un campo a comprar una boniatera entera (boniatal)" y el campesino "nos lo vendió a 850 pesos la lata (30 libras aproximadamente). Los vecinos querían comprar, pero ya estaba contratada. Y el campesino nos dijo que tenía vergüenza de venderles a sus vecinos el boniato a ese precio, una cantidad que hace dos meses se vendía en 150 pesos y ya estaba caro, pero que necesitaba el dinero para comprar lo demás que le hacía falta y tenía que hacerlo. No se podía dar el lujo de vender barato porque todo está caro. Y es la verdad, todo el mundo pasa por lo mismo", relata Idael.
En todo el país los gobiernos locales han vuelto a aplicar "precios topados" para, hipotéticamente, controlar la inflación y evitar lo que las autoridades llaman "precios abusivos". Sin embargo, la efectividad de esa estrategia, cíclicamente utilizada y también desestimada por ineficaz, es más populista que real.
El Gobierno de Mayarí ha anunciado que topará precios en los próximos días, lo que en la práctica conlleva más desabastecimiento y mayores subidas en el mercado informal.
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