¿Se está preparando un movimiento en los altos niveles del Partido Comunista de Cuba?

En una sociedad en la que por decreto constitucional se establece la rectoría de un partido político, por demás, el único permitido, constituye un contrasentido o una hipocresía afirmar que ese partido no esté presente en todas las facetas de la vida de la nación.

Semejante desaguisado lo observamos, por ejemplo, en la manera en que el castrismo se refiere a lo relacionado con el "proceso electoral" que se lleva a cabo en Cuba. El discurso oficialista insiste en que el partido no nomina a los candidatos a delegados a las asambleas municipales del Poder Popular, y que esa tarea les corresponde únicamente a los ciudadanos en sus localidades de residencia.

Sin embargo, conocemos que el Partido está detrás de todo ese entramado electoral. Casi todos los candidatos son militantes de ese partido (en más de un 90% de los casos), y que en muchas circunscripciones donde un solo candidato ha sido nominado, el Partido arregla la situación para que aparezca otro candidato y así haya posibilidad de efectuar una elección.  Es decir, para que la forma prevalezca ante la ausencia de contenido.

Pero si tuviéramos que ubicar una muestra elocuente del accionar protagónico del Partido Comunista (PCC) en el andamiaje de las estructuras del Poder Popular, no dudaríamos en señalar el momento en que ese partido celebra habitualmente los plenos de su Comité Central.
 
No es casual que los plenos del Comité Central del PCC se lleven a cabo inmediatamente antes de que se reúnan los diputados en cada sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Los mismos temas que van a ser tratados en el Parlamento, son analizados previamente por los miembros del Comité Central.

En el V Pleno del Comité Central del PCC, que se celebró por estos días, han trascendido los incumplimientos de la mayoría de los planes económicos en el actual 2022, así como las justificaciones expuestas por la jerarquía partidista para tales desaciertos. Entonces, aplicando el principio denominado como "centralismo democrático", cada miembro del Comité Central —que a su vez, y en su gran mayoría,  son miembros del Parlamento— tiene que hacer suyo el punto de vista aprobado en el Pleno. De esa manera, se garantiza salirle al paso a cualquier opinión divergente que surja en las discusiones de la Asamblea Nacional, en especial si el portador de ese criterio diferente no es integrante de la cúpula partidista.

Qué distinto sería el trabajo del órgano parlamentario cubano si no existiese la labor entorpecedora de ese partido. De donde se infiere que lo peor en Cuba no es la inexistencia del multipartidismo —algo, sin dudas, lamentable—, sino la existencia del unipartidismo.

Al margen de todas las calamidades que salieron a relucir en este Pleno, sobresalió la noticia de que en octubre del venidero 2023 se celebrará la Segunda Conferencia Nacional del PCC. De acuerdo con lo informado por Roberto Pérez Jiménez, jefe del departamento de Organización del PCC, "la conferencia tratará asuntos importantes de la política del Partido, con facultades también para incorporar nuevos miembros, separar o liberar a quienes considere necesario". (Granma,10 de diciembre).  

Esta declaración, que no cuenta con  muchos precedentes, sugiere la posibilidad de que se esté preparando un movimiento en los altos niveles del PCC. Tal vez Raúl Castro, consciente ya de la cercanía de su final en la jefatura de la maquinaria castrista, y ante el vacío dejado por el fallecimiento de su exyerno e incondicional Luis Alberto Rodríguez López-Calleja,  le haya indicado a Miguel Díaz-Canel cambios en la nomenclatura para dejar bien amarrado el negocio.