Durante décadas, el tránsito de huracanes por Cuba ha sido un comodín que usa el régimen para justificar la escasez de alimentos y productos básicos de todo tipo, la ruina en la que están hundidos los servicios públicos e incluso la represión policial contra una sociedad civil secuestrada entre la sobrevivencia y el hastío por la propaganda política.
"Los problemas en Cuba son estructurales; de ninguna manera un evento climatológico podría ser la causa del hundimiento de casi toda la infraestructura del país", opinó Araceli Vergara, licenciada en Derecho y vecina de Boyeros, uno de los consejos populares más afectados por la falta de electricidad tras el último colapso del sistema electroenergético, que las autoridades achacan al paso del huracán Ian por el occidente de la Isla.
"Desde mucho antes de la pandemia de Covid-19 quedó demostrado que ni siquiera un baluarte de la revolución, como el sistema de Salud Pública, ha escapado al desastre que generó un Gobierno paranoico y terco. Un Gobierno sobrepasado que ni siquiera puede asegurar servicios tan básicos como la recogida de basura, el abasto de agua potable, el alumbrado público, o los servicios necrológicos. Un Gobierno que tuvo que reconocer y ceder terreno a un mercado cambiario informal cada día más empoderado, y en medio de índices de inflación inéditos en el país".
"Entonces, ni Ian empeoró el panorama, ni el Gobierno podrá mejorar el drama cotidiano de los cubanos: la supervivencia, la incertidumbre de no saber si al día siguiente conseguirás alimentos", añadió Vergara, quien junto a su familia vive en un edificio múltiple de 30 apartamentos.
El motor del agua de su edificio se averió a consecuencia de los apagones anteriores al paso de Ian. El precio promedio de un motor de agua para estas edificaciones —y siempre en el mercado informal— ronda los 60.000 pesos, a razón de 2.000 pesos por apartamento.
Esta situación afecta a vecinos de edificios multifamiliares en toda La Habana.
"Como no existen tiendas del Estado donde los residentes de una comunidad puedan comprar este tipo equipamientos, somos presas fáciles de un mercado negro siempre muy surtido gracias a la corrupción", dijo Abelardo Maceo, vecino de San Miguel del Padrón, quien ejerce las funciones de "encargado del edificio".
"Yo no tengo cara para pedirle a mis 29 vecinos 2.000 pesos para comprar otro motor de agua. Eso es casi el salario mínimo [2.100] en Cuba. Logramos reparar el motor como pudimos, con remiendos, pero sabemos que no va a durar ni dos meses, menos si persisten los apagones. Este tipo de situaciones ocurren desde hace años, dentro o fuera de las temporadas ciclónicas. Que los medicamentos de mi hermana no lleguen a la farmacia hace tres meses y que tuviéramos que comprarlos en el mercado negro a precios exorbitantes, no es una afectación condicionada por el paso de un huracán, como tampoco lo es la escasez de cables y transformadores eléctricos", fustigó Maceo.
Desde la falta de disponibilidad de dinero en los cajeros automáticos, de uniformes escolares en las tiendas correspondientes, de condones en farmacias o centros relacionados con la salud pública; hasta la escasez de transformadores, cables eléctricos, retrasos en las transferencias bancarias e incumplimientos de planes de producción, los habaneros viven un panorama desolador en el cual, coincidieron los consultados, no interviene ningún fenómeno climatológico.
"En general, los servicios estatales están colapsados; por ende, la corrupción se está cebando con la gente gracias a una situación que está fuera de control, y no hay otra manera de sobrevivir que no sea participando de esa baraja", dijo Lucas, funcionario de una entidad subordinada a Comercio Interior.
"La prosperidad de los negocios privados y de los otros que controlan las Fuerzas Armadas va en sentido contrario al ingreso salarial promedio. La inmensa mayoría de aquellas cafeterías y restaurantes que todavía maneja el Estado a través de Comercio Interior, con ofertas que debieran ser más generosas con el salario promedio, están literalmente en quiebra. Esto ha resultado en una cifra significativa de trabajadores interruptos o desempleados, en medio de un retorno a la dolarización casi total del país. Ese es el país que había antes de Ian y que hay después de Ian", apuntó Lucas, y recordó que los aumentos salariales implementados como parte de la Tarea Ordenamiento, "subieron por las mismas escaleras que las tarifas de los servicios públicos más vitales: electricidad, agua potable y gas".
Un recorrido por La Habana permite corroborar las diferencias entre centros administrados por cooperativas o privados, y aquellos otros administrados totalmente por el Estado.
"La pregunta correcta es ¿qué sectores se recuperaron más rápido luego del huracán para restablecer sus servicios?", cuestionó Sergio Torrientes, quien ofrece desde hace diez años servicios de contabilidad y auditoría a negocios privados de primer nivel.
"No existe tal mala suerte en el mandato de Miguel Díaz-Canel, porque si alguna verdad ha dicho es, precisamente, aquella de que su Gobierno es continuidad. Eso significa, literalmente, apegarse a las mismas conductas económicas que asumieron sus predecesores y que llevaron a Cuba hacia un nivel de ruina y desastre impensables. La propia represión policial y militar contra los ciudadanos que protestan en varias provincias ante la prolongación del apagón nacional delató a un Gobierno que no cuenta ni con los recursos ni con las respuestas para dar soluciones a una población cansada. Su único recurso es la represión contra la sociedad civil, opositora o no", puntualizó Torrientes.
Las interrupciones en los servicios bancarios, que provocaron retrasos en las transferencias desde el exterior y dentro de la Isla, tampoco han extrañado a los habaneros.
"Eso es cotidiano: los cajeros fuera de servicio o sin dinero; las interrupciones en el sistema que paralizan todas las tiendas en MLC extendiendo el tiempo de cola; la demora en llegar de las transferencias", enumeró Idalmis Alarcón, vecina de Arroyo Naranjo, acotando que el huracán "Ian no empeoró el problema, sino que por primera vez vimos el problema desnudo".
"El aumento de los precios en las tiendas donde solo se admite divisas extranjeras no es una afectación que provoque un huracán. Que la red eléctrica nacional sea tan endeble que un evento ocurrido en Pinar del Río pueda ocasionar un apagón total en el resto del país, no es una afectación que provoque un huracán. Que los niveles de pobreza vayan en ascenso y que la migración alcance índices récord, no es una afectación que provoque un huracán".
"Lo que sí está claro, en medio de tanta oscuridad, es que los cubanos nos cansamos y ya no estamos dispuestos a continuar aguantado los palos callados. De poquito en poquito, pero nos cansamos", concluyó.
¡ QUÉ M¡ERDA DE PAÍS !
19 pesos las latas de alimentos donadas por el huracán y no alcanzan para todo los núcleos en la isla. El billete de Unión Europea y el de la ONU ya debe haber sido transferido a las cuentas de los generales en el exterior.
CADA PUEBLO TIENE EL GOBIERNO QUE SE MERECE,,,