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Trabajo

Trabajó 32 años, pero ahora este campesino cubano está sin jubilación y desamparado

'Yo solo quiero lo que me toca', reclama Cirilo Mosqueda Ramos, pero el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social se cruza de brazos.

Holguín
El campesino cubano Cirilo Mosqueda Ramos.
El campesino cubano Cirilo Mosqueda Ramos. Diario de Cuba

Cirilo Mosqueda Ramos, un anciano cubano de 72 años, ha trabajado toda su vida en las montañas de Mayarí, Holguín, "como un mulo, de sol a sol". Sin embargo, ahora no tiene jubilación porque su expediente laboral "se ha perdido" entre la Empresa Forestal-Maderas de Mayarí (MADEMA) y la antigua Empresa Pecuaria Municipal, hoy perteneciente a la Empresa Agropecuaria Guatemala.

"Entre ambas empresas agropecuarias sumé 32 años de trabajo, y eso que estuve un tiempo en Matanzas en busca de mejorías, pero el campo me jaló de nuevo", dijo Mosqueda Ramos a DIARIO DE CUBA.

Este campesino comenzó su vida laboral a los 13 años de edad. "Era normal en esa época que los muchachos trabajáramos. El jefe me decía que, si venía una visita y preguntaba, dijera que tenía 16 años", relató.

"Desde entonces no he parado de trabajar y, fíjate, no tengo derecho a una chequera (jubilación). De eso tengo testigos de sobra, todavía quedan compañeros de trabajo vivos y hasta los jefes", señaló.

"Caí en una trampa, porque hace 15 años comenzaron a abandonar los cafetales, que finalmente se perdieron en el monte, y embullaron a varios trabajadores a coger fincas en usufructo. Nunca nadie me dijo que podía pagar la Seguridad Social para jubilarme, sumado con mis años de trabajo", aseguró Mosqueda Ramos.

"Pero hace tres años entregué la finca en la montaña con todas las 'bienhechurías' a la Empresa Forestal, que es la dueña de la tierra, y ni siquiera me pagaron lo que debían. Fue una bagatela frente a lo que dejé sembrado y en explotación. Lo tuve que dejar porque era mucho el robo. Estaba trabajando más para los ladrones que para mí, y estoy muy viejo para aguantar eso".

"Quiero el dinero para comprarme una casita con la ayuda de mis hermanos, porque las casas están caras y no me alcanza. Lo duro fue al querer jubilarme, resulta que debía haber pagado la Seguridad Social como usufructuario, pero nadie me lo dijo. Y puedo hacerlo retroactivo, pero no encuentran mi expediente laboral en la empresa, y ahora me dicen que, como no aparece, pague los 20 años de trabajo retroactivos necesarios para coger tener una chequera. ¡21.000 pesos! ¡Qué barbaridad!".

"Si yo tuviera ese dinero no me interesaba jubilarme, ni anduviera detrás de una chequera. O ya me habría comprado una casa y no estuviera esperando a que mis hermanos puedan ayudarme. Ni el censo cojo, porque no tengo libreta de abastecimiento. Si no tienes casa, no te dan derecho a una libreta".

Según explica Mosqueda Ramos, ha visitado a la trabajadora social para que lo oriente en la gestión en el Ministerio del Trabajo y la Seguridad Social. "Me dice que no pueden hacer nada por mí, solo hacerme un trámite de una pensión como asistenciado social, pero que eso no lo aprueban fácilmente, que primero revisan si algún familiar obligado puede mantenerme. Le dije que no, porque yo he trabajado mucho toda la vida para depender de ningún familiar o del Estado. Yo solo quiero lo que me toca".

El caso de Mosqueda Ramos, tristemente, no es el único. Muchos ancianos cubanos carecen de pensiones, a pesar de haber trabajado durante decenas de años, solo porque antes de la edad de retiro, debido principalmente a los bajos salarios y problemas de salud, estaban desempleados.

Por ello, esos ancianos dependen de sus familiares, que con frecuencia tampoco tienen recursos económicos ni para ellos mismos. El salario en Cuba es irrisorio, apenas alcanza para cubrir mínimamente las necesidades de la persona que trabaja, mucho menos para sostener un hogar o a quienes la ley contempla como "familiares obligados".

Los cálculos del costo de la vida que hace el Gobierno se basan en estadísticas irreales. Por ejemplo, calcula que el arroz cuesta seis pesos la libra, pero realmente hay que comprarlo a entre 50 y 80 pesos. Para una libra de frijol, el Estado calcula 14 pesos, pero cuesta 50. Lo mismo pasa con servicios como el transporte público. Viajar en ómnibus urbanos cuesta un peso, pero no existen, así que los cubanos tienen que pagar 30 pesos por un trayecto a particulares.

Mientras tanto, Cirilo Mosqueda Ramos, un orgulloso hombre de campo, se niega a vivir de la caridad pública o familiar, y sigue luchando por sus derechos. Está peleando con la Empresa Forestal de Mayarí (su último trabajo) para que encuentren su expediente laboral, del cual solo le queda el número (039763), o al menos que reconozcan de alguna manera sus 32 años de trabajo.

A la par tiene que sortear el desdén y la poca sensibilidad del Ministerio de Trabajo y la Seguridad Social, donde, en vez de "pelotearlo" deberían ayudarlo a solucionar su problema.

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1 comentario

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Esa chequera la está cobrando un pillo ...