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Desabastecimiento

Santiago de Cuba: 'No nos vamos a morir de coronavirus, pero sí de dengue y de infecciones'

Residentes en la provincia consideran que viven en la 'indigencia médica' por la falta de fármacos para curar desde enfermedades leves hasta crónicas.

Santiago de Cuba
Consultando los medicamentos tachados y no tachados en el listado de una farmacia en Santiago de Cuba.
Consultando los medicamentos tachados y no tachados en el listado de una farmacia en Santiago de Cuba. A. A. Torreblanca

Para Rosa, este 2020 ha sido un año particularmente duro. Primero vio como su madre moría en el Hospital Saturnino Lora, de Santiago de Cuba, a causa de un infarto cerebral, sin que los médicos pudieran reanimarla. Luego llegó el coronavirus, y con él la batalla para acceder al Enalapril y al resto de los fármacos que necesita su hija de 13 años para sobrevivir a una nefritis lúpica que la deteriora de forma acelerada.

"El  tarjetón que regula la compra de esas medicinas no sirve de nada. Resuelvo con amistades. Hasta los médicos ayudan sacando las pastillas del servicio de Hemodiálisis. En ocho meses, solo he podido comprar sus tabletas en tres oportunidades. No se qué es peor: la falta de medicinas o la insensibilidad de los responsables", dijo extenuada.

Estela no esconde ni su escabiosis, ni el malestar que le provocan la negligencia y la falta de previsión de las autoridades sanitarias.

"En casa resolvimos con un remedio que nos dio un veterinario, mezclando Micocilén con Labiomend, un producto que se utiliza para curar a los perros de pelea. Si no lo es, está bien cerca de ser el colmo de las barbaridades que hacemos los santiagueros para quitarnos la sarna", aseguró esta ingeniera electrónica.

Rigoberto, recostado a la silla de ruedas de su hermano que padece cáncer, puso el dedo en la llaga: "Una cosa dice la prensa y otra bien distinta los médicos en los cuerpos de guardia, que recomiendan buscar en la medicina verde lo que el Ministerio de Salud ignoró a su debido tiempo".

La jubilada Margarita de Armas, vecina de Chicharrones y con una fístula sangrante, fue igual de enfática al expresar que "sentía vergüenza cuando llegaba a la farmacia y observaba la pizarra informativa llena de borrones".

Para Naomis, vecina del poblado de Boniato, la realidad es una: "Los santiagueros vivimos una odisea y no nos vamos a morir de coronavirus, sino de dengue y de infecciones. La indigencia epidemiológica, unida a la desnutrición, nos deja a nuestra propia suerte".

En ese contexto a la periodista oficialista local Betty Beatón se le ocurrió ponderar el título de Vanguardia Nacional recibido por el Laboratorio Farmacéutico de Oriente. A su juicio "ese colectivo enfrenta con éxito las limitaciones financieras y el deterioro industrial de su empresa".

La afirmación disparó los insultos y las quejas. El propio Jorge Orestes Fernández, director de la entidad, adscrita al Grupo Empresarial Biocubafarma, reconoció que el enfoque no era el correcto, pues la reportera "analizó con un solo perfil dos temas diferentes".  

Más a tono con lo que sufre y padece el pueblo, Rosa María Alcántara, jefa de Innovación Tecnológica, señaló que todas las líneas de producción de la empresa estaban afectadas, incluidos los 18 renglones de tabletas.

Por su importancia se refirió a los problemas para producir el citrato de potasio, un suplemento nutricional que trata y previene la litiasis renal, conocida popularmente como cálculos o piedras en los riñones, y en la línea de aspirinas, vital en la prevención de enfermedades cardio y cerebrovasculares.

No menos dificultades presentan la entrega de sueros de cloruro de sodio y dextrosa, que se utilizan en la atención a pacientes sospechosos y positivos de portar SARS-COV-2.

También hay escasez soluciones para hemodiálisis, las sales de rehidratación oral, las vendas enyesadas, el agua estéril para inyecciones y el Metronidazol, que contrarresta las enfermedades diarreicas agudas.

Maité Diéguez, directora adjunta del Grupo FarmaCuba, señaló a la prensa estatal que "a las tensiones generadas por una industria obsoleta se suman las dificultades para importar las materias primas y producir los más de 840 fármacos que conforman el cuadro básico de medicamentos de la Isla".

Según la directiva, "el problema no solo roza con cuestiones de índole financiero para adquirir los recursos indispensables que demanda la industria farmacéutica, sino con el deterioro de las plantas y el acoso que reciben las navieras extranjeras a la hora de transportar las mercancías".

Mencionó el ejemplo de una compañía que declinó cumplir el compromiso de trasladar los accesorios y piezas de repuesto hacia Cuba, debido a las presiones del Departamento del Tesoro de EEUU de imponer multas y limitar la entrada de sus embarcaciones a los puertos estadounidenses.

Sin revelar el nombre de esa naviera, ni de la que asumió el nuevo contrato, Diéguez afirmó que esa situación demora las soluciones y obliga al país a realizar erogaciones imprevistas en el mercado internacional, signado por la fluctuación de las ofertas y la creciente demanda global.

Por su parte, Adis Neyra, directora general de Farmacias, declaró que a nivel nacional  todas las líneas de producción están afectadas, con el peor escenario en las responsabilizadas con fabricar más del 70% de los medicamentos regulados.

Por momentos, dijo, hemos desmantelado un combinado —al término de su proceso productivo— para garantizar otros que cuentan con materia prima, pero sus piezas están rotas o son obsoletas.

El déficit de medicamentos es uno de los problemas que más golpea al pueblo y motiva opiniones encontradas, en buena medida porque durante los últimos tres años el Estado no ha podido resolverlo y sus explicaciones han sido tan inverosímiles como contradictorias.

En varias oportunidades Miguel Díaz-Canel ha prometido una estabilidad que no se ha cumplido y hasta el Parlamento cubano, al analizar el tema, ha sugerido erradicar la falta de previsión, el descontrol, las negligencias y las demoras innecesarias.

Mientras las farmacias están literalmente vacías, en el mercado negro se pueden encontrar a precios exorbitantes vitaminas, antibióticos, analgésicos, ungüentos, pomadas antimicóticas, entre otros.

Sin embargo, la situación más peliaguda tiene lugar en los hospitales y el nivel primario de salud, donde los médicos hacen malabares a la hora de confeccionar una receta y por lo general terminan sugiriendo a pacientes y familiares que pidan las medicinas a allegados en el exterior o que las compren por la "izquierda", en medio de un contexto epidemiológico marcado por el Covid-19 y otras enfermedades letales.

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4 comentarios

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Y de abstinencia alcohólica también, porque ni ron ni cerveza ya hay para mantenerlos entretenidos.

Primero de hambre y falta de higiene, y después de todas las plagas asociadas.

Han caído muchísimo en la escala de valores sociales y para colmo sin medicamentos ni comida.

....no son potencia medica?, no dicen q la medicina es gratis?, el embargo no incluye comida y medicinas....otro de los horrores de los comunistas....