"Por esas seis canastas llenas de trigo te doy esta cabra que da una leche estupenda."
"Cambio bolsa de leche por picadillo."
La primera de las frases anteriores era común entre los amorritas hace 4.600 años en la antigua Mesopotamia, unos 2.000 años antes de que se conociera el dinero. La de abajo es de una mujer en La Habana de hoy, 46 siglos después.
Tanto amorritas (o amorreos), como arameos, asirios, sumerios, acadios y otros pueblos que formaron parte de la civilización mesopotámica, incluida Babilonia, estaban lejos de imaginarse lo cómodo que iba a ser con el tiempo comerciar pagando con pedacitos de metal o de papel. Eso se hizo realidad en el siglo VII A.C. cuando en Lidia (hoy parte de Turquía) los griegos acuñaron las primeras monedas en la historia, una aleación natural de oro y plata conocida como electro. En esa misma centuria, un poquito después, en China vio la luz el papel moneda.
Desde entonces, mucho antes de la era cristiana, ya nadie tuvo que ir al mercado con una vaca o un par de ovejas, a ver cuántas ánforas de vino o cestas de trigo le daban por ellas.
Remontados al Medio Oriente anterior al Génesis de la Biblia
Ese ancestral tipo de trueque de los tiempos babilónicos ha vuelto a la vida en pleno siglo XXI en una soleada isla del Caribe donde se construye la "sociedad superior" socialista. Allí los habitantes han sido lanzados atrás en el tiempo y practican el intercambio comercial que existía en el Medio Oriente antes de que se escribiera el Génesis de la Biblia.
En Cuba hoy cambiar una "bolsa de leche por picadillo" es cosa cotidiana. Caridad Acea lo hace frecuentemente en La Habana. A sus 73 años se ha adiestrado en el manejo de las redes sociales para amortiguar la crisis alimentaria que la agobia.
A fines de agosto pasado dos periodistas independientes reportaron desde la capital cubana que Caridad antes de salir a la calle a "batirse" en las interminables y estresantes colas revisa Cambio y Trueque, el chat de Telegram (su sede principal está precisamente en el Medio Oriente, en Dubai) para saber si puede intercambiar con otra persona algo de lo que le dan en la bodega.
"Otra opción —explicó la anciana— es que si tú tienes el picadillo que yo quiero, y pides una bolsa de leche, y yo sé quién la vende, salgo, compro la leche y hago el trueque".
Las ofertas para el trueque son múltiples: "Cambio bolsa de leche de un kilogramo, sellada, papel sanitario, detergente y natilla de un kilogramo. Quiero perritos negros (color de la envoltura), jamonada de pollo, picadillo (pavo) Golden Maple. Centro Habana, sin transporte, pero me acerco a un punto medio" O "Cambio juguete súper héroe Spiderman Iron (15 CUC), necesito leche amarilla sellada, tres kilos".
En Argentina, durante la recesión más prolongada de su historia (1998-2002), hubo también trueques porque el Gobierno redujo drásticamente la masa de dinero en circulación (fue el llamado "corralito"), pero país capitalista al fin, al finalizar la crisis el comercio regresó a la normalidad moderna.
La "revolución" empuja hacia el atraso
En Cuba, en cambio, la crisis económica y multifacética, mucho más devastadora que la argentina, no termina nunca. Lleva ya 61 años agobiando a los cubanos y ahora se agrava a diario, al punto de que amenaza a la nación una hambruna.
La escasez extrema de todo, la falta de dinero por los miserables salarios, los exorbitantes precios vigentes en proporción a ese bajísimo ingreso per cápita, la dolarización con precios abusivos del comercio minorista medianamente abastecido, y otros factores, han remontado a los cubanos a Babilonia.
En este tipo de trueque milenario cubanizado, al igual que ocurría en Mesopotamia (hoy Irak, Kuwait, y partes de Turquía, Siria e Irán), el valor de cambio de cada producto lo fija su grado de escasez.
El cambio solo se realiza si el interesado se desprende de alimentos y productos igualmente escasos y valiosos como carne de res, de puerco, pollo, aceite, leche, harina, frijoles, huevos, arroz, café, así como jabón, detergente, pasta dental, papel sanitario y muchas otras cosas a veces inimaginables.
Lo más dramático es que muchas personas con enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión, problemas cardiovasculares, hepáticas, neurofisiológicas, o cáncer, ya están cambiando alimentos por ciertos medicamentos que están en falta en las farmacias estatales y que necesitan o corren el riesgo de morir.
Muchos de los enfermos crónicos son jubilados mayores de 65, 75 u 80 años que reciben pensiones que no sobrepasan los 16 dólares (400 pesos) mensuales y no les alcanzan ni para comer. Al tener que cambiar alimentos por medicinas cuidan de su padecimiento pero gravan su desnutrición crónica, que es también potencialmente mortal.
Como es lógico, el regreso en la isla caribeña al trueque casi cavernario se está extendiendo a otras provincias y va a seguir creciendo a medida que se agudice la escasez de todo en la Isla.
Va a seguir expandiéndose por cuatro razones: 1) economistas calculan que entre un 50% y un 55% de los cubanos de la Isla no reciben remesas del extranjero y prácticamente no tienen acceso a las tiendas que solo venden en dólares; 2) muchas personas disponen de tarjetas bancarias o dólares, pero los precios son demasiado altos, o no encuentran en las shopping lo que necesitan; 3) las tiendas que admiten CUC están desabastecidas; 4) los salarios son tan miserables que a muchas familias no les alcanza ni para adquirir la canasta básica de alimentos.
"El futuro pertenece por entero…" al trueque primitivo
Sin duda estamos ante otro "logro de la revolución" del cual estarían orgullosos Marx, Lenin, Gramsci, Mao, Pol Pot, Fidel Castro y el "Che" Guevara. Ellos no se imaginaron que el comercio sin necesidad del dinero, que tanto aborrecían Pol Pot y Guevara, se adelantaría tanto al comunismo que ellos aseguraban vendría luego de construir el socialismo.
Y de haber creído alguien en la consigna ideológico-delirante-poética de "El futuro pertenece por entero al socialismo", que tanto repetía el finado comandante en jefe, ya sabe con plena seguridad que cambiar leche por picadillo es parte de ese futuro.
Fue ese el "futuro luminoso" prometido por Fidel en abril de 1961, en la esquina de 23 y 12 en el Vedado, al quitarse la careta y proclamar el carácter comunista de "su" revolución. Un futuro en virtud del cual hoy los cubanos son más pobres que nunca antes en toda su historia, disponen cada vez de menos alimentos, medicinas y productos fundamentales, y ven angustiados cómo les acecha el hambre masiva.
El colapso de la economía es inevitable si el general Castro no desmantela el modelo económico estalinista-centralista y abre la economía, en grande, al sector privado y a las inversiones extranjeras. Pero como el dictador y su familia son millonarios y degustan las exquisiteces que les preparan sus chefs particulares, no se ve la luz al final del túnel.
Encima, la prensa estatal ataca a este intercambio primitivo que obligadamente es de primaria subsistencia, mediante el chat ya citado. Lo califica en plural de "huecos negros del comercio en Cuba".
No, el único "hueco negro" en Cuba, y monstruoso, es el crimen de lesa humanidad que comete a diario contra todo el pueblo cubano la dictadura militar comunista y neofascista que encabeza Raúl Castro, quien hace mucho tiempo debió ser llevado ante el Tribunal Internacional de La Haya.
Fidel como Ubre Blanca babilónica alada cambiando la vaca por la chiva! Ayyy que me parto!!
Formidable la ilustración, con el Fidel Castro babilónico conduciendo a los cubanos hacia al atraso socialista que él presentaba como futuro luminoso
Cambio mi Moco Pegado por Biden para Presidente.
Mariela Mirabal Espín.
Dentro de poco sólo van a poder cambiar piedra por marabú. Atentos al pedrusco enorme que hay en Santiago de Cuba.
Cambio al Chiva Gerardo por una vaca.
¡¡CAMBIO RÉGIMEN MAFIOSO DE LA HABANA POR BOLSA DE MIERDA!!
Un anuncio de Mocopegao en esa red de trueque podría ser: cambio langosta, que no me gusta y como por obligación, por caviar iraní.