El castrismo confirma su naturaleza imperialista

Con el apoyo del castrismo a la invasión de Rusia a Ucrania, el régimen cubano ha ido mucho más allá de lo que censuraba José Martí: "Ver con calma un crimen es cometerlo".

No solo guarda silencio ante un gran crimen contra la humanidad, sino que lo respalda, se solidariza con él. Defiende la peor agresión imperialista que ha habido en el planeta desde que Hitler invadió Polonia en septiembre de 1939 y desató la Segunda Guerra Mundial, la más devastadora en la historia humana.

Aunque torpemente suavizado con algunas abstenciones en la ONU para no cerrarse del todo las puertas de Europa, ha sido muy evidente el apoyo castrista a Putin y su invasión rusa en Ucrania saltan por el aire las máscaras antimperialistas y "revolucionarias" que en los años 60 inventaron Fidel Castro y el Che Guevara.

Ha quedado al desnudo el fariseísmo de la "lucha antimperialista", la "liberación de los pueblos oprimidos por el imperialismo yanqui", "la defensa de la soberanía y la libre autodeterminación de los pueblos", la Conferencia Tricontinental de La Habana, el llamado guevarista a "crear dos, tres muchos Vietnam" para acabar con el imperialismo, y otras banderas que disfrazaban las entrañas imperialistas castristas.

Por eso resulta indignante el argumento de Miguel Díaz-Canel, asistente principal del general Castro, quien para fundamentar el respaldo a la guerra imperialista contra el pueblo ucraniano alega: "el que en estos tiempos no sea antimperialista, no puede comprender los problemas que están pasando en el mundo ni en el país".

Y peor aun. Ahora a los niños y adolescentes en las escuelas primarias y secundarias de Cuba los maestros les enseñan que la guerra en Ucrania fue provocada por EEUU, que el agresor allí es Washington, que Rusia solo ejerce su derecho a defenderse del ejército y los nacionalistas ucranianos, que Putin es bueno, pues lo que quiere Putin es que a Rusia la OTAN no la cerque militarmente y la amenace con armas nucleares.

Así lo afirman los profesores en clase, so pena de ser despedidos o sancionados: que son los ucranianos los que quieren someter a los rusos. Queda ahora más claro que nunca para ingenuos e izquierdistas que en el léxico de "la revolución cubana" los vocablos imperialismo, antimperialismo e invasor solo existen si se aplican contra EEUU; que el ejército de un país "amigo de Cuba" jamás es invasor, no importa que masacre salvajemente a un pueblo extranjero para someterlo.

El concepto de imperialismo de Lenin es una engañifa

Para intentar confundir a los cubanos, el "presidente" Díaz-Canel ha sacado del baúl el torcido concepto de imperialismo que inventó Lenin en su ensayo propagandístico  El imperialismo, fase superior del capitalismo (1916), según el cual el imperialismo no es la expansión de una potencia militar con una guerra de conquista para someter otros pueblos, sino la etapa más avanzada y "final" de la concentración de capital.

Falso, eso fue una engañifa mayúscula. ¿Quién cree hoy esa idiotez? La concentración e inevitable internacionalización (globalización) del capital y la economía es inherente al avance de la civilización moderna. Es un proceso inexorable que, además, se ha disparado con la revolución tecnológica, cuya piedra angular es internet. La globalización de la economía es simplemente una necesidad. Es algo imprescindible, y punto.

Pero según la tesis del tocayo de Putin, desenterrada 106 años después por el ayudante de Castro II, solo los países capitalistas más desarrollados, con EEUU al frente, son imperialistas. Y no es nada imperialista la expansión geográfico-militar de Rusia para someter a Ucrania.

Claro, en los diccionarios se lee algo muy distinto: "Imperialismo es un régimen de dominación política en el que una potencia militar extiende sus dominios sobre otros pueblos o Estados por medio de la fuerza…"

Un ejército “amigo de Cuba” jamás es invasor

Nada de esto es realmente una novedad. En agosto de 1968 Fidel Castro apoyó la invasión imperialista soviética de Checoslovaquia lanzada con 170.000 soldados y 4.600 tanques para derrocar al presidente liberal Alexander Dubcek y acabar con las reformas liberales que se estaban realizando allí para construir un "socialismo con rostro humano".

Castro I esperó 72 horas para dar su respaldo a la invasión porque sabía que eso alejaría a parte de la izquierda internacional moderada que apoyaba a la "revolución cubana". Pero necesitaba el dinero obsequiado por el Kremlin para mantenerse en el poder y no lo pensó mucho. Arrojó un jarro de agua fría sobre el pueblo cubano que esperaba al fin cambios profundos en la Isla.

Entonces el tirano argumentó: "Lo esencial que se acepta o no se acepta, es si el campo socialista podía permitir o no el desarrollo de una situación política que condujera hacia el desgajamiento de un país socialista y su caída en brazos del imperialismo. Y nuestro punto de vista es que no es permisible y que el campo socialista tiene derecho a impedirlo de una forma u otra".

Cualquier parecido con el pretexto de su hermano Raúl y su amanuense Díaz-Canel no es pura casualidad. La sustancia es la misma: país "amigo de Cuba" que invade a otro para someterlo por la fuerza hace muy bien, no es imperialista. En fin, que lo mismo hace 54 años, que hoy, Moscú tiene derecho a invadir a quien le dé la gana.

El imperialismo castrista ha intervenido en 22 países

Pero lo más importante aquí es que el castrismo no solo es proimperialista al apoyar la invasión rusa de Ucrania, y antes la de Checoslovaquia, sino que es imperialista por sí mismo, por su propia naturaleza.

Tras la independencia de España y Portugal, jamás un país del hemisferio occidental ha sido más intervencionista e imperialista que la Cuba castrista. La dictadura de los Castro desde 1959 ha intervenido militarmente en 22 países, 16 países de ellos latinoamericanos (seis más que las diez intervenciones de EEUU a lo largo del siglo XX) y seis en naciones de Africa y Medio Oriente.

Es decir, el gobierno "antimperialista" de los Castro es el más imperialista de América. El que más ha intervenido y sigue interviniendo militar y políticamente en las naciones de este continente. El que más ha violado, y viola, la soberanía nacional de los países vecinos.

Para empezar, desde hace 20 años La Habana dirige la dictadura de Venezuela, donde tiene destacados decenas de miles de cubanos entre funcionarios gubernamentales claves, y militares, incluyendo generales, coroneles y oficiales de contrainteligencia que son los que trazan la estrategia represiva y de supervivencia del autoritarismo de Nicolás Maduro. Y no olvidemos la intervención militar cubana en la isla de Granada, donde de hecho los Castro dirigieron el Gobierno de Maurice Bishop en los años 80.

Los 16 países a los que el castrismo ha hollado su soberanía militarmente, con tropas o con guerrillas rurales y urbanas, son Panamá, República Dominicana, Bolivia, Venezuela, Colombia, Perú, Uruguay, Chile, Paraguay, Brasil, Argentina, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala y Granada. Del otro lado del Atlántico intervino en Angola (unos 70.000 soldados cubanos en el terreno simultáneamente, con 1.000 tanques, 600 carros de combate, 1.600 piezas de artillería), Congo, Etiopía, Namibia, Argelia y Siria.

La conclusión aquí más irónica no puede ser. Díaz-Canel tiene razón, pero al revés. Ni él, ni el dictador Raúl Castro, ni nadie de la claque dictatorial castrista es en verdad antimperialista. Por eso ninguno de ellos es capaz de "comprender los problemas que están pasando en el mundo ni en el país".

Todos ellos son, no solo proimperialistas, sino imperialistas, pues eso es en definitivas el "internacionalismo revolucionario" que ha practicado y practica la dictadura castrista con su intervencionismo militar y político, al punto de que La Habana y sus servicios de inteligencia hoy dominan o influyen decisivamente en los sistemas políticos de muchos países de América Latina y hasta socavan o acaban con gobiernos democráticos.

Y son alabarderos y cómplices del imperialismo ruso, que con la invasión de Ucrania ha exacerbado el criminal de guerra y nuevo zar de todas las Rusias, Vladimir I.