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#15NCuba

27N, 11J, 15N: Cuba está despertando lentamente

Estos eventos sucesivos no son el último aldabonazo, pero son pequeños llamados a la conciencia pública, que se ve forzada a replantearse su pasividad adaptativa.

La Habana
Fuerzas de represión en el Paseo del Prado, La Habana, 15 de noviembre de 2021.
Fuerzas de represión en el Paseo del Prado, La Habana, 15 de noviembre de 2021. afp

En el grupo de WhatsApp del aula de mi hijo de secundaria, las madres indagaban sobre cuán seguro era llevar a sus muchachos a la escuela el pasado lunes 15. Se hablaba de violencia y vandalismo, pero también de policías llevándose a adolescentes de las calles. Finalmente, se ausentó más de la mitad de la matrícula, y muchos de los que asistieron lo hicieron acompañados de adultos.

El 15N fue también el reinicio de las clases presenciales para mi niña pequeña que, tras casi dos años de distanciamiento social, ansiaba, como sus amiguitas, volver a la escuela. Se esperaba gran concurrencia; sin embargo, entre los tres grupos de tercer grado la asistencia no llegó a 20 alumnos.

No es cuestión baladí que la convocatoria a una marcha pacífica haya generado tal psicosis paranoica en la sociedad. De hecho, lo que vimos fue la manifestación del miedo visceral, intenso y desproporcionado, latente en los cubanos a resultas de seis décadas de indefensión ante el totalitarismo.

La histeria colectiva del pasado lunes, reflejada en el ausentismo escolar o en negocios que no abrieron —respuestas extremas a un hecho relativamente pequeño y aislado— ha desnudado la psiquis de la nación… y no es bonita.

Los cubanos han "aprendido" a tolerar pasivamente la opresión. Tienen la sensación subjetiva, el convencimiento, de que nada pueden hacer para cambiar su destino. De ahí que su respuesta adaptativa sea el acomodamiento y no la confrontación. De ahí que crean inútiles y no se sumen a los intentos por cambiar el país. Por el contrario, son hostiles con aquellos que proponen una alternativa a la pasividad, pues la rebeldía del otro les recuerda la cobardía propia.

Demostrada la imposibilidad del castrismo para ofrecer un mañana mejor, ese proyecto político no tiene influjo hacia el futuro y ya nadie participa con convicción en la construcción colectiva que otrora inspiró a tantos. Por eso los cubanos no viven, se limitan a sobrevivir, pero eso le basta a un régimen que, consciente de su propia descomposición acelera el despojo, mientras intenta sostenerse a base de miedo y desesperanza.

Eventos como el 11J, el 15N o los altercados frente al Ministerio de Cultura (27N) no serán el último aldabonazo, pero son pequeños llamados a la conciencia pública, que aun disgustada y deprimida, se ve forzada a mirarse a sí misma y replantearse su pasividad adaptativa ante el ejemplo, el martirio, de aquellos que se rebelan.

Pero el camino ejemplarizante es largo, pues para los cubanos comunes el coste psíquico de adquirir un nuevo conocimiento que les explique su realidad excede las ventajas que aportaría poseerlo. La prisión es más incómoda cuando se sabe que es una prisión, mientras que enajenados, las cadenas son más llevaderas.

La pregunta que domina el inconsciente de la nación es: ¿Para qué conocer la maldad del sistema, si no puedo cambiarlo? Aun cuando la mayoría jamás se la formule explícitamente, la asume, y su propia enunciación en primera persona del singular es la clave de por qué los cubanos actúan como si, efectivamente, no pudiesen alterar su realidad.

La destrucción de la sociedad civil, culminada en la eliminación de la propiedad privada y de todo asociacionismo horizontal independiente al Gobierno, es la razón por la que cada cubano, aun en su sandunguera sociabilidad vecinal y festiva, es un ente aislado incapaz de aunar una respuesta colectiva que equilibre la actual asimetría de poder entre gobernados y gobernantes.

Aun hoy, cuando en la accesible internet hay generadores de contenidos que desnudan las perversiones del sistema castrista y ofrecen alternativas creíbles, esta información cala poco en el pueblo, pues hay un rechazo espontáneo y automático a "conocer", convencidos de que de nada les valdría ese conocimiento.

Pero el miedo y la desesperanza son sentimientos evocados desde el pasado, y por más efectivo que sea el bombardeo propagandístico gubernamental, se irá desmoronando ante la realidad que lo desmiente. El ahora y el futuro, son cada vez más del dominio de quienes se oponen al miedo y la desesperanza.

Toda acción es intención, y toda intención necesita objetivo, pero no hay objetivos cuando la parálisis domina el alma, por ello, lo primero es estremecer al pueblo normalizando la confrontación constante para forzar a que la bestia totalitaria muestre su verdadera cara, para que cada vez más cubanos, indignados, vean la realidad por lo que es y abandonen su autoimpuesta ignorancia.

Sí, el 15N ganó el miedo, el Gobierno totalitario amenazó, humillo, acosó, denigró, mintió, intimidó, encarceló, utilizó toda su maquinaria de fuerza y mentira para vencer, porque ya no puede convencer. El 15N ganó el castrismo, pero como diría aquel famoso general griego: "Otra victoria como esta y volveré solo a casa". Con cada victoria, el castrismo se queda más solo, dentro y fuera del país.

Para despertar al pueblo y ganar, se necesitan muchas derrotas como la del 15N.

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10 comentarios

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Ambulancias no hay,pero camiones repletos de esbirros si...

No creo que el 15N haya sido una derrota. Si Yunior sale a caminar ese dia y se le suman solo tres o cuatro gatos entonces si hubiera sido una derrota vergonzosa. La dictadura tuvo que emplearse a fondo (mentiras, mitines de repudios, presiones de todo tipo, asesinato de reputacion, etc) para intimidar a todo un pais y evitar que miles se le unieran a Yunior en su caminata.

Para conocimiento de todos: el indigno que escribe con el nickname de Tanque T-34 es el despreciable Arnaldo Miguel Fernández Díaz, uno de los tipos más repulsivos que escribe en algunas webs de temas cubanos y que comenta bajo múltiples nicknames. En concreto el que usa aquí, es un muy ilustrativo ejemplo de la catadura moral de éste sujeto en una de sus manifestaciones más siniestras: su misoginia, en concreto su odio contra la Dra. Azor

Profile picture for user Ana J. Faya

Dice la autora: "No es cuestión baladí que la convocatoria a una marcha pacífica haya generado tal psicosis paranoica en la sociedad". Me parece que la sicosis paranoica la provoca el régimen, la ha provocado siempre, no la Marcha del 15N.
Dice: "Tienen la sensación subjetiva, el convencimiento, de que nada pueden hacer para cambiar su destino.". Y por qué salieron miles a las calles el 11J si no era para cambiar en algo el status quo?
Esta otra afirmación, "¿Para qué conocer la maldad del sistema, si no puedo cambiarlo?", no explica las decenas de miles de cubanos pegados a Fb o a las redes buscando lo que los medios oficiales no brindan.
Este pesimismo que transpira el artículo de Rafaela Cruz parte de una visión que no es la que he tenido desde San Isidro, el 27N, el 11J, y el 15N. Las razones que dieron lugar a todas esas manifestaciones están ahí, intactas por el régimen.

Profile picture for user Tanque T-34

Quienes no acaban de despertar son los que aún piensan que con perfomances como estos van a cambiar el régimen.

Tanque, tú eres ñángara HP. ¿Por qué no te vas pa' Cuba a pasar hambre?

Profile picture for user Amadeus

Tanqueta__ Ya tú tienes turno en la lista.

Profile picture for user Amadeus

Por cierto, si se fijan bien , en los camiones militares van gente de civil. No comments.

Profile picture for user Amadeus

Excelente Rafaela. Akhbar!!

Estremecedor