En plena resaca de las protestas sociales generalizadas en todo el país, la Mesa Redonda del miércoles ha deparado sorpresas. El primer ministro Marrero ha anunciado la decisión del Gobierno comunista de dar un nuevo tratamiento arancelario a la importación de alimentos, aseo y medicamentos por las personas naturales, lo que supone, prácticamente. la plena liberalización de estos productos en frontera, traídos a la Isla por los particulares. Vuelven las mulas, y esta vez con fuerza.
La fórmula que se ha decidido va más allá del método Malmierca para la importación y exportación de los agentes privados, ya que no será necesario contar con un intermediario estatal para realizar las operaciones. La ganancia es toda para quien realiza la importación lo que incrementa el incentivo para dedicarse a la misma. En tales condiciones, el Gobierno autoriza, de forma excepcional y con carácter temporal, la importación, como equipaje de los pasajeros, de alimentos, productos de aseo y medicamentos, sin límites de cantidad y libres de pago de aranceles. En este punto, conviene recordar que también las tiendas en MLC fueron presentadas en su día como un proceso temporal y excepcional y ahí están funcionando ya casi dos años.
De modo que, a partir del lunes 19 de julio, y de momento hasta el 31 de diciembre (pero seguro que se ampliará el plazo) cualquier persona que vaya a Cuba procedente del extranjero puede llevar consigo la cantidad de alimentos, productos de aseo y medicamentos que desee. El límite no lo pone Cuba a través de su Aduana, sino la aerolínea en la cual viaje, cuyas bodegas van a convertirse en auténticos almacenes de carga, una vez que se sienten las bases de este negocio.
El Gobierno pretende que los productos que lleguen al país estén diferenciados en el equipaje para poder obtener el beneficio, ya que la Aduana no quiere que estén mezclados con otras pertenencias. No será necesario. La carga irá diferenciada y en unas condiciones adecuadas para su transporte. Ya ha ocurrido antes y volverá a ser igual.
Con esta medida, el régimen asume un hecho evidente: es incapaz de mantener la oferta de alimentos, productos de aseo y medicamentos por medio de la intervención estatal, y traslada dicha función al sector privado. Los cubanos que se dediquen a esta actividad estudiarán las necesidades de sus clientes, dispondrán de los espacios para la comercialización posterior, saldrán al extranjero a aprovisionarse y a la vuelta venderán con beneficio, para poder realizar un siguiente viaje. Y lo harán sabiendo que, gracias a su trabajo, muchas familias pueden comer, asearse y tomar medicamentos que el régimen estatal es incapaz de suministrar. Y, además, con una ganancia motivadora que los llevará a volver a realizar las operaciones. Es una derrota en toda regla, sin duda importante, del Gobierno comunista, porque la magnitud del negocio, aunque no se dispone de datos oficiales, es elevada, y obliga a compras frecuentes. Y el Gobierno se queda sin su parte.
Muchos cubanos saben que, gracias a esta medida, el acceso a los bienes de alimentación, de aseo personal y la novedad esta vez de las medicinas, se va a ver muy favorecido, desapareciendo la escasez que existe en la actualidad. Poner el comercio en manos del sector privado es una decisión importante, en la línea correcta, que puede ayudar a destensar, y mucho, el colapso económico que existe en la Isla. Hay muchas actividades en la economía cubana que podrían seguir este mismo camino y mejorar en su eficacia y productividad.
Además, en contra de lo que pudiera pensarse de que esta medida se plantea como un calmante de las protestas sociales iniciadas en el país el pasado día 11, no parece que sea así. Es importante tener en cuenta la estrecha relación que guarda esta medida con la acordada hace unos días, consistente en prohibir los ingresos en dólares en efectivo en las cuentas bancarias. Ya en su momento, se indicó que aquella medida iba a provocar un aumento del mercado informal de todo tipo de bienes y servicios, a la vez que la demanda de dólares se iba a mantener. Si esos bienes no se producen dentro del país, lo lógico es ir a buscarlos al exterior. Esta vez el régimen comunista ha actuado con lógica económica. Rara vez suele ser así.
Además, al no poder reponer los saldos de las cuentas que respaldan las tarjetas, la gente no podría comprar en las tiendas en MLC, de modo que no tendría más alternativa que recurrir al mercado informal. Ya llegó el momento. Los cubanos que salgan rumbo a Haití, República Dominicana, Mérida o Panamá, volverán a la Isla con bienes suficientes para paliar las necesidades de alimentos, aseo y medicamentos, compensar el coste del viaje y su trabajo, y empezarán a venderlos en los lugares donde antes realizaban las transacciones valiéndose de una licencia de trabajo por cuenta propia.
El Gobierno debería reflexionar sobre este cambio tan relevante para la economía cubana y privatizar la actividad comercial en su totalidad. El siguiente paso debería ser la inversión extranjera en el comercio privado cubano, y la entrada en el país de las franquicias. No hacerlo es perder el tiempo de forma absurda defendiendo lo que ya no tiene futuro.
Cabe esperar de estas medidas un auge importante de la actividad comercial, y además en un periodo de tiempo muy breve, que irá acompañada, al mismo tiempo, de una menor presión de la demanda sobre la oferta de las tiendas en MLC, lo que suavizará la urgencia que tiene el régimen de contar con suficientes divisas para realizar las reposiciones de productos en las tiendas en MLC.
La libertad económica y la competencia siempre traen consigo prosperidad y mejora de la economía, y esta vez, ocurrirá. El régimen ha anunciado que se mantienen las regulaciones establecidas por las autoridades fitosanitarias y veterinarias, para determinados productos que pueden implicar riesgos de introducción de enfermedades que afecten la salud de las personas, animales o plantas. Se advierte, además, que el nuevo tratamiento arancelario no incluye a los viajeros que lleguen al país por los aeropuertos de Varadero o Cayo Coco, que seguirán sujetos a las medidas adoptadas recientemente, relacionadas con el control sanitario de Covid-19, y solo podrán traer consigo una maleta. La participación de mulas en esos vuelos que son de turistas siempre ha sido limitada.
Salvo dicha excepción, el comercio minorista de bienes de gran demanda y que tienen un peso elevado en el gasto total, pasa a manos privadas. Las ventas en tiendas minoristas de alimentos alcanzaron en 2019, un total de 11.714 millones de CUP. No me extrañaría que el régimen ya esté pensando en cómo obtener ingresos para el Estado de esta actividad.
Este "gran economista" se fue con la de trapo; esto no cambiara nada ni mejorara la situacion en Cuba , el volumen de mercancia que aumentara con esta medida es extremadamente insuficiente ; si me dijeran que cualquiera puede comprar 20 contenedores llenos de mercancias y comercializarlos en Cuba las cosas serian distintas ; pero esta medida es fuego artificiales y la dictadura lo sabe.
El gobierno cubano sigue exprimiendo a los cubanos en el exterior.
Pues lo que se impone es un Ferry donde los mulas puedan viajar con contenedores ....
Que mulas ni leches. Esta bueno de mendigar y seguir tratando a los cubanos como mendigos. Carajo.
Queremos libertad y no pacotilla. Alto y claro.
En desacuerdo total con Elías, esto no resuelve la escaces, esto encarece aún más las cosas, esto crea diferencias abismales entre cubanos, esto promueve los viajes en el peor momento, y esto sí está claramente determinado por las protestas, nada q ver con lo de los dólares.
No la resuelve pero la atenúa, estan jugando con la practica ya instalada entre los cubanos de la mulas etc.
Es curioso notar que justo dos dias antes del 11 julio en Panama decidieron restituir la visa de turismo para los cubanos, es decir el visado de comprador a la Zona del Canal (https://www.directoriocuban…).
Parece que habia ya algun tipo de comunicacion entre los dos gobiernos, y los panameños sabian que en Cuba iban a permitir la entrada sin aranceles de esos articulos.
Elias tiene razon en decir que la medida ya la venian cocinando antes de las protestas.