¿Acaso hay una colonización cultural mala y otra buena?

Como conocemos, los aguerridos muchachones del aparato cultural del castrismo llevan a cabo en los últimos tiempos una batalla frontal contra lo que denominan "colonización cultural", un concepto que engloba, en lo fundamental, a toda influencia que provenga de Occidente.

Aquí se incluye la música, el cine y cualquier festividad que la maquinaria del poder estime que nada tiene que ver con la idiosincrasia del cubano. Y, por supuesto, no podían faltar en esta lista ciertos valores universales, como la defensa de los derechos humanos, la democracia representativa, las libertades individuales, y las relaciones de mercado en la economía. Valores ignorados por el régimen cubano, al pretender que son bastiones de Occidente, ajenos a las prácticas del socialismo cubano.

Si lo anterior forma parte de lo que el castrismo considera una colonización cultural "mala", por estos días estamos presenciando lo que para el régimen sería una colonización cultural "buena". Nos referimos a la creciente penetración rusa en todos los sectores de la vida nacional, que como es lógico suponer, cuenta con el visto bueno de las vacas sagradas de la cultura oficial.

Un breve repaso a lo que ha publicado la prensa oficialista en días recientes confirma la rusificación paulatina de la vida nacional. El pasado miércoles 13 el diario Granma informaba de la inauguración del Centro de Información Conjunta entre el Instituto Energético de Moscú y la Unión Eléctrica de Cuba. El objetivo es la formación de personal altamente calificado para gestionar nuestro sector energético.

El jueves 14, el propio diario recogía la llegada a Cuba, y su recibimiento al más alto nivel, del ministro ruso para la Protección Civil, Emergencias, y Eliminación de las Consecuencias de Desastres Naturales, teniente general Alexander Kurenkov. Una visita que tiene entre sus objetivos fomentar la capacitación de los bomberos, rescatistas y otras disciplinas en el Centro Regional de Entrenamiento, Salvamento y Bomberos cubano-ruso. El mandatario Díaz-Canel, encantado de recibir al dirigente ruso, exclamó: "Siempre la mano solidaria de Rusia apoyando a Cuba".

También el rotativo Granma se hacía eco el sábado 16 de la celebración de los Días de la Cultura Espiritual Rusa en Cuba, que tuvo lugar, entre otros escenarios, en la sala Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba, con la presentación de un conjunto juvenil de canto y danza de esa nación euroasiática.

A todo lo anterior hay que agregar el aumento de vuelos de turistas rusos llegados hace poco a Varadero, quienes además de disfrutar de nuestras bondades de sol y playa, aspiran a "interactuar con la población cubana". Rusia, con sus más de 140.000 visitantes hasta el mes de septiembre, ya clasifica como uno de los países que más turistas aportan a los hoteles cubanos.

La habilitación en nuestro país de las tarjetas rusas de pago MIR desde diciembre de 2023, ha sido un catalizador para la llegada masiva de ciudadanos rusos a la Isla.

Al paso que vamos, solo falta la enseñanza del idioma ruso por nuestras emisoras de radio, así como el gradual incremento de las películas y los muñequitos rusos en nuestros canales de televisión. De esa manera estaríamos acercándonos a lo sucedido durante la etapa de sovietización que padeció Cuba durante los años 70 y 80 de la pasada centuria.  

La propaganda castrista nos tiene acostumbrados a esa especie de doble rasero que suelen aplicar en la evaluación de ciertos acontecimientos. Por ejemplo, cuando se produce algún atentado o hecho violento contra sus intereses, enseguida lo califican como un acto terrorista. Pero las bombas que ponían los que se oponían a Batista antes de 1959, eran simplemente actividades de la lucha revolucionaria. O sea, los primeros serían "terrorismo malo", mientras a los segundos los podrían llamar "terrorismo bueno".

Entonces nada tendría de extraño que la colonización cultural de Occidente sea "mala", mientras que la rusa sea contemplada por los jerarcas del castrismo como "buena".