Opinión

La insostenibilidad de la energía sostenible para Cuba

¿Cuánto costaría a la Isla el salto tecnológico a las energías renovables que el castrismo promete?

Calle de La Habana Vieja. Diario de Cuba

Nos toman por idiotas, pero en el sentido griego: sujetos ajenos a la vida pública de su polis. Sin derecho a participar en la política del país, los cubanos somos, literalmente, idiotas, y como idiotas que somos puede este Gobierno, aun incapaz de mantener la generación de electricidad con una tecnología desarrollada en el siglo XIX, pedirnos que le creamos listo para instalar costosísimas tecnologías del siglo XXI.

Inaugurando recientemente el Tercer Salón Internacional de Energías Renovables, Vicente de la O, ese ministro de Energía y Minas que mal administra la oscuridad en Cuba, afirmó que "sin el desarrollo de las fuentes de energía renovable" no se puede "construir un socialismo próspero y sostenible". No fue un chiste, lo dijo serio, como serios decían que en las tiendas en MLC jamás venderían artículos de primera necesidad, o como serios dicen que Cuba está mal por culpa de ese licuado embargo al que llaman bloqueo.

De socialismo próspero hablaba De la O a menos de una semana de que se anunciara que, por culpa del "bloqueo" —¿qué otra razón podría haber?— el Gobierno reduciría el tamaño del pan de la libreta porque no ha sido posible importar harina. Y si, por la razón que sea, son incapaces de importar algo tan básico, ordinario y barato como harina para pan, un alimento que tiene 9.000 años, ¿cómo van a importar las costosas piezas, partes, equipos y repuestos que continuamente requeriría una red eléctrica basada en ultramodernas fuentes renovables? Socialismo, próspero, sostenible… idiotas.

Pretender que el Gobierno que ha retrotraído a Cuba al neolítico será el mismo que la convierta en un moderno país alimentado íntegramente por energía limpia, no puede ser más que una treta propagandística para ofrecer soluciones irreales a problemas reales para los que no tienen solución alguna, además de uno más de los muchos chanchullos con los que el castrismo "araña" milloncitos de la ONU y otras organizaciones internacionales.

Y es que, teniendo en cuenta que el costo medio internacional de instalar un kilovatio de energía renovable oscila entre 1.000 y 5.000 dólares —usando fotovoltaica y eólica—, reconvertir la actual capacidad instalada de generación eléctrica en Cuba, 6.000 MW (megawatts), costaría entre 6.000 y 30.000 millones de dólares, más otra cifra similar indispensable para modernizar la red eléctrica e instalar baterías de almacenamiento, pues las energías renovables no generan de manera continua y estable.

Pero aunque delirante, es a la total conversión a renovables a lo que dice el castrismo que aspira, su compromiso oficial es que para 2030 Cuba producirá el 24% de su electricidad con fuentes limpias. Pero para llegar a tal porcentaje de generación eléctrica partiendo desde el actual 5% de energía renovable ya instalada, el Gobierno tendría que dedicar durante los próximos cinco años alrededor de 1.200 millones de dólares anuales solo a este tema, entre parques solares y eólicos, campos de baterías y renovación de una red eléctrica quintomundista.

Convirtiendo a pesos esa cantidad, aun usando el infravalorado tipo de cambio oficial estaríamos hablando de unos 144.000 millones de pesos que se necesitarían anualmente, una cifra cercana al 44% de los ingresos totales del presupuesto del Estado en 2024 ¿Es siquiera imaginable dedicar casi la mitad del presupuesto nacional exclusivamente a esto, cuando los sistemas de salud, educación, seguridad social (y casi todo lo demás) están quebrados?

La ecuación es simple. Primero, el país necesita, utilizando la matriz energética actualmente instalada, basada en tecnologías termodinámicas, desarrollar una economía capaz de producir un PIB suficiente para cubrir sus necesidades y, además, un excedente que pueda ahorrarse para, luego, pensar en una costosa transición hacia energías limpias. Anunciar esa transición en un país totalmente quebrado es, sencillamente, una cortina de humo verde, un engañabobos renovable, una cantinela para idiotas.

Como todos los demás, eventualmente Cuba tendrá que adaptarse a fuentes de energías amigables con el medio ambiente, pero dado que por su insignificante actividad económica actual la huella ecológica del país es irrelevante, las prioridades nacionales deben estar muy alejadas de ese salto tecnológico y centradas en utilizar bien a fondo la tecnología ya instalada… si es que sobrevive cinco años más de castrismo.

No es más energía verde lo que necesita Cuba, sino menos ideas rojas enjaulando las potencialidades de una nación que se pudre en la oscuridad, puesta a morir como un traidor.