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Desabastecimiento

Ancianos cubanos, entre el coronavirus y el hambre

'Vamos a tener que poner el plato frente al televisor y coger la comida de allí', dice un vecino de Santiago de Cuba.

Santiago de Cuba
Gallina del 'módulo alimenticio' vendido por el Gobierno a un anciano de Santiago de Cuba.
Gallina del 'módulo alimenticio' vendido por el Gobierno a un anciano de Santiago de Cuba. DDC

Los adultos mayores son los más vulnerables ante el Covid-19 y el Gobierno cubano los conmina a quedarse en sus casas. Pero la realidad es que muchos ancianos no tienen otro remedio que continuar en las calles para cubrir necesidades básicas.

A Rafael, de 80 años, le resulta imposible permanecer en su casa. Jubilado desde hace casi 15 años, su minúscula pensión de exbarbero lo obliga a vender cigarros sentado en la puerta de su edificio, en Santiago de Cuba.

Antes de la pandemia iba a un comedor para ancianos, centros en los que muy pocos adultos mayores —aquellos que consiguen demostrar condiciones extremas de salud y soledad— logran ser admitidos. Para evitarles salir a la calle, actualmente les llevan los alimentos a sus casas.

"Me aceptaron en el programa de comida para adultos mayores", pero "para mí es imposible quedarme en casa", cuenta Rafael. "Por eso me siento en la entrada del edificio hasta que me traen la comida, que me alcanza para el mediodía y la noche. Como no dejan estar en la calle, aquí vendo mis cigarritos; muy poco, pero algo sale".

El desabastecimiento de alimentos ha empeorado en Santiago de Cuba tras la prohibición de entrada a la ciudad de los camiones particulares con viandas y frutas. Tampoco se permite la circulación de vendedores ambulantes y esto hace más difícil la situación para los ancianos que viven solos.

Mary, de 79 años, y Ángel, de 77, forman parte de esos casos y no tienen la "suerte" haber sido aceptados en un comedor para ancianos.

"Yo quiero quedarme en casa, pero tengo que comer", dice ella. "Ya ni fongos (un tipo de plátanos) hay, y ni hablar de carne".

Debido a que padece cáncer, Mary ha sido una de las "afortunadas" que ha podido comprar uno de los módulos de alimentos creados por el Gobierno.

"Me dieron una gallina, un pomo de sirope, un paquete de palitroques y otro de galleticas dulces. En total, 65 pesos", dice Mary.

"La gallina debió ser hermana de Mariana Grajales por lo dura que estaba. Estuve horas dándole candela porque tengo rota la olla de presión, y era tan flaca que solo me dio para dos días", se queja.

El Gobierno también ha vendido "módulos alimenticios" en Santiago de Cuba a los médicos y a las embarazadas. El de estas últimas, a un precio de 265 pesos, incluye una gallina, gordo de cerdo, refrescos en bolsa y en polvo, un paquete de galletas dulces, extracto de limón, plátano fruta, masa de croqueta y de chorizo, dos paquetes de fideos, uno de coditos y dos latas de puré de tomate.

"Ahora no me dejan entrar al mercado, menos mal que está vacío, en estos días solo tienen mango verde", dice Mary, refiriéndose a la decisión de las autoridades de impedir el acceso de los adultos mayores a esos lugares, donde suele haber aglomeraciones, para evitar que enfermen. "¿Cómo quieren que estemos en casa sin comida? Desgraciadamente, hay que salir todos los días a buscarla. Mi marido y yo vamos por distintos lados a ver que aparece".

Flora, de 83 años, comprende que debe permanecer en su casa para preservar su salud, "pero esto nos cambia la vida, se le crea a uno un estado de ansiedad.... Yo siempre he ayudado a mis hijas, que trabajan, y ahora me veo limitada porque no puedo salir a la calle. Yo tenía planificada mi vida, un tiempo con una hija y otro tiempo con otra, ayudándolas con sus hijos".

"Ahora me siento insegura. Salgo con nasobuco y me llaman las autoridades: 'oiga, no puede estar en la calle'. Bueno, ¿y quién me hace los mandados si mis hijos trabajan, además de que vivo sola? Y nadie garantiza los alimentos".

Juan Antonio, de 67 años, vive con su madre, de 93 y semipostrada, a la cual, sin embargo, no le tocó módulo alimentario.

"Salgo todos los días con mi jaba, ya sea a buscar comida, ya sea a la farmacia. A mí nadie me lleva nada a la casa. Dicen que los mayores de 65 no pueden hacer compras, y entonces ¿quién me busca la comida?", pregunta.

"Ahora no me dejan entrar al mercado agropecuario, no tengo derecho a comprar las pocas viandas que lleguen", se queja.

"Por otro lado, veo todos los días el noticiero y no se cansan de poner reportajes de las producciones alimentarias para la población: galletas, panqué, yogurt, queso, helado, masa de croqueta, papa... Yo quisiera saber por qué entonces todas las tiendas en moneda nacional están vacías o cerradas, no hay nada, y para lo que hay se forma cola. Vamos a tener que poner el plato frente al televisor y coger la comida de allí", concluye.

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11 comentarios

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Gallina contaminada por HAMBRE.

Profile picture for user pim-pam-pum

Que mal rollo da esa gallina.

Las gallinas pasan hambre igual que toda la población cubana EXCEPTO su casta dirigente castro-comunista y criminal.

Profile picture for user Amadeus

La gallina tiene algo de Alicia Alonso en tutú.

Profile picture for user Cristinita

Pues, mire usted, Amadeus, había un amigo que justo le decía a la Alicia Alonso "Pollo de Dieta".

Profile picture for user Amadeus

Prueba

a mi me parece una gallina muy nutritiva

A mi una gallina malnutrida. Saber a las condiciones de encierro que estuvo sometida antes de ser sacrificada.

Profile picture for user Peña Tico

Parece que le cogieron una pata para alguna brujería

Profile picture for user cubano libre

Pobre señora, pobre gente, pobre gallina flaca, qué canina estaba pasando.
Esta gallina parece descongelada de algún glacial de Groenlandia, dónde perdió una pata que le arrancó un dinosaurio; ó quizás la compraron en el Mercado de Wuhan y fué donada por el etíope caregüante de la OMS, el super amigo de Trump.

Nada más la pechuga de un pollo de los de aquí en USA, es más grande que el pollo entero de la foto. Así habrá pasado hambre, el pobre. No les da pena venderle eso a la gente en Cuba?