Algunos opositores al régimen cubano, que se hacen llamar Clandestinos, han recurrido últimamente, como acto de protesta, a bañar en sangre (de cerdo, dicen) los bustos de José Martí, que en Cuba están por todas partes. Sabido es que la tiranía comunista se ha proclamado heredera del pensamiento de Martí y ha llamado a este el "autor intelectual" de la revolución que llevó a Fidel Castro al poder y les impuso un régimen de esclavitud a los cubanos hace 61 años.
Aquí, en el exilio, muchos cubanos íntegros se han escandalizado de la manera de actuar de Clandestinos, a los que acusan de ser auténticos profanadores de los monumentos que conmemoran a nuestro héroe nacional. No parece justo que los que quieran protestar de la tiranía castrista se ensañen contra las estatuas y bustos de Martí, cuyo pensamiento está en las antípodas de esa tiranía.
Sin embargo, cada vez somos menos los cubanos que sabemos que José Martí fue un hombre que respondía al pensamiento liberal del siglo XIX, que juzgaba el socialismo como una doctrina inviable y perversa ("el evangelio bárbaro del odio"). Los que mandan en Cuba se han encargado, mediante una labor de desinformación sistemática, de desnaturalizar el pensamiento de Martí y de convertirlo en la justificación ideológica de su régimen, sin detenerse en la abominable tergiversación de su pensamiento —esencialmente democrático— para ponerlo al servicio de una gestión totalitaria.
Sucede que esa tergiversación ha durado más de 60 años y por lo menos tres generaciones de cubanos han sido educadas en ella. El mayor crimen es que la mayoría de los nuestros cree que Martí es "el autor intelectual de la revolución", la misma que han tenido y padecido por las últimas seis décadas, con sus arbitrariedades y sus frustraciones, con sus represiones y sus carencias, con su ineficacia y su miedo. Luego, si Martí —cuya efigie está en todas partes y cuyas ideas políticas apenas se conocen— es el inspirador de este desastre, tiene lógica que merezca el repudio de los cubanos decentes y oprimidos.
Poco después de llegar a Nueva York, en 1980, me tocó trabajar en el International Rescue Committee con algunos de los cubanos que habían ingresado en EEUU por el puente Mariel-Cayo Hueso y que no contaban con familiares y amigos que los patrocinaran. Me acuerdo que, un día, al hacerle la entrevista inicial a un joven guapo e inteligente, le pregunté si ya había visto la estatua ecuestre de Martí en el Parque Central.
Reaccionó con genuino asombro y me respondió sin dudar: "¿Y ese hijoeputa tiene estatua aquí también?". Su razonamiento era impecable. Si Martí era el hombre que había inspirado esa revolución que lo hacía huir de su patria hacia un país que desconocía donde imperaba una lengua que él no hablaba, el individuo era digno del mayor insulto.
Cuando, 40 años después, un grupo de anónimos en Cuba bañan de sangre, en señal de protesta, los monumentos de Martí, no diría que hacen bien, pero sí que reaccionan consecuentemente con lo que les han enseñado y adoctrinado a lo largo de toda su vida: Martí es objetivamente responsable del hundimiento material y moral de la nación cubana, por mucho que nosotros —fervorosos martianos— nos empeñemos en librarlo de ese sambenito. Nuestra colérica reacción no alcanza a contrarrestar el barraje de seis décadas de adoctrinamiento. Se trata, mal que nos pese, de un símbolo que ha sido usurpado y desnaturalizado por la tiranía.
Lo mismo sucede con nuestro emblema más amado, la bandera nacional, a la que ya muchos de nuestros compatriotas desprecian y vituperan. Hace 20 años, en medio de la crisis provocada por el caso del niño Elián y en el sesquicentenario de la bandera cubana, escribí una reflexión sobre el peligro que corría un símbolo que representaba las dos partes de un conflicto tan enconado al precio de comprometer seriamente su identidad:
"[…] pues bajo el mismo pabellón, se enaltece y se denuncia la opresión, se ensalza y se condena la tiranía, se defiende la libertad o la esclavitud de un niñito inocente. La misma bandera que llevamos en las manos para denunciar el horror con que a diario envilecen a nuestro país, es la que enarbolan aquellos que nos lo secuestran. El riesgo de que un símbolo sujeto a esta duplicidad pierda su carácter sustantivo es realmente muy grande."
"La pasión tiene un lugar y mérito; pero una bandera tiene que ser algo más que un trapo de colores que levante las pasiones de un pueblo. Debe ser el símbolo de su jerarquía espiritual, de los valores cívicos a partir de los cuales una nación se funda y se edifica. Si esos valores faltan, la bandera sobra".
Parodia a "OJALA".
Ojalá que las hojas no TAPEN LA MALDAD cuando caigan.
Para que no las puedan ESCONDER en cristal TRANSPARENTE.
Ojalá que la lluvia NO deje de ser el milagro que DESTAPE tu cuerpo MUTILADO.
Ojalá que la luna pueda salir sin LOS CASTROS.
Ojalá que la tierra no te bese los pasos DICTADOR.
Ojalá se te acabe EL ABUSO constante
La palara MENTIROSA, la sonrisa IMPERFECTA.
Ojalá pase algo que LOS borre de pronto
Una luz cegadora, un disparo de MURRTE.
Ojalá por lo menos que SE LOS LLEVE EL INFIERNO.
Para no verte MÁS, para no verte NUNCA.
En todos los PUEBLOS, en todas las CASAS.
Ojalá que no PUEDAN TOCARLES ni en canciones.
Ojalá que la aurora DÉ GRITOS QUE CAIGAN en sus espaldas.
Ojalá que SUS NOMBRES SE LES OLVIDEN A LA PATRIA con esta voz.
Ojalá las paredes NO SE CAIGAN MÁS SOBRE NUESTROS HIJO.
Ojalá que el deseo se vaya DELANTE DEL PUEBLO.
Y a tu viejo gobierno LES COBREMOS LOS difuntos SIN flores.
M.....e..
1/30/20. 1:20 PM.
Yo entiendo el simbolismo de las cosas, pero lo que no entiendo es ese afán en la 'Deconstrucción", (desarmar y reemplazar) que vemos en todas partes en el anticastrismo tardío.
La revolución cubana hasta declararse socialista unos treinta meses después de tomar el poder mediante el golpe de Estado a la junta cívico-militar que sucedió al gobierno de Batista, era de vocación martiana, pués no sólo Fidel Castro, un estudioso de Martí, elaboró la plataforma de dicho primer gobierno. Resulta una obra maestra el trabajo de los ideólogos revolucionarios posteriores por mantener alineado el pensamiento y figura de Martí a una revolución socialista totalitaria. Aún reconociendo que Clandestinos se apropió del interés público, estéticamente es demasiado confuso el mensaje a través de un medio como la pintura roja en el rostro de nuestro más alto político.
No se rompa la cabeza Johnny, aplique la Teoría de la Relatividad: Precisamente por lo ambigüo y confuso del mensaje, dele usted la lectura que más le convenga, por el bien de la causa. :-)
Muy buen articulo y demasiado tiempo perdido en el analisis de si esta bien o no embarrar con sangre de puerco las estatuas de Marti. Marti esta muy vinculado a cada cubano, de una forma muy personal. Marti fue un hombre de valores humanisticos elevados, un hombre valiente y un patriota. Ha sido utilizado por muchos, pero en particular por Fidel para justificar la continuidad del poder y la necesidad de un partido unico. Sin embargo, hay que ser muy ignorante para obviar al verdadero Marti y confundirlo con Fidel. Personalmente siento disgusto al ver las imagenes de profanacion de sus estatuas, por muy rutinarias, por muy de yeso, por muy baratas que sean, porque lo que se esta injuriando no es a la estatua, es a la persona.
Pero al final es al yeso no a Marti hay algo bien extraño en eso de los símbolos porque la mayoría que grita ni conocen la obra se José Marti todo es una construcción nada esencia
En esta linea, recomiendo leer "Martí ERA sagrado" en https://www.revistaelestorn…
Muy certero artículo de Vicente, escrito como él sabe hacerlo: preciso, irónico, sugerente... Coincido en casi todo y me sorprende, además, coincidir con un anónimo que se esconde tras el seudónimo de Salieri o de Amadeus. Bueno, sin bromear, para mi Martí es el poeta y el de los Diarios, el resto es arqueología o alimento para buitres políticos, como los del régimen.
Si nos guiamos por la misma logica del senor Echerri, pudiesemos considerar que ya en cuba se perdieron todos los valores morales y civicos, ya la tarea de los padres fundadores fue sepultada bajo los pedestales totalitarios y los heroes que valen son los barbudos del 59.
Entonces esos simbolos no tienen ya ningun efecto aglutinador, fueron despojados de su escencia como simbolos para otorgarle su valor a nuevos tiranos. ¿por que nos rasgamos las vestiduras?
Si al menos sirven para llamar la atencion de que las cosas van mal, de que hay descontento, ya el simbolo vale, aunque se le de otra lectura.
Despues del cataclismo necesario, la historia se encargara de que las aguas tomen su nivel. Ahora es el momento de romper las cadenas y crear un nuevo orden.
Bravo, Vicente. Coincido totalmente con tu opinión. La sangre la vierten sobre la versión desnaturalizada creada por los comunistas, no sobre el Martí real.
Después de 60 años de una dictadura que ha prostituido los símbolos nacionales, escandalizarse por "profanar" un busto de yeso hecho en serie en alguna fábrica en La Lisa, me eparece exagerado si antes no hemos protestado por la manipulación oficial que ha hecho el castrismo de Martí, a quien han llegado a comparar con Fidel Castro que incluso está sepultado en los predios del Apóstol.
Lo que hace a la nación cubana no es Martí, un cubano noble y patriota, pero un individuo como muchos cubanos ilustres, lo que hace a la nación cubana es su historia colectiva, la mezcla de culturas y razas que formaron la nación, por lo que aquí quí el problema es de apreciación. Si entendemos que la provocación es también una manera de protestar, un medio para contestar al régimen, me puedo imaginar a Martí con una lata de sangre de cerdo en la mano dándose brocha él mismo.
No le añado a este comentario ni una coma.
Todo el problema pasa por sobredimensionar las personas; nadie que promueva y organize una guerra donde van a morir miles de seres humanos puede llamarse Apostol; ninguno de estos ultimos incluyendo a Jesus permitio que alguien muriera por ellos. Todo es simple, la sobredimension de Marti fue para uso politico y al final el "beneficiario" fue la dictadura; si hay que bajarlo del pedestal para que Cuba se salve, que asi sea
Espinoza, pienso distinto que tu. Creo que mas bien habria que elevar al verdadero Marti y colocarlo en un pedestal. Las tendencias iconoclastas casi nunca son sanas.
Pues yo creo que hay que bajarlo y analizarlo seriamente sin romanticismo. La dictadura no hubiera podido usar a Marti si este no hubiera estado ya santificado. De todas manera , el problema no es Marti; sino las bases de la conciencia hispana; mira a Puerto Rico , es la Cuba que tomo otro camino, viven del welfare y se quejan. La libertad para crear es insuficiente sino no se tiene una conciencia creadora y autoresponsable, y cuando no se tiene ese tipo de conciencia , aparecen los santificados y los mesias.