Sin relaciones diplomáticas entre Venezuela y Argentina, junto a una diplomacia de micrófonos muy dura entre ambos gobiernos, el conflicto escaló entre ambos países al sumarse detenciones a la ya prolongada crisis que rodea a seis activistas políticos venezolanos asilados en la embajada argentina.
En la antigua legación diplomática argentina, tras la ruptura de relaciones entre Caracas y Buenos Aires, se ondeó la bandera de Brasil pero el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva evita, al menos en público, cuestionar la política de hostigamiento por parte de organismos de seguridad venezolanos. El conflicto escaló hasta el punto que el presidente de Colombia, Gustavo Petro, otrora aliado de Nicolás Maduro y acérrimo crítico de Mieli, le solicitó al chavismo que respete las normas del Derecho Internacional.
Se ha extendido una situación crítica que rodea a la embajada argentina en Caracas, con prolongados cortes en los servicios de agua y electricidad, en una suerte de castigo o presión a los seis colaboradores de la líder opositora María Corina Machado, quienes tienen más de medio año en la sede diplomática con asilo concedido por Buenos Aires pero sin el necesario salvoconducto para ir hasta el aeropuerto y salir de Venezuela.
"Reiteramos nuestra solicitud expresa a las autoridades de la República Bolivariana de Venezuela para que se apeguen a los principios del Derecho Internacional, en particular en relación con la situación de las seis personas solicitantes de asilo político que permanecen bajo custodia en la sede diplomática de la República Argentina en Caracas, con los auspicios de la República Federativa de Brasil”, se pronunció de forma comedida el Gobierno de Petro.
El Gobierno de izquierdas, otrora aliado del chavismo y distante de este tras la no demostrada victoria electoral de Maduro en las elecciones del pasado 28 de julio, ofreció darle protección internacional a los seis asilados venezolanos, colaboradores estrechos de Machado.
La tensión entre Venezuela y Argentina creció en esta semana al sumarse al caso de los asilados un par de detenciones. El Gobierno de Maduro confirmó este lunes que había detenido al gendarme argentino Agustín Nahuel Gallo, a quien acusa de espionaje y de ser parte de un complot contra la toma de posesión de Maduro pautada para el 10 de enero.
Gallo ingresó a territorio de Venezuela desde Colombia para reunirse con su esposa e hija, ambas venezolanas. Este gendarme integra el escuadrón 27 de "Uspallata" de Mendoza, que custodia el paso fronterizo entre Chile y Argentina. No tiene vínculos con operaciones de inteligencia, ni con actividades oficiales del Gobierno de Javier Milei.
Asimismo, un empleado venezolano de la embajada argentina en Caracas, que se dedicaba a labores de transporte para llevar agua y comida a los asilados, también fue detenido por las fuerzas de seguridad, pese a desplazarse en un vehículo con chapa diplomática.
El Gobierno de Milei denunció que el gendarme detenido en Venezuela está en una base del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN) y según la tesis gubernamental ha sido tomado como rehén.
La detención de Gallo, quien viajó por asuntos familiares a Venezuela, no es un caso aislado, lo cual ha llevado a que se tejen diversas conjeturas sobre qué busca el Gobierno de Maduro.
"Nicolás Maduro tiene secuestrados a ciudadanos de Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador, España, EEUU, Perú y Uruguay para negociar su inmediata salida de Caracas, ante una posible crisis institucional causada por el fraude cometido contra Edmundo González Urrutia y María Corina Machado, que ganaron las elecciones presidenciales del 28 de julio", apunta desde Washington el periodista argentino Román Lejtman, en un artículo que publica Infobae.
Para un veterano diplomático acreditado en Caracas y conocedor por largos años del chavismo, la tensión generada entre Venezuela y Argentina, avivada por el chavismo, no es otra cosa que una huida hacia adelante, una manera de encender otro foco de conflicto y atención que sea distinto al asunto de fondo que le envuelve y que se agudizará después del 10 de enero, que no es otra cosa que su falta de legitimidad y la imposibilidad de demostrar que ganó el 28 de julio en las urnas.
En ese escenario de denuncias tanto dentro del país (por violaciones a los derechos humanos) como en el plano internacional (con exigencias de que se reconozca la voluntad popular), el Gobierno de Maduro profundizó su pelea con Milei.
Primero aumentó el asedio sobre la residencia del embajador argentino en Caracas, donde están refugiados seis opositores. Desde hace dos semanas, el edificio no tiene luz ni agua y los dirigentes asilados denuncian que crecen las trabas para la entrega de alimentos, a lo que se sumó la mencionada detención de un personal local de la sede diplomática.
"Esta acción constituye una violación flagrante e inaceptable de las normas internacionales que garantizan la inviolabilidad de las sedes diplomáticas y la protección de su personal, incluidos aquellos que desempeñan funciones esenciales", indicó la Cancillería argentina.
La guinda del pastel en esta escalada ha sido la detención del gendarme argentino en territorio venezolano. El Gobierno de Milei teme que esta ofensiva se profundice aún más. Por eso, en un comunicado emitido el sábado, pidió a los argentinos abstenerse de viajar a la nación caribeña.
"Frente a la situación imperante en Venezuela, que afecta la libertad y seguridad de las personas, se recomienda a los ciudadanos argentinos evitar o posponer viajes a ese país y aquellos que se encuentren residiendo estar atentos a la evolución de los acontecimientos", indicó.
Argentina y Venezuela no mantienen relaciones bilaterales tras la expulsión de los diplomáticos argentinos en agosto, después que Milei no reconoció la tesis oficial de que Maduro había triunfado en las elecciones presidenciales. Buenos Aires denunció como fraudulentos estos comicios.
"Dado el discurso beligerante que ha tenido la Argentina y la cercanía de Milei con Donald Trump, el Gobierno de Maduro está jugando a incentivar un conflicto con otro gobierno que también es vociferante", sostiene el diplomático sudamericano consultado por DIARIO DE CUBA.