Este sábado 20 de julio el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, cumplió 30 años al frente de su país. El mandatario, nombrado por la oposición como "el último dictador de Europa", es conocido por sus políticas déspotas, su admiración por la extinta Unión Soviética y su respaldo incondicional al régimen ruso de Vladimir Putin y, por extensión, amigo fiel del Gobierno de La Habana.
Desde las elecciones libres ganadas por Lukashenko el 20 de julio de 1994, no ha vuelto a haber votaciones plenamente reconocidas por la oposición y los países occidentales y, según expertos en el tema, el país hace mucho que dejó de ser una democracia. "En el transcurso de 30 años, las opiniones de la gente, la situación económica y la estructura social del país ha cambiado. A mediados de los 90, las antiguas repúblicas de la Unión Soviética decidieron democratizarse y reformar sus economías. Sin embargo, Lukashenko abortó esta transformación e introdujo un régimen autoritario que ahora se está convirtiendo en uno totalitario", dijo Valery Karbalevich, autor de una biografía de Lukaschenko, al medio alemán Deutsche Welle.
"Lukashenko no dirige Bielorrusia, solo administra su territorio. Todas las decisiones se toman en el Kremlin", dijo a la agencia española EFE el opositor exiliado y ex ministro de Cultura bielorruso Pável Latushko.
De hecho, Vladímir Putin felicitó este sábado a su más longevo y fiel aliado, su escudero en la guerra contra Ucrania, con un telegrama en el que destacó su enorme contribución a las relaciones de amistad y a la creación de la Unión Estatal con Rusia, un mecanismo de integración que allana el camino para la cesión de soberanía a su vecino del norte.
En tal sentido, la menguada oposición a Lukashenko, que fue brutalmente reprimida durante las masivas manifestaciones de septiembre de 2020, opina que el presidente bielorruso dirige su país como si se tratara de la granja estatal (sovjoz) que encabezó durante siete años antes de tomar el poder.
Precisamente desde esas manifestaciones, surgidas como protesta ciudadana por la fraudulenta reelección de Lukashenko, y que concentraron a más de 150.000 ciudadanos en las calles de Minsk, que fueron fuertemente reprimidos, la Unión Europea, EEUU, Reino Unido, Ucrania y otros países democráticos no reconocen a Lukashenko como presidente.
Esta reacción de Occidente, que ha ido cerrando sus puertas a Lukashenko, derivó en una alianza aún más fuerte con Moscú y "su supervivencia política acabó irremediablemente unida al apoyo ruso", dijo a Radio Televisión Española (RTVE) el profesor de ciencias políticas en la Universidad Estatal de Dakota del Norte, Thomas Ambrosio.
"El régimen de Lukashenko ha sido bastante despiadado a la hora de acabar con la oposición mediante arrestos, encarcelamientos y, según a quién se le pregunte, asesinatos. Además, Rusia apoya al régimen de dos maneras al proporcionar legitimidad política y dotar de subsidios que el líder utiliza para realizar sobornos y hacer menos probable que las élites se levanten contra él", agregó Ambrosio.
En tal sentido, para menguar las voces prodemocracia que crecen en la ex república soviética bajo el mando de Lukashenko, el único presidente que ha tenido el país desde la extinción de la URSS, "Rusia ha demostrado un claro interés en mantener el statu quo autoritario en Bielorrusia y está dispuesta a ayudar activamente a Lukashenko a sobrevivir en el poder", recalcó Ambrosio. "En parte se debe a que la democracia es tóxica para el Kremlin, pero también porque ello reorientaría a Bielorrusia hacia Occidente, algo que Moscú nunca podría tolerar", concluyó.
En cuanto a las relaciones con La Habana, mutuamente beneficiosas para ambas partes, estas se han fortalecido sobre la base de intercambios militares, que se han ido abriendo a fuertes relaciones económicas y comerciales.
Recientemente, Lukashenko pidió al régimen cubano acercar el nivel de cooperación económica y ponerlo a la par al que ambos países mantienen en asuntos políticos y militares. En tal sentido, este mes, en una visita a La Habana, el primer ministro de bielorruso, Román Golovchenko, anunció que su Gobierno reanudará el ensamblaje de tractores de ese país en Cuba y, como La Habana no tiene dinero, pagará por esa producción en especie: con ron cubano.
"Además de productos farmacéuticos, estamos interesados en el suministro de ron, granos de cacao, café, puré de frutas y otros artículos. Estamos listos para discutir estos temas y, si se llega a un acuerdo sobre el precio y la calidad, incluirlos en nuestro esquema de intercambio de productos básicos", dijo.
En cuanto a la importancia dada por Lukashenko al aliado de Bielorrusia al otro lado del nuevo telón de acero impuesto por Occidente, el dictador dijo en noviembre de 2023, al reunirse en Minsk con el primer ministro cubano: "Me alegro de ver al enviado de la Isla de la Libertad en Bielorrusia. Creo que no es necesario decir algo sobre las relaciones bielorrusas cubanas, caracterizarlas: siempre hemos mantenido con usted las relaciones más cálidas y amistosas".
La vieja Luka terminará como Mussolini colgando cabeza abajo de un Farol en la Plaza de la Victoria de Minsk.
En términos de los intereses geopolíticos, China reafirma su posición-importante en la región y en la comunidad global a través de sus relaciones económicas con Corea del Norte. Rusia puede armar un trampolín via Bielorrusia para gestar alguna agencia incómoda en Cuba para los Estados Unidos.