La oposición bielorrusa echa un nuevo pulso al régimen con una huelga general en todo el país después de que el presidente, Alexander Lukashenko, hiciera oídos sordos al ultimátum para que abandonara el domingo el poder, reportó EFE.
"Hoy ha empezado la huelga general. Ha arrancado de manera muy activa", afirmó este lunes Svetlana Tijanóvskaya, líder opositora en el exilio, en un mensaje en Youtube.
Después de que Lukashenko ignorara el ultimátum, Tijanóvskaya llamó a los bielorrusos a dejar de trabajar, bloquear las carreteras y boicotear las tiendas estatales.
"Nadie va a trabajar para el régimen", dijo.
Los bielorrusos apoyaron primero el llamamiento el domingo al salir masivamente a protestar en Minsk y las principales ciudades del país y el lunes apoyaron el parón, aunque sin llegar a paralizar la antigua república soviética.
"Hoy, toda mi familia apoyó la huelga. La mayoría de gente tiene miedo a perder dinero o que les despidan. Yo también necesito el dinero, pero no busco excusas", comentó a EFE Vasili, obrero de la construcción, cuya mujer trabaja en una oficina y su hija en una tienda de muebles.
Como ocurrió al comienzo de las protestas antigubernamentales tras las fraudulentas elecciones presidenciales de agosto, la estrategia opositora se centró principalmente en las grandes fábricas estatales.
Según informa el medio independiente Tut.by, frente a fábricas como Belkommunmash, Grodno Azot, la Fábrica Automotriz de Bielorrusia, la telefónica MTS o la Fábrica de Tractores, se congregaron grupos de huelguistas.
"Nuestra empresa es difícil de desestabilizar, pero, de todas formas, la gente se declaró en huelga", comentó a EFE una ingeniera de la factoría Atlant que prefirió mantenerse en el anonimato.
Detención de trabajadores
Pero las autoridades estaban avisadas. En algunas fábricas, como en la planta química de Grodno, la Policía procedió a detener a los huelguistas a primeras horas de la mañana, según denunció Amnistía Internacional, que llamó a las autoridades a respetar el derecho a la huelga.
Más de 200 personas fueron detenidas hoy durante la jornada de huelga, sea en los propios puestos de trabajo, en las inmediaciones de las fábricas o en manifestaciones de solidaridad.
"¡Creemos! ¡Podemos! ¡Venceremos!", coreaban los huelguistas que marchaban dentro de las instalaciones de Atlant, que se dedica a fabricar electrodomésticos.
Con todo, muchos bielorrusos optaron por una jornada de brazos caídos. Acudieron a sus puestos de trabajo para no ser despedidos o multados, pero una vez dentro del recinto marcharon en señal de protesta, se dedicaron a resolver asuntos privados u otros menesteres.
Solidaridad del sector privado
Tijanóvskaya destacó el "alto nivel de solidaridad" entre los bielorrusos y adelantó que "esto es sólo el principio".
"Se nos han sumado los médicos, los estudiantes, el parque de altas tecnologías y el sector privado", insistió.
Negocios privados como cafés, pequeñas empresas y guarderías decidieron cerrar sus puertas en la capital en apoyo a la huelga.
"Hoy no trabajo y mis hijos no van ni a la escuela ni al jardín infantil", señaló Nadezhda, traductora de profesión.
La opositora destacó que en el mundo se han recaudado ya más de siete millones de dólares en ayudas para los huelguistas en la acción. "Nosotros trabajamos para que vosotros vayáis a la huelga".
Pensionistas y estudiantes
Se le sumaron los pensionistas, tradicional granero electoral de Lukashenko, que encontraron un insospechado aliado, los estudiantes, con lo que varios miles de personas marcharon pacíficamente por las calles de la capital.
Los estudiantes de la Universidad Estatal de Bielorrusia, la Universidad Estatal Lingüística de Minsk y la Universidad Nacional Técnica de Bielorrusia, entre otros centros docentes, se sumaron a las protestas y protagonizaron sentadas.
Sí se produjeron decenas de detenciones entre los estudiantes y entre los participantes en la protesta vespertina en el centro de Minsk, a lo que hay que sumar el más de medio millar de arrestados el domingo.
"Esto no se puede aguantar más. Hay que provocar un colapso económico", señaló Yelena, quien considera que derrocar a Lukashenko es más importante que su salario.
Eso sí, la oposición no pudo evitar que supermercados, escuelas y hospitales operaran con normalidad, al igual que el transporte público.
"La producción ha transcurrido con total normalidad y ha llegado al consumidor", replicó Piotr Parjomchik, el ministro de Industria, quien negó que el boicot opositor hubiera causado pérdidas económicas.
Sin noticias de Lukashenko
Tijanóvskaya aseguró que, dado que Lukashenko desoyó las demandas populares, "el paso siguiente de los bielorrusos será hacia la libertad, el cese de la violencia y nuevas elecciones".
El ultimátum popular a Lukashenko venció justo después de que la oposición bielorrusa recibiera el espaldarazo internacional que supuso el premio Sájarov a la libertad de conciencia que concede el Parlamento Europeo.
Lukashenko, que recientemente se reunió con varios opositores en el centro de detención del KGB para discutir una reforma constitucional, no llegó a responder al ultimátum ni al premio, concedido por tercera vez a personas o grupos críticos con el régimen bielorruso.
"¿Qué será de ustedes sin mí?", dijo hace unos días sobre las insistentes demandas de dimisión.
La agencia oficial BELTA sólo informó de la conversación telefónica que mantuvieron el fin de semana Lukashenko y el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, al que informó de que Rusia sigue siendo el principal aliado de Minsk.
Con respecto a la huelga, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, volvió a ponerse hoy del lado del régimen al subrayar la importancia de que las empresas bielorrusas funcionen con normalidad debido a los estrechos lazos económicos entre ambos países.