Hace exactamente un año el periodista Renzo Gómez Vega titulaba un artículo suyo de esta manera: "El eterno retorno de Keiko Fujimori". Un año después, aquel pronóstico de que la política conservadora buscaría la Presidencia por cuarta vez en Perú, parece materializarse de la manera más insospechada: lo haría junto a su padre de 85 años, exonerado de prisión en diciembre último.
Alberto Fujimori, sobre quien pesan largas condenas por abuso de poder y violaciones a los derechos humanos durante la década que gobernó Perú, entre 1990 y 2000, y cuya exoneración de prisión hace medio año enardeció a la Corte Interamericana de Derechos Humanos y a las organizaciones peruanas especializadas en Justicia y Estado de derecho, ha vuelto a estar en el centro de la escena pública en una movida política que parece proyectarlo junto a su hija en pos de la Presidencia en 2026.
Cuando Gómez Vega hablaba hace un año de una eterna aspiración presidencial de Keiko Fujimori, quien ha quedado en segundo lugar en tres elecciones presidenciales (2011, 2016 y 2021), parecía improbable dado el alto rechazo que pesa sobre ella, envuelta en diversos casos de corrupción y usualmente señalada de componendas en el seno del Congreso, articuladas por su partido Fuerza Popular.
Aunque su padre también suma alto rechazo, la combinación de ambos podría reunificar a lo que en Perú se suele llamar como fujimorismo, además de un público adulto que tiene memoria positiva de la gestión económica de Alberto Fujimori en los 90, quien asumió el poder cuando el país padecía una severa ola de hiperinflación y una crisis macroeconómica de envergadura, y logró sumar éxitos económicos.
El proceso, que, según analistas como César Hildebrandt, forma parte de una operación política muy cuidada, se inició desde marzo pasado cuando el octogenario Fujimori debutó en las redes sociales, haciendo uso particularmente de una cuenta en TikTok.
El otrora hombre fuerte, en cuya presidencia se derrotó con mano dura a la guerrilla maoísta de Sendero Luminoso, recibió en diciembre un indulto por su mala salud. Este año sorprendió al vérsele frágil pero no convaleciente en redes sociales con el propósito de "ampliar su defensa" en los juicios que aún enfrenta por crímenes de lesa humanidad.
En sus vídeos por la red social TikTok, cuyos contenidos son consumidos especialmente por jóvenes que no suelen estar involucrados en la vida política, Fujimori "reescribe la historia de Perú", según el periodista Renzo Gómez Vega, ya que muestra una visión sesgada de lo que fue su gestión de una década en el poder. La falta de contraste con otras fuentes entre los usuarios podría alimentar una visión parcializada que contribuya a impulsar el regreso de la familia Fujimori al poder.
La sintonía entre Keiko y Alberto Fujimori tiene larga data y se remota a la propia Presidencia en los 90. Con apenas 19 años, en 1994, tras la ruptura matrimonial entre Alberto Fujimori y Susana Higuchi, Keiko pasó a ejercer como primera dama de Perú por un lapso de casi seis años.
Este 19 de junio, Keiko y su padre difundieron un vídeo sin audio en el cual se les muestra sonrientes. Ese día Alberto Fujimori se afilió al partido de su hija, haciéndolo poco antes de que caducara el lapso para la afiliación partidista que deben tener los candidatos presidenciales en Perú, de cara a 2026, según las normas del país andino. En el vídeo se puede leer solamente una frase: "El líder fundador del fujimorismo, toma su lugar en Fuerza Popular".
Para observadores, el regreso a la palestra de Alberto Fujimori y su vinculación con el partido de su hija también puede ser una respuesta por adelantado a este otro hecho. El 1 de julio se inicia un juicio en contra de Keiko Fujimori por presunto lavado de activos, en un proceso en el cual la Fiscalía ha pedido 30 años de cárcel.
La ley en Perú indica que los condenados por corrupción no pueden postularse a la presidencia ni a la vicepresidencia del Perú. Fujimori fue condenado por el asesinato de 25 peruanos durante su gestión en 1992, pero también tiene otras tres sentencias por corrupción y debe alrededor de 15 millones de dólares al Tesoro, según la Procuraduría especializada en delitos de corrupción.
El Congreso de Perú está constituido principalmente por fuerzas conservadores que han servido de sostén a la presidencia de Dina Boluarte, la mandataria que tiene niveles récords de rechazo ciudadano según encuestas, pero que está empeñada en culminar el periodo presidencial que iniciara el otrora maestro y líder del magisterio Pedro Castillo.
En diciembre de 2022, Castillo intentó desconocer al Congreso y actualmente está siendo juzgado, privado de libertad. Boluarte, quien había sido por año y medio una vicepresidenta de Castillo con bajo perfil público, pasó a ocupar la Presidencia. Inicialmente aseveró que llamaría a elecciones adelantadas, pero luego lo descartó y anunció que se mantendrá gobernando hasta 2026, cuando deben ocurrir las próximas elecciones generales.
Según una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos para el diario La República, publicada a fines de mayo, el 90% de los peruanos desaprobaba la gestión de la presidenta. Entre los sectores más pobres de Perú su nivel de aprobación apenas sumaba 3%.
En esa misma encuesta del think tank peruano, para siete de cada diez peruanos la salida a la actual crisis pasa por un adelanto de las elecciones generales, para escoger no solamente a un nuevo jefe de Estado sino también a un nuevo Parlamento.
La combinación de un eventual adelanto de elecciones, cuya piedra de tranca está en el Congreso, un espacio donde Keiko Fujimori tiene conocida influencia, junto a este otro dato que aporta la encuesta del Instituto de Estudios Peruanos, de que un 80% de la población no tiene un candidato presidencial favorito para 2026, podrían ser elementos que, combinados, formen parte de la eventual estrategia del fujimorismo por hacerse nuevamente del poder en Perú.
Fujimori podrá haber hecho lo que sea, pero metió en la cárcel a Abimail Guzmán, el líder de Sendero Luminoso, un terrorista pro-chino que mató a una pila de inocentes y que estaba loco de atar. El artículo también menciona que Fujimori mejoró la economía. Y no me vengan a decir que la historia del Perú de los últimos años ha sido un ejemplo: entre inhabilitaciones y escándalos, creo que han habido más presidentes que años. Así que si Keiko sale presidente, no será peor que los ya ha tenido. Bukele en El Salvador, Milei en Argentina, María Corina Machado arrasando en las encuestas venezolanas, en Cuba la gente tirándose para las calles pidiendo corriente y comida, Putin empantanado en una guerra que iba a durar dos semanas, Netanyahu que no quiere dejar a un solo miembro de Hamás vivo. Mmm... la cosa se le está poniendo color de hormiga a la izquierda mundial.😀