Enfocado en atender una compleja crisis fiscal y de endeudamiento público, con un programa de ajuste como medida inicial de su gobierno, la política exterior de Javier Milei también se concentrará en el comercio exterior y las inversiones internacionales de cara a paliar la situación interna de Argentina, con una clara dosis de pragmatismo.
La política exterior estuvo notablemente ausente en el discurso de Milei, durante su toma de posesión este 10 de diciembre, y si bien ha designado como canciller a Diana Mondino, una persona de su entorno cercano, difícilmente Argentina protagonizará iniciativas regionales —por ejemplo— en contra de gobiernos autoritarios de la región como Cuba, Nicaragua o Venezuela. La prioridad del mandatario ultraliberal, y lo que espera la mayoría que le votó, está en atender la maltrecha economía nacional.
El profesor Juan Pablo Laporte, quien forma parte del Consejo Argentino de Relaciones Internacionales, ha recordado que en su campaña Milei adelantó que la política exterior debería ser "comercialista" y, por tanto, debería esperarse un relacionamiento externo orientado a la búsqueda de oportunidades que puedan implicar ingresos foráneos para el país, bien sea vía intercambio comercial o inversiones.
"Los principales desafíos que tiene hoy Argentina son domésticos y Milei no puede darse el lujo de encabezar una suerte de cruzada internacional por los derechos humanos en otros países", adelanta Ignacio Labaqui, profesor de Política Latinoamericana en la Universidad Católica (UCA), al ser consultado por DIARIO DE CUBA.
"Sí tendrá postura crítica con los autoritarismos de la región, pero cuánto de eso se va a traducir en acciones que tengan impacto regional, creo que poco", sostiene Labaqui.
En su discurso de toma de posesión Milei mencionó a Venezuela, pero no en el marco de una línea para política exterior, sino como un mensaje recordatorio a los argentinos sobre los efectos del populismo, haciendo paralelismo entre el peronismo y el chavismo.
"El Gobierno saliente nos ha dejado plantada una hiperinflación y es nuestra máxima prioridad hacer todos los esfuerzos posibles para evitar semejante catástrofe, que llevaría a una pobreza por encima del 90%", dijo Milei para luego sostener que "la propuesta sensiblera progresista, cuya única fuente de financiamiento es la emisión de dinero", pondría a Argentina "en una espiral decadente que nos equiparará con la oscuridad de la Venezuela de Chávez y Maduro".
En líneas generales, sobre cómo se proyectará la política exterior del nuevo Gobierno, Labaqui cree que "Milei sostendrá posturas muy pro EEUU, muy prooccidental, pero no va a romper lanzas ni con Brasil ni con China, que son los dos socios comerciales más importantes que tiene Argentina".
En algún momento de su campaña, siendo candidato con propuestas liberales a ultranza, Milei asomó la posibilidad de no relacionarse con países estratégicos para Buenos Aires, como Brasil y China. "Milei está demostrando ser bastante más pragmático de lo que fue en la campaña", precisa el profesor de la UCA.
Siendo candidato de la coalición liberal, tal como sintetiza el académico Juan Gabriel Tokatlian, "Milei enunció una combinación de hiperoccidentalismo, anticomunismo, desdén por el multilateralismo, y fuerte personalismo. Anunció además acciones unilaterales, desinterés en lo regional, cuestionamiento del cambio climático, confianza total en el libre mercado, y una sintonía con líderes de derecha radical".
Tokatlian, profesor de la Universidad Di Tella, ha apuntado que, de cara al balotaje y ante la necesidad de ampliar su base de apoyo aliándose con los conservadores tradicionales de Juntos por el Cambio, del expresidente Mauricio Macri (2015-2019), el entonces candidato y ahora presidente fue matizando y minimizando algunas de sus posiciones, también en política exterior.
Una acción totalmente inesperada en relación al discurso que tuvo como candidato, ha sido la carta enviada por Milei al presidente chino, Xi Jinping. El mandatario argentino le solicitó apoyo para acelerar el trámite y conseguir los 5.000 millones de dólares, por la renovación del swap de monedas entre ambos países, y por esa vía obtener los fondos para afrontar vencimientos urgentes con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Para Labaqui este es un claro ejemplo del pragmatismo que estará rodeando a la nueva gestión. En otros asuntos, según este experto, Milei seguramente se mantendrá en sus posiciones más decididas como, por ejemplo, mudar a Jerusalén la embajada de Argentina en Israel.
Dado que Mondino no tiene experiencia en el campo diplomático y más bien tiene un bagaje empresarial, ha sido saludada positivamente la decisión de colocar a funcionarios de carrera en posiciones claves dentro de la Cancillería, evitando la politización de esa dependencia.
Finalmente, un punto aún por definir y que resultará crucial para Argentina será el Mercosur, dado que en dicho espacio de integración se entrecruzan perspectivas políticas con el interés comercial.
Javier Herrero Camacho, de la Universidad de Navarra, ha recordado las discrepancias en la campaña entre Milei y el candidato peronista Sergio Massa, entonces ministro de Economía: "Massa abogaba por una mayor coordinación e integración regional. La postura de Milei, en cambio, es más cercana a la del presidente uruguayo Luis Lacalle Pou, promoviendo cambios desde la flexibilización del bloque hasta su reformulación o incluso la disolución".
Lacalle Pou fue uno de los contados mandatarios latinoamericanos que estuvo en la asunción de Milei. Tal vez la más visible resultó ser la presencia en los actos del presidente chileno, Gabriel Boric, ya que fue el único referente de izquierda presente.
