Argentina y Brasil apuestan por el relanzamiento de UNASUR

El relanzamiento de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), que estaba sobre el tapete desde fines del año pasado, ha tenido este 22 de marzo una fecha oficial. Argentina y Brasil, los dos países con mayor peso geopolítico en la subregión, regresan a la instancia que se creó en 2008, no solo por el impulso político de Hugo Chávez, sino también en una época económicamente pujante para el chavismo.

"Si Brasil y Argentina estamos adentro, la UNASUR tendrá otra potencia y tendremos que avanzar para que todos los países hermanos vuelvan a encaminarse hacia este bloque regional", dijo este miércoles el presidente Alberto Fernández, al anunciar oficialmente el regreso de su país. El mandatario escogió como escenario una reunión del Grupo de Puebla, de referentes de la izquierda latinoamericana, para su anuncio y tuvo a su lado al exmandatario colombiano Ernesto Samper, el último secretario general de UNASUR hasta 2019.

Por su parte, este 24 y 25 de marzo, en el marco de la Cumbre Iberoamericana, que se celebrará en Santo Domingo, la capital de República Dominicana, el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva formalizará el regreso de Brasil a esta instancia de integración subregional, que se movió según los vaivenes políticos latinoamericanos.

Tras contar como sede de un moderno edificio en Quito, concedido durante el Gobierno de Rafael Correa (2007-2017), una vez que la institución quedó acéfala en 2019 por la salida de Samper, y con una menguada petrochequera de Venezuela, el Gobierno ecuatoriano —encabezado entonces por Lenin Moreno— decidió recuperar la edificación para destinarla a una universidad indígena.

Comenzaron las horas bajas de UNASUR, que incluyó el retiro de diversos países, al punto que en algún momento solo Venezuela y Surinam se mantenían formalmente como países socios.

La nueva ola de izquierda, con la cadena de triunfos de Gustavo Petro (Colombia), Gabriel Boric (Chile), Luis Arce (Bolivia), que se unieron al Gobierno peronista de Alberto Fernández y su vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, símbolo del ala más izquierdista, el kirchnerismo, trajeron de nuevo a la palestra las instancias de integración con una perspectiva política e ideológica. La guinda, sin embargo, la simbolizó el regreso al poder en Brasil de Lula da Silva.

Paradójicamente, el Gobierno de Argentina que pide la unidad de los países no logra tener unidad interna. La presencia de los referentes de izquierda del Grupo de Puebla simbolizó el divorcio político de Fernández y de su vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner.

El Grupo de Puebla estuvo un día con Cristina Fernández de Kirchner, y le dio un espaldarazo tras la decisión judicial que la encontró responsable de un sonado caso de corrupción. Pero en ese acto brilló por su ausencia el presidente argentino. Al día siguiente, Cristina (como le dicen popularmente los argentinos) fue la gran ausente en la fotografía que Alberto Fernández se tomó con los referentes de izquierda como Rafael Correa o Evo Morales.

Consultado por DIARIO DE CUBA, Andrés Serbin, presidente de la Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales (CRIES), saludó el relanzamiento de UNASUR: "es una buena oportunidad y es absolutamente necesaria para la región".

Sin embargo, desde Buenos Aires este experto en Geopolítica matizó su entusiasmo advirtiendo la necesidad de que se revise lo que fue la experiencia anterior y evitar una politización marcada, dado el giro a la izquierda que se vive en la región: "Debe estar orientada por los intereses genuinos de integración y de voz conjunta de toda la región".

En el seno de UNASUR, entretanto, si bien hay diversos matices en sus propuestas y discursos, ciertamente los distintos gobiernos todos parecen coincidir en su admiración por la dictadura castrista en Cuba. Aunque ninguno de los gobiernos de izquierda sudamericanos, electos gracias a modelos democráticos en sus respectivos países, exige un modelo electoral similar para Cuba.

Más allá de las declaraciones altisonantes de los gobernantes, llamando a la unidad e integración, con veladas críticas a EEUU, un asunto de fondo que tanto UNASUR como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) deben resolver está en su respectiva institucionalización.

Los países deben tomar decisiones sobre quién llevará las riendas ejecutivas de UNASUR, dónde se asentará el ente y especialmente cuál o cuales países van a financiar su funcionamiento ordinario.

Poco después de asumir la Presidencia, en 2020, Alberto Fernández había adelantado cuando asumió que pretendía recuperar UNASUR como modelo de integración regional. "El proyecto correcto es el de Unasur y no el del Grupo de Lima, que se creó por motivos ideológicos y está obsesionado con Venezuela, mientras Unasur está obsesionado con que crezca América Latina", dijo hace tres años.

Por su parte, la semana pasada durante un encuentro con su par de Paraguay, Mario Abdo Benítez, Lula da Silva dijo que no quería "un Brasil rico rodeado de países pobres", y seguidamente ratificó el rol que se asigna Brasilia de potencia regional: "Brasil tiene que combinar su crecimiento con el de los vecinos. Brasil, como hermano mayor, tiene la responsabilidad de que sus vecinos crezcan para vivir en un continente de paz y tranquilidad".