Back to top
Chile

Primer año de Boric: más sombras que luces de la gran esperanza

Gabriel Boric, rodeado de una narrativa de grandes cambios, no logra exhibir logros significativos 12 meses después de llegar al Palacio de La Moneda.

Brasilia
Gabriel Boric presenta la renovación de su Gabinete, 10 de marzo de 2023.
Gabriel Boric presenta la renovación de su Gabinete, 10 de marzo de 2023. Twitter/ Gabriel Boric Font

Gabriel Boric cumplió su primer año en la presidencia de Chile. Su Gobierno, rodeado de una narrativa sobre los grandes cambios que vendrían para el país sudamericano, y él mismo envuelto en un simbolismo sobre la ruptura generacional que significó su triunfo electoral, no logra exhibir logros significativos 12 meses después de llegar al Palacio de La Moneda.

Apenas llegó al poder, el 11 de marzo de 2022, Boric tuvo su pico más alto en materia de popularidad. Levantó enormes expectativas de cambio entre los chilenos, especialmente en materia social y educativa, y asoció su gestión con el debate que se desarrollaba entonces para aprobar una nueva Constitución, otra de sus promesas.

El naufragio de la Convención Constituyente de 2022 impactó seriamente a Boric, dado que el proceso fue liderado por aliados suyos y figuras independientes que simpatizaban con las propuestas de cambio que parecían emerger. La inexperiencia, la falta de liderazgo y la ausencia de diálogo genuino entre los constituyentes terminó por generar una suerte de "Frankenstein", un texto constitucional hecho de muchas ofertas, sin asidero real y un texto con un lenguaje abigarrado pro izquierdas.

El rechazo ciudadano, cuando fue sometido a plebiscito la nueva Constitución, significó un mazazo político para Boric, que rápidamente entendió el mensaje y abrió diálogo con el socialismo democrático tradicional y con sectores conservadores desligados de la herencia de la dictadura de Augusto Pinochet. A todas estas, sigue vigente en Chile la Constitución de 1980, que ningún sector parece defender.

En paralelo, la presidencia de Boric empezó a ser castigada por la opinión pública. En enero último, tuvo su peor pico de impopularidad, 70% de los consultados rechazaban su Gobierno. En aquel momento se vio afectado por una decisión polémica, la medida navideña de conceder indultos a activistas de izquierdas que habían sido condenados por la Justicia.

Los indultos otorgados por Boric el pasado 30 de diciembre a favor de 12 condenados por diversos delitos cometidos durante el estallido social de 2019 en Chile y de Jorge Mateluna Rojas, un antiguo miembro del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, grupo armado que combatió la dictadura de Pinochet, desataron la segunda mayor crisis de su Gobierno tras el fracaso de la propuesta constitucional en septiembre pasado.

Aunque se ha recuperado, muy levemente, en materia de opinión pública al cumplir un año en el poder, y mostrar éxitos como un retroceso leve de la inflación, en la práctica el Gobierno del joven dirigente de izquierdas luce atascado sin lograr implementar alguna de sus grandes promesas de cambio.

En noviembre pasado, por ejemplo, anunció su plan para una reforma a fondo del sistema de pensiones, una de las mayores demandas de los chilenos. Este plan, sin embargo, necesita del respaldo en el Parlamento, donde hay una representación variopinta de fuerzas políticas.

En septiembre pasado, una vez que no se aprobó el proyecto constitucional, Boric activó una mesa legislativa de consenso, también con fuerzas conservadoras, y puso en manos del Legislativo el proceso para que se alcance una nueva Constitución, antes de que concluya 2023.

Boric llegó al poder siendo el candidato del Frente Amplio, un grupo de izquierdas que reúne tanto a los movimientos que salieron a protestar en 2019, como a exlíderes del movimiento estudiantil (el presidente también lo fue) y el Partido Comunista de Chile.

Sin embargo, paulatinamente se ha rodeado de un gabinete ministerial de figuras de la izquierda moderada con amplia experiencia en la gestión pública. Se ha desdibujado aquel Boric que se presentó con muchos rostros jóvenes al frente de los ministerios, para dar paso a un presidente más pragmático rodeado de figuras de mucho más edad y experiencia que él y provenientes del socialismo democrático que no le respaldó como candidato.

Pocos días antes de cumplirse el primer año de su Gobierno, Boric sufrió otra simbólica derrota, el rechazo en el Parlamento a su proyecto de reforma tributaria.

Para la analista Marta Lagos, directora de la encuestadora Latinobarómetro, la votación de la reforma tributaria dejó en evidencia incluso la falta de control del Gobierno sobre los legisladores de su bancada. Para Lagos se trató de un "error político del Gobierno, porque sus propios diputados no estaban en la sala o se retiraron" durante la votación en la Cámara de Diputados.

Otros analistas sostienen que Boric no construyó un consenso mínimo con otros factores políticos, para lograr los votos necesarios en el Parlamento. Con este rechazo la reforma tributaria, otra de las grandes promesas de cambio y que además está unida al financiamiento del sistema de pensiones, deberá esperar largos meses para que pueda discutirse de nuevo, según el reglamento del Congreso.

Entre los tantos cambios que ha hecho Boric en su Gabinete figura la Cancillería. La política exterior ha dejado de estar en manos de Antonia Urrejola, una reconocida abogada y activista de los derechos humanos, para dejarla a cargo de Alberto van Klaveren, una figura más bien tradicional del mundo diplomático chileno, asociado a la expresidenta Michelle Bachelet.

Si con el activismo previo de Urrejola, se percibía una prioridad en la agenda prodemocracia en la región con críticas, especialmente, a los regímenes autoritarios de Nicaragua y Venezuela, y una alineación con el progresismo regional (gobiernos de México, Brasil y Colombia), con el nuevo canciller se prevé énfasis en los temas de migración, delimitaciones fronterizas con Perú y Bolivia, así como una mayor inserción en entes multilaterales.

Será, según prevén observadores, una política exterior más clásica y menos grandilocuente.

Si Boric se caracterizó por críticas frontales a las dictaduras de Daniel Ortega, en Nicaragua, y de Nicolás Maduro, en Venezuela, fue bastante taciturno en relación con el más longevo autoritarismo del continente americano, la Cuba castrista.

El Boric precandidato, frente a su contrincante Daniel Jadue, del Partido Comunista de Chile, cuando se realizaron las primarias de izquierda en 2021, fue muy enfático en condenar la represión del 11J en Cuba. Tras hacerse de la candidatura como tal de una coalición que incluye a los comunistas chilenos, históricos aliados de La Habana, y después de alcanzar la Presidencia, el tema cubano estuvo más bien ausente en el discurso público del joven mandatario.

A mediados del año pasado, en el marco de la accidentada Cumbre de las Américas de Los Ángeles, Boric ya como presidente reconoció que en Cuba existían presos de conciencia, "personas presas por pensar distinto (…) y eso para nosotros es inaceptable".

Sin embargo, las presiones internas de sus socios comunistas en la coalición de Gobierno, de acuerdo con analistas y diplomáticos, han hecho que prácticamente desaparezca del discurso de Boric las menciones hacia Cuba bajo el régimen de Miguel Díaz-Canel.

Archivado en
Más información

2 comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.
Profile picture for user Nico

Una cosa es la poesía de la campaña y otra cosa la prosa del gobierno, le dijo Hillary a Obama cuando fueron rivales en las primarias.

Ay, pero que sorpresa. Si los chilenos no se han dado cuenta que metieron la pata, y de forma bastante penosa, por no decir despreciable, están muy mal.