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Opinión

Los tres tantos a favor que logró el chavismo para volver a la mesa de diálogo con la oposición

En este momento es el Gobierno de Maduro quien dispone de exigencias para ir a esa mesa de diálogo.

Caracas
Nicolás Maduro.
Nicolás Maduro. PSUV

Hace tres meses un diplomático estadounidense, en Bogotá, le confesó a DIARIO DE CUBA la frustración que predominaba en la Casa Blanca por no encontrar la manera de llevar, de nuevo, al chavismo a una mesa de diálogo con la oposición, con acompañamiento internacional. Ayer 25 de noviembre, en México, se retomó este espacio, con el chavismo en una posición ventajosa.

Hace un año los representantes del Gobierno de Nicolás Maduro se levantaron de la mesa, en México, por la negativa de la oposición a considerar la inclusión como parte de la delegación oficial del empresario colombiano Alex Saab, bajo juicio federal en EEUU. En esta nueva ronda, estará presente Camilla Fabri, una ciudadana italiana con varias causas judiciales abiertas en su país y esposa de Saab.

"La incorporación de la señora Saab a las negociaciones con la oposición es un escándalo, una burla incalificable", sostuvo el profesor universitario e historiador Elías Pino Iturrieta. La inclusión de la esposa del empresario nacido en Colombia es sin duda un tanto para el régimen de Venezuela, con un valor claramente simbólico. El chavismo había hecho de esto un punto de honor, según un diplomático con conocimiento del proceso de diálogo.

Saab fue detenido en Cabo Verde y tras un fatigoso proceso extraditado a EEUU. La Justicia de Colombia también le reclama. Aparece envuelto en varias tramas de corrupción y lavado de dinero. Investigaciones periodísticas llegaron a catalogarle como "el testaferro de Nicolás Maduro".

Un segundo tanto que ha obtenido el chavismo, como condición para sentarse a la mesa en México, es la flexibilización de las sanciones de EEUU.

La invasión rusa de Ucrania y su impacto en el mundo energético global hizo que la Administración de Joe Biden pusiera en revisión esta política de restricciones, que había heredado de la Administración de Donald Trump, quien a inicios de 2019 aplicó sanciones a las operaciones comerciales y exportaciones de Petróleos de Venezuela (PDVSA).

Aunque no ha ocurrido aún un anuncio oficial, las agencias internacionales Reuters y Bloomberg coincidían este jueves en que en pocos días habrá una ampliación de la licencia de la petrolera estadounidense Chevron, que logró mantener en mínimo su presencia en Venezuela a contravía de lo que esperaba el Gobierno de Trump.

Analistas coinciden que, después de tres años de sanciones, en este momento la urgencia está en Washington para pasar a un esquema de suministro de crudo venezolano.

El chavismo, a fin de cuentas, ha logrado esquivar los efectos de las sanciones sobre PDVSA, que en otra época fue la joya de la corona venezolana, al diversificar sus ingresos y sumergir al país en una economía de actividades ilícitas.

En este momento, por efectos de la invasión rusa a Ucrania, es la Casa Blanca quien tiene más interés en que haya mayor producción petrolera de Venezuela. Esto sería bajo la mano de empresas trasnacionales, un aspecto al cual el chavismo ha accedido por la vía de los hechos.

El tercer tanto a favor del chavismo es de naturaleza netamente política. El Gobierno de Noruega, que es mediador del espacio de diálogo, anunció que en un primer momento se abordará la problemática social. Con un éxodo de más de siete millones de ciudadanos, en su gran mayoría huyendo de una crisis humanitaria prolongada, sin duda es importante aliviar las necesidades básicas dentro del país.

Para el chavismo, sin embargo, la gran ganancia de colocar como prioridad lo social es que el nudo político quedará en un segundo plano. Temas álgidos como las elecciones presidenciales de 2024, en las que desde ya Maduro ha dicho buscará ser reelecto, condiciones electorales para la oposición, así como el cierre masivo de medios que ha ocurrido este año, no estarán de entrada entre los puntos prioritarios del diálogo.

Lo que parecía impensable, cuando en 2018 organizó unas elecciones a su medida para reelegirse sin que más de 60 países lo reconocieran como legítimo, ha quedado sencillamente en el pasado. No hay ningún punto, al menos en la agenda pública, donde se vaya a discutir sobre su permanencia en el poder hasta 2024, con lo cual Maduro ha triunfado políticamente.

Demandas que se hicieron públicas en el pasado, como por ejemplo la de que el chavismo en un gesto de buena voluntad liberara a presos políticos antes de sentarse a negociar, en esta ocasión ni se han mencionado. No tiene que dar señales de magnanimidad, ni dar concesiones políticas. Tanto la oposición como la comunidad internacional, especialmente EEUU y la Unión Europea quieren que haya un diálogo.

En este momento es el Gobierno de Maduro quien dispone de exigencias para ir a la mesa con la oposición.

A diferencia de hace un año, cuando se levantó de la mesa de negociación en México, en este momento el chavismo goza de otra carta a su favor. Además de este espacio de diálogo con la oposición, desde marzo pasado Maduro tiene una comunicación directa con la Casa Blanca, con una agenda en la cual no están incluidos los opositores prodemocracia venezolanos.

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