Tras una semana de protestas en Haití, originadas por el aumento del precio de los combustibles, junto a la ausencia de una salida institucional a la prolongada crisis de gobernabilidad instalada en dicha nación caribeña, ha aumentado la demanda —en especial desde República Dominicana— de una acción consistente por parte de la comunidad internacional.
Gobernada por un primer ministro en funciones, con elecciones aplazadas por diversos motivos y teniendo en medio el asesinato del presidente Jovenel Moïse, quien también cambió las reglas del juego para extender su periodo de mandato, en Haití no hay claridad sobre cómo y cuándo se reestablecerá una institucionalidad legítima, lo cual es caldo de cultivo para un malestar social que no cesa.
Durante la semana del 12 al 16 de septiembre se registraron violentas protestas, cuyo detonante fue el aumento del precio del combustible. La espiral de violencia actuó in crescendo y arrasó también con instituciones educativas y hasta con instalaciones del Programa Mundial de Alimentos (PMA), una iniciativa de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Este fin de semana se registró, según diversos periodistas desde Puerto Príncipe, una tensa calma.
Esta reciente crisis hizo recordar otras olas de violencia que se vivieron en Haití en décadas pasadas. Diversas embajadas latinoamericanas y europeas decidieron evacuar a su personal y se mantienen a la expectativa para decidir su retorno. República Dominicana confirmó que había enviado fuerzas especiales para proteger las sedes diplomáticas y al personal, lo cual revela la incapacidad de las autoridades haitianas para reestablecer el orden público.
Con un ejército reducido al mínimo y cuerpos policiales sin personal suficiente, la triste realidad es que muchos territorios en Haití, incluyendo sectores de Puerto Príncipe, están en manos de bandas criminales.
El analista político internacional Jatzel Román, quien fue vicecanciller de República Dominicana, ofrece un dato revelador sobre el clima de inseguridad que reina en las calles haitianas: se registra un secuestro cada 11 horas.
"En Haití no hay un presidente porque fue asesinado, no hay Poder Legislativo porque había sido disuelto en 2020. No hay un Poder Judicial porque también había sido disuelto y en Haití no hay un primer ministro validado por Parlamento porque no hay Parlamento", de esa forma resume Román la crisis institucional que no parece tener fin.
Tras unos años de cierta estabilidad, durante el Gobierno de Michel Martelly, la crisis institucional se hizo evidente a partir de 2015. El triunfo de Moïse no fue reconocido de inmediato y se dio una larga discusión entre los poderes públicos sobre cuándo debía concluir su mandato. El Parlamento sostenía que en 2020 y el presidente que en 2021.
En el ínterin se fueron postergando las elecciones legislativas, en medio de la pandemia de Covid-19, se disolvió asimismo el Poder Judicial y Moïse quedó como único referente de poder, hasta que fue asesinado en julio de 2021. Las elecciones previstas se suspendieron y por tanto gobierna un primer ministro, Ariel Henry, literalmente autoproclamado dada la ausencia de otros poderes públicos que lo certifiquen. Henry además suspendió hace un año a los integrantes del poder electoral.
Haití es el país más pobre de América Latina y el Caribe, según coinciden diversos organismos internacionales. Además, ha sido afectado por diversos desastres naturales que han tenido un alto impacto social.
El Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) estima que más del 60% de la población es pobre y un 45% sufre inseguridad alimentaria aguda, por lo que se necesita la cooperación internacional humanitaria. La pobreza haitiana se concentra en las zonas rurales y desde allí tiene lugar un continuo éxodo, que afecta de manera directa a República Dominicana. Ambos países comparten la isla la Española.
Tras la ola de violencia de la semana pasada, el presidente dominicano Luis Abinader retomó su solicitud a la comunidad internacional para que una fuerza multinacional intervenga con una misión humanitaria y contribuya a reinstitucionalizar a Haití. Diversos analistas no dudan en catalogar a Haití de Estado fallido.
"Yo voy a volver a hablar sobre Haití en las Naciones Unidas y voy a seguir hablando sobre Haití por lo que representa en términos de costos y amenaza a la seguridad nacional de República Dominicana", sostuvo Abinader.
Este 15 de septiembre, durante una visita a la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington, Abinader definió la situación de Haití como "guerra civil de baja intensidad" y urgió a la OEA y otros organismos a tomar acciones que permitan estabilizar el país.
Al contrario de situaciones críticas de otras épocas, la deriva de ingobernabilidad que actualmente atraviesa Haití no parece ser una prioridad para actores hemisféricos de peso, como EEUU y Canadá. Tampoco la crisis haitiana figura en la agenda de prioridades de naciones latinoamericanas de rol geopolítico relevante como Brasil, México o Argentina.
"La solución haitiana conlleva de un esfuerzo multinacional con una intervención planificada, creando las estructuras de un Estado que impongan el orden con una ingeniería social que lleve alimentos, salud, educación y trabajo", plantea el vicealmirante retirado Homero Luis Lajara, desde Santo Domingo.
"Lo adecuado es una intervención militar para restaurar el orden y simultáneamente intervenir la economía (…) hay que dejarse de eufemismos e hipocresías y estar conscientes que es necesario sacar a esa nación de la miseria y el caos, deberá ser con ayuda internacional", sostiene por su parte el diplomático Hugo Guiliani Cury, embajador dominicano en el Reino Unido y quien de forma reiterada ha planteado la necesidad de un Plan Marshall para Haití.
Este 13 de septiembre, en medio de la ola de protestas, dos periodistas haitianos fueron asesinados. Resultaron baleados e incinerados por bandas criminales en el barrio Cité Soleil, de Puerto Príncipe. Las víctimas fueron identificadas por la Asociación de Periodistas Independientes de Haití como Tayson Latigue y Frantzsen Charles.
Haití es un ejemplo de porque el curso de la historia no se puede interrumpir violentamente.Después de su famosa Revolución contra los Franceses Haití no ha tenido Paz y cada día es más Pobre y Miserable.
La fundación Clinton con el cuento de Haití robó a las dos manos...