Durante mucho tiempo fue una suerte de punto de honor. Los opositores solo concurrirían a unas elecciones presidenciales si previamente el chavismo abandonaba el poder. Sin el fuelle ni el respaldo internacional de años atrás, en Venezuela la oposición democrática ha terminado por aceptar los hechos: habrá comicios en 2024 y Nicolás Maduro buscará la reelección. Y ahora han comenzado a prepararse para tal escenario.
Tras lo que analistas calificaron como "encerrona" en Panamá, los dirigentes de los partidos Voluntad Popular, Primero Justicia, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo, que tras la exitosa elección parlamentaria de 2015 constituyeron el llamado G-4, optaron por diversificar la formación opositora, al elevarla a diez (en su mayoría partidos minúsculos), y la gran decisión será realizar unas elecciones primarias a inicios de 2023 para escoger un candidato unitario que enfrente a Maduro en 2024.
Las presiones públicas y privadas de la Casa Blanca terminaron por surtir efecto. El Gobierno de Joe Biden ha mantenido el reconocimiento de Juan Guaidó como principal referente opositor en Venezuela, pero le venía exigiendo que se diversificara la representación política que adversa al chavismo y que busca vías democráticas para lograr una transición en Venezuela.
Las decisiones del G-4, que fueron recibidas con beneplácito por diplomáticos europeos, según pudo constatar DIARIO DE CUBA, recibieron sin embargo críticas casi que inmediatas, desde el variopinto campo opositor, tras los anuncios que se conocieron el 16 de mayo, después de una reunión de tres días en la capital panameña.
Jesús Chúo Torrealba, quien fue secretario ejecutivo de la extinta Mesa de la Unidad Democrática (MUD), sostuvo que aún se necesita mayor pluralidad y diversidad en lo que ahora ha sido bautizado como Plataforma Democrática.
María Corina Machado, una figura liberal de posiciones intransigentes al cuestionar al chavismo, planteó que no ve razones para esperar al 2023 y que la dirigencia opositora debería refundarse "cuanto antes", escogiendo por elección a la persona que enfrente a Maduro en las elecciones presidenciales, que según el calendario del Consejo Nacional Electoral corresponden en 2024.
El politólogo Piero Trepiccione, al ser consultado por DIARIO DE CUBA, sostuvo que considera positiva las dos decisiones y que hacer las primarias a inicios de 2023 "dará tiempo para que los partidos y la dirigencia política se reconecte con la ciudadanía, tras apostar a la abstención". A su juicio, es positivo que sean unas primarias abiertas lo cual permitirá identificar nuevos liderazgos.
"La decisión de la plataforma unitaria de anunciar la realización de primarias para el 2023 es una buena noticia. El país lo necesita porque permitirá bajar los niveles de incertidumbre que hay. La gente venía percibiendo que hay una oposición a la deriva, sin brújula y estas acciones la reconectan. Este anuncio es una victoria temprana desde el punto de vista político comunicacional", comenta a DIARIO DE CUBA, por su parte, Ricardo Ríos, presidente de la consultora Poder y Estrategia.
Otro de los anuncios de la plataforma opositora fue el nombramiento del ex diputado Omar Barboza como secretario ejecutivo. El político, que fue presidente de la Asamblea Nacional elegida en 2015, será el encargado de articular a una oposición claramente fraccionada.
"Más allá del cuestionamiento que ha surgido desde algunas aceras de la política venezolana, es importante que se tenga una coordinación diferente a las que han existido en el pasado. Barboza es un político con experiencia que viene de la socialdemocracia", precisa Ríos.
Al igual que Trepiccione, Ríos cree que el gran reto para los opositores —además de reconstituirse en una instancia unitaria— será rescatar la importancia del voto y reconectarse con la población.
De acuerdo con diversos sondeos de opinión, más del 75% de la población venezolana no quiere que el chavismo se prolongue en el tiempo, pero ese estado de descontento no logra ser encauzado en este momento por los liderazgos opositores. El propio Guaidó sufre un serio desgaste en su valoración pública.
Maduro, entretanto, ya luce en campaña y abiertamente anuncia que gobernará hasta 2030, dando por descontado que será relecto en 2024. Su relección de 2018 no fue reconocida por la comunidad internacional, lo cual abrió paso para que inicios de 2019 se le diera el estatus de "presidente interino" a Guaidó, por iniciativa de EEUU y gran parte de los países de la Unión Europea.
Aunque dentro del chavismo coexisten diversidad de corrientes y factores de poder, Maduro ha logrado mantener el control y ser la figura indiscutible, lo cual le garantiza sin necesidad de una elección primaria que se presentará en las elecciones presidenciales de 2024.