Un año después de haberse iniciado una andanada de decisiones, especialmente en el Supremo Tribunal Federal (STF), se produjo este 2 de marzo una nueva decisión que en términos prácticos pone punto final al último de los casos penales que pesaban sobre el dos veces presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.
El magistrado Ricardo Lewandowski, del STF, anuló este miércoles la última acción penal que cursaba en contra del ex presidente, quien es favorito de todos los sondeos de opinión de cara a las elecciones presidenciales que se celebrarán en octubre próximo. Lula da Silva, quien cumplirá 77 años cuando se celebren los comicios, es fundador del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT).
Lewandowski sostuvo que tomó esta decisión debido a lo que calificó de "graves vicios procesales". Lula da Silva había sido acusado de tráfico de influencias, lavado de dinero y asociación ilícita, todo apoyado en su supuesta injerencia en una licitación de la Fuerza Aérea Brasileña para la compra de 36 cazabombarderos, que se decantó en favor de la empresa sueca Saab.
El hecho, en el cual habría estado involucrado Lula da Silva, tuvo lugar cuando este ya había dejado el poder, que ocupó entre 2003 y 2010, y la jefatura de Estado estaba en manos de su copartidaria Dilma Rousseff, quien fue destituida de la Presidencia en 2016, igualmente acusada de corrupción.
Como en otra serie de decisiones tomadas por magistrados del STF, Lewandowski no entró en el fondo de la cuestión. Es decir, no determinó si Lula da Silva usó sus influencias en beneficio personal, sino que condenó el proceso judicial.
Los magistrados del Supremo brasileño pueden tomar decisiones individuales o colegiadas. Desde marzo de 2021 se han generado varias decisiones que paulatinamente han ido quitando de los hombros de Lula da Silva la carga judicial, sin que se haya logrado establecer si el ex presidente estuvo involucrado o no en decenas de casos de corrupción.
Todas las causas conectadas con el proceso bautizado como Lava Jatos (el auto lavado), que originalmente involucraban al emporio privado Odebrecht, terminaron teniendo diversas ramificaciones.
Los magistrados del STF han ido determinando que el juez que llevó a Lula da Silva a prisión en 2018, Sergio Moro, actuó de manera irregular compartiendo información y acordando sus decisiones con la Policía federal. Asimismo, se ha puesto en tela de juicio que muchos casos contra un ex presidente debieron llevarse ante el propio STF, con sede en Brasilia, y no por parte de un juez federal radicado en la ciudad de Curitiba, como era el caso de Moro.
A todo el desmontaje de los casos en el terreno judicial, tras varias decisiones del STF, se ha sumado el desprestigio político que pesa sobre Moro. Tras ser visto como un paladín de la justicia, que llevó a la cárcel a Lula da Silva en 2018, con lo cual este no pudo ser candidato presidencial, se ha pasado a cuestionar si tal decisión no formaba parte de un acuerdo político entre Sergio Moro y el actual presidente Jair Bolsonaro, dado que apenas este alcanzó la Presidencia, el ex juez pasó a ser su ministro de Justicia.
Tercera pata de la mesa en la carrera presidencial de este 2022, Moro también se distanció políticamente de Bolsonaro. Sin embargo, su candidatura presidencial no ha logrado posicionarse en una carrera presidencial que luce polarizada entre Bolsonaro y Lula da Silva, quien estuvo en prisión por 580 días.
Existen "graves vicios procesales que manchan las investigaciones" llevadas adelante por la operación Lava Jato, que destapó numerosos escándalos en los gobiernos del PT, muchos de los cuales ya han sido archivados por diferentes motivos, según Lewandowski.
Hasta ahora, todos los sondeos sitúan a Lula da Silva como el más claro favorito, con una intención de voto cercana al 45%, frente al 30% que se le adjudica al actual mandatario, quien aspirará a la reelección.
De acuerdo con varios analistas, no es descartado que Lula da Silva pueda barrer en una primera vuelta y se descarte el balotaje, para eso necesitaría ganar el 50% más un voto, al menos.
En tercer lugar de esta carrera presidencial, con cerca del 10%, se ubica el ex juez Sergio Moro. Su propuesta de ser una figura de centro no ha logrado calar del todo en la opinión pública brasileña.
No me sorprende, ya que es todo muy letrinamericano, pero me provoca desprecio total.
El mismo modo de operar De todos estos personajes.