Raúl Rivero cayó preso en La Habana y nunca más volvió a vivir en libertad. La celda de castigo en la que Fidel Castro lo encerró tras la primavera de 2003 lo acompañó para siempre.
A fines de los 60 y en la década siguiente, en Cuba un grupo de poetas se dedicó a sepultar autores con sus epitafios, y un novelista fabricó trabalenguas de retratos de escritores.
'De inmediato, ordenó que pusieran el mar en todas las ventanas y que se vieran en los bordes superiores, no las olas, sino la espuma blanca y transparente.'
Los peruanos necesitan su poesía, sus décimas perfectas, sus sonetos barrocos, difíciles, incomprensibles y sus reflexiones sobre la vida escritas en unos versos libres que parecen añorar los peligros de las cárceles.
'Hizo el primer retrato creíble, feroz y detallado de los dictadores de América Latina, sacó del olvido y la penumbra el poder y la magia de las culturas indígenas y, para hacer ese trabajo, inventó una prosa certera y poética.'