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Crítica

Casín inventa un paraíso

Roberto Casín cuenta en una novela lo que se desata en Paraíso cuando se estrella un avión cargado de droga.

Madrid

Roberto Casín, un veterano periodista que, desde hace muchos años, resuena en América Latina, acaba de bautizar (con una fiesta privada y sin aspavientos) una novela sin geografía ni pasado, emparentada en el plano formal con lo mejor del Boom y recargada con una corriente clara y palpable de emoción y nostalgia. El libro se titula Polvos de fuego.

La historia pasa en un sitio llamado Paraíso, un pueblo apacible. Estático, aferrado a las viejas costumbres y divorciado del mundo, como dice el autor, que puede estar en cualquier punto de aquella región que va desde el Río Bravo en el norte hasta la Patagonia en el sur.

Casín, que es cubano y está exiliado, por decirlo de alguna manera, desde el siglo pasado, no ubica su relato en ninguna nación. Se inventa una sin fronteras ni códigos reales, donde vive, cómo no, un patriarca. Y ese hombre, ha dicho Casín, confabulado con el cura, el cartero, las putas y otros vecinos, será protagonista principal de la acción que se desata después de que una avioneta cargada de drogas se estrelle en la playa, porque eso sí, Paraíso tiene playa.

Polvos de fuego tiene magia y seduce y la indefinición o los misterios de su ubicación en el mapa americano le dan a Casín la libertad de contar sucesos, crear personajes y enviar mensajes, sin ataduras ni compromisos como no sean las de un escritor que se enfrenta a la página en blanco con la intención pura de narrar una buena historia y con el instrumental y el talento suficiente para narrarla bien.

El periodista y escritor cubano Álvaro Alba considera que Polvo de fuego "es una verdadera historia latinoamericana. Lo mismo en Paraguay, México, República Dominicana o Cuba. Trama moderna pero con la pincelada de una nostalgia y suspensión en el tiempo que por momentos no logras definir. Excelente narrativa, diálogos claros y unos personajes bien definidos".

Al parecer, este primer libro de ficción del cronista Roberto Casín y las reacciones iniciales de críticos importantes de aquella zona abren la puerta hacia el paraíso o el infierno de la literatura, ese mundo que tampoco tiene aduanas ni definiciones coherentes.

 


Este artículo apareció en El Mundo. Se reproduce con autorización del autor.

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