En economía financiera, los precios pueden comprenderse desde dos perspectivas: una profunda o fundamental que analiza los componentes reales de un producto y lo valora según las propiedades, patentes, marcas, ubicación y demás componentes de su sustrato de valor, dando indicios de cuál es su precio a largo plazo; y otra comprensión más coyuntural, estrechamente relacionada con las expectativas que genera el producto —sea una empresa, vivienda, sombrilla, bono o moneda— y que marcan los vaivenes a corto plazo de su tasación.
La meteórica apreciación del dólar en los últimos dos meses, sin dudas, se debió fundamentalmente a un componente especulativo anclado a expectativas —convencimiento de que mañana estará más caro que hoy— y no a una variación real de los valores fundamentales de la economía nacional.
Una dolarización no oficial, pero creciente ante la progresiva inutilidad del peso cubano y los cada vez más explícitos síntomas de agotamiento irreversible del sistema, coaguló coyunturalmente por la certeza de un empeoramiento constante con final inminente —la sensación en Cuba es que esto se está acabando—, lo que aceleró la depreciación de un peso que se cae al mismo ritmo que la credibilidad del Gobierno que lo respalda.
La estampida hacia el dólar como forma de encontrar seguridad en momentos de incertidumbre llevó a una espiral en la que cada aumento del precio del dólar se interpretaba como señal de que había que apresurarse a comprar más antes de que siguiera subiendo, disparándose así la demanda de esa moneda con el lógico resultado de la depreciación acelerada del peso, para desconsuelo de quienes viven de salarios y pensiones, y pánico de quienes tienen negocios que dependen de importaciones.
Pero como todo movimiento de precio basado en expectativas, el mercado alcista del dólar duró hasta que se generalizó una idea diferente que fundamentó una interpretación distinta de la realidad, que es lo que se ha visto materializado a partir del 17 de mayo pasado, cuando el peso comenzó a revalorizarse fuertemente a expensas del dólar. Ahora hay un movimiento especulativo en sentido inverso.
Tres son las razones detrás del cambio de expectativas.
Primero, un "efecto número entero", la frontera de 400 pesos hizo que muchos se replantearan su estrategia financiera, analizando si tal cúspide de valor estaba justificada y, sobre todo, si era sostenible. Los números enteros actúan como barreras sicológicas.
Segundo, la campaña feroz que el Gobierno desató contra El Toque. Un cardumen coordinado de clarias a sueldo y saldo de la Seguridad del Estado, más miles de colaboracionistas con teléfono "petrolero" (pagados por el Gobierno) por cuyo uso se les exige actividad procastrista en las redes, lograron imponer la idea de que el termómetro (la tasa de El Toque) era la causa de la fiebre (la inflación)
Tercero, el anuncio del retorno de Western Union. Como los dólares enviados por esa vía van directo a los bolsillos de GAESA, se puede producir un aumento en la funcionalidad del MLC (dólar digital) que se verá, nuevamente, respaldado por oferta de consumo real en tiendas estatales y, por lo tanto, el dólar físico pierde atractivo. Aparte de esa explicación lógica, existe en la mente de muchísimos cubanos una asociación directa entre Western Union y dólar a 24 pesos. Sin importar cuán injustificada sea esa noción, la sola mención de que esa empresa restauraría sus servicios hizo que muchos visualizaran el fin del ciclo alcista del dólar.
Los mismos que antes compraban todo dólar que asomara de este lado del muro del Malecón, están ahora desesperados intentando venderlos pues se ha generalizado la expectativa de que mañana estarán más baratos. Pero el dólar en Cuba no se está vendiendo porque la gente no los quiera pues ha reverdecido la esperanza en Cuba socialista. ¡Qué va! Se venden para recomprarlos más adelante cuando estén más baratos, y así aprovechar el mercado bajista para terminar teniendo más dólares que antes.
A fin de cuentas, nada ha cambiado en la "cachicambeada" economía cubana aparte de que hay cada vez menos electricidad, menos comida, menos medicinas, menos dignidad. A largo plazo, la tendencia es la que es, el peso valdrá cada vez menos y seguirá destruyéndose su poder adquisitivo a veces a trote lento, a veces a paso redoblado, hasta que al castrismo no le quede nada ya por destruir.
Por lo tanto, la caída del dólar que estamos viendo —ajuste más bien— tiene en sí misma la semilla del nuevo rebote pues, hoy como ayer, "la moneda del enemigo" es la elegida por los cubanos para protegerse de su propio Gobierno; es además el mecanismo más eficiente para guardar valor y transferirlo en el tiempo, es la vía para importar casi todo lo que en Cuba se comercializa, y por supuesto, es el verdadero pasaporte para escapar de una isla que se hunde. El dólar es nuestro salvavidas.
Una vez mas la dictadura le vende ilusiones al pueblo y los estupidos se las compran y le hacen el juego.
No veo una inminente caída en el precio del dólar en el mediano plazo. Si bien pudo haber un desenfreno en la súbita evaluación del dólar en el pasado mes por diversos factores, no hay una razón ni medida que evite la recuperación de su valor en relativamente poco tiempo, dada la necesidad imperiosa de esta moneda en la situación actual. Lo quieran admitir o no la economía cubana va dolarizandose a pasos agigantados. No se vislumbra un aumento en ningún renglón productivo, lo que hace más dependiente del dólar la adquisición de todo lo necesario para vivir, ahorrar o hasta emigrar. Los MLC no han podido dar respuesta a ninguna de estas necesidades. Los que viven del mercado cambiario, pueden vender sus dólares ahora y esperar al primer repunte de su valor para volver a comprar. Nada justifica una devaluación permanente del dólar, cuando hasta el azúcar ya depende cada vez más de su importación.
Y que lugar se le puede asignar, a la crisis de ausencia de la moneda nacional que está siendo atesorada que no circula, y falta en los bancos, que el Gobierno no puede reponer mediante emisiones porque no tienen dinero para imprimir más papel moneda, escases que han pretendido resolver con las tarjetas electronicas. Pienso que el único refugio real del Dolar es el Dolar. Sucede porque el dinero es nada más que un medio de cambio, para obtener lo que se necesita, y lo que se necesita no existe de forma accesible, en un mercado de consumo, y es de hecho un mercado al que únicamente se puede acceder con el dolar o la cantidad de moneda nacional o MLC que lo represente. He ahí el intríngulis del Príncipe Hamlet: Dollar or not Dollar, that's the question.
Realmente el dólar bajó en todo el mundo, el Cagalitroso en el poder no ofrece confianza a los inversionistas.
Bueno el término " Economía Cubana" es algo difuso, e intangible, sería mejor decir la "Economía Distópica Cubana " la cual es esencialmente parecida a "Farenheit 451" con la diferencia de que los bomberos no queman los libros, por orden del estado, En este país distópico Los bomberos (o sea la Franja de Gaesa) extraen los Dolares/Euros por donde y de donde se pueda por orden del Estado. Al tiempo Incineran y desvalorizan la moneda nacional, de los despojos de lo que fue su economía, que de hecho ya no produce nada y la subsistencia real del país es a base de importaciones, provocando esa guerra monetaria que explica la Ministra de Economía (sin cartera en el gobierno)Rafaela
Cruz. Como quiera que se ponga el Castrofascismo se encuentra en estado terminal, como sus creadores va desapareciendo en etapas y el General Electric prepara sus planes de operaciones para el asalto final ....
Felicito a Rafaela Cruz por el desglose económico intelectual.
En estos momentos Cubacel (que es Gobierno) está con una oferta en la que por 21,95 dolares colocan 6 mil pesos de saldo como recarga de teléfono. Considerando que algo pierde como comisión de venta, eso significa que el Gobierno está aceptando 1 dólar = 280 pesos aproximadamente, más del doble del valor oficial.
Tú de Bobo no tienes mucho😆
La economía cubana es única, porque su diseño está compuesto de un esquema híbrido que impone otra definición de la propiedad privada. En las economías modernas, la moneda que se deprecia a “paso redoblado“, casi siempre termina oscilando con volatilidad en sentido contrario. La ausencia de más volatilidad en el peso cubano señala una base de activos deprimidos. El peso debe resumir su depreciación a paso redoblado, más allá de 400 pesos por $1.