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Opinión

Juzgar al castrismo por sus acciones, no por sus intenciones

'Aunque mucha es la palabrería sobre lo importante y urgente que es acabar con la inflación, la realidad es que no han tomado una sola medida realmente encaminada a bajar los precios.'

La Habana
Dos fundidores en un astillero de Santiago de Cuba.
Dos fundidores en un astillero de Santiago de Cuba. Granma

Según Mateo (capítulo siete, versículo 16) Jesús de Nazareth, consternado ante el influjo de los falsos profetas sobre tantos incautos ávidos de certezas y soluciones simples, advierte que "por sus frutos los conoceréis" en referencia a esos "que vienen a vosotros vestidos de oveja, pero por dentro son lobos rapaces".   
   
Y es que para enjuiciar debe irse más allá de las palabras para que solo las obras basculen en la balanza de la justicia. Aun más, el veredicto debe regirse por el resultado final de las acciones —el fruto—, sin fijarnos en los propósitos, pues como enseñó San Bernardo de Claraval: "el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones".  
   
"Buenas" intenciones como las del castrismo, siempre aparentemente dispuesto a aliviar la inflación que está azotando la Isla con tanta saña como las diez plagas que destruyeron a Egipto.  
   
Hace pocos meses Díaz-Canel, con esa bravuconería barata y vacía tan común en los cobardes, aseguró exaltado ante el Consejo de Ministros que la inflación "no se puede permitir" en Cuba, que "la Revolución no se hizo para eso".   
   
Mucho más recientemente, el ministro de Finanzas y Precios, Vladimir Regueiro, se refirió a la inflación y el déficit fiscal como "retos importantes de la economía nacional", prioridades de su gestión.  
   
Pero incluso tan atrás como 2021, el ahora exministro de Economía, Alejandro Gil, afirmaba de la inflación que "combatirla es la tarea más importante del Gobierno cubano para el próximo año". Y hablaba, como sigue haciendo todo el Gobierno aún hoy, de "avance en el proceso de estabilización macroeconómica, el restablecimiento del papel del peso cubano como centro del sistema financiero y la fijación racional de los precios de los productos y servicios, especialmente los más sensibles para la población".   
   
Discursos como esos, repletos de buenas intenciones y aparente preocupación por el problema inflacionario, colman las hemerotecas del ICRT y del Granma, pues, aunque diabólicos, tontos no son los castristas, saben que la inflación que con tanto sadismo siguen inyectando para mantener su sistema en movimiento, es una maldición que esparce la guerra, el hambre, la peste y la muerte —los cuatro jinetes del Apocalipsis— entre esta nación impía que adoró al falso profeta de Sierra Maestra.  
   
Pero más allá de esa espesa baba tóxica con la que intentan —y a veces consiguen— tupir las entendederas de todo un pueblo cada vez más descreído, las obras de este Gobierno son claras en lo que a inflación se refiere:

  • Suben impuestos cuando la actividad económica es casi inexistente. 
  • Disminuyen los "subsidios" (sistema de reparto directo) justo cuando los alimentos son más caros y escasos. 
  • Retiran incentivos fiscales a la creación de MIPYMES, aunque su número es ridículamente bajo. 
  • Se enrocan en el monopolio del comercio exterior, causando los cuellos de botella que encarecen las importaciones. 
  • Suben salarios de unos trabajadores a costa de licuar los del resto. 
  • Aumentan el gasto público imprimiendo cantidades ingentes de dinero.  
  • Suben los precios a bienes y servicios básicos en el consumo y la producción. 
  • Mantienen sobrevaluado el peso incentivando las importaciones. 
  • Invierten poco y mal, en sectores alejados del consumo interno. 

Aunque mucha es la palabrería sobre lo importante y urgente que es acabar con la inflación, la realidad es que no han tomado una sola medida realmente encaminada a bajar los precios. Muy al contrario de lo que sus "buenas" intenciones expresan, cada una de sus políticas económicas ha sido una baldosa más en el camino del infierno inflacionario en el que nos están destrozando la existencia. 
 
Es por el 40% de inflación durante 2023 —si creemos las estadísticas oficiales— o el más de 1.000% de inflación acumulada desde que comenzó la Tarea Ordenamiento —si seguimos cálculos más serios— por lo que debemos juzgar al castrismo, no por sus supuestas intenciones. Muchísimo menos debe juzgarse a una dictadura con la misma vara que a gobiernos electos. Los incentivos de un Gobierno electo le impelen a servir al pueblo; los incentivos de una dictadura le impelen a controlar al pueblo, a veces incluso mediante el hambre y el empobrecimiento.
 
Pero inconcebiblemente, aun pululan inocentes y/o malintencionados tontos útiles que con tanta evidencia delante, siguen imaginando que acabar con la inflación es una prioridad o siquiera un objetivo de los demonios brotados de los abismos del PCC. No entienden quienes así piensan que el castrismo no está interesado en lo que sea mejor para el pueblo, sino solo en lo que sea más conveniente para mantener el poder y lucrar. Quien tenga dudas que mire sus obras, por sus frutos los conoceréis.
 

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7 comentarios

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Fidel Castro y sus secuaces tenían muy claro que mientras tuvieran al pueblo buscando como bibijaguas lo que se iban a llevar a la boca al día siguiente, no tendrían ni tiempo ni energía en preocuparse por “la libertad”. ¿Por qué van a cambiar el método, si el “hambre controlada” les ha funcionado satisfactoriamente por 65 años?

No entiendo porqué nadie cree en la sabiduría resumida de los pueblos, me refiero a los refranes, y especialmente a este que resume magistralmente la esencia y acciones del Castrofascismo:
" El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones ". Tic tac....

Y otro más escueto: “Tiempo de rojos, hambre y piojos”.

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El comunismo en sus versiones actuales del marxismo cultural y el socialismo del siglo XXI siguen dibujando la utopia de la justicia y la igualdad social, y del estado benefactor porque saben que es mensaje atrayente para 3/4 partes de la humanidad, a diferencia de la superioridad racial del fascismo, su hermano gemelo.

Una vez que los caudillos socialistas toman el poder en nombre del pueblo, ya sea por guerrillas o elecciones, ponen en practica el modelo que tan lindo suena en palabras escritas y habladas, pero cuya unica funcion es mantenerlos en el mando y enriquecerlos a costa de la pobreza generalizada del 99% de la poblacion.

El ciclo se cierra cuando los idealistas externos que aun suenan con unicornios, especialmente en las naciones ricas en las que nunca han tenido que limpiarse el fondillo con un periodico o jamar picadillo de soya, nos aseguran que el socialismo real aun no se ha construido y asi, reinician la utopia que volvera a cautivar a millones de idiotas y vagos.

No creo que la primera intención de los gobernantes de nuestro país sea mantener al pueblo en la miseria, a ningún gobierno le conviene tener a las masas descontentas trayéndoles esto un problema adicional por el que preocuparse y tener que gastar recursos adicionales en represion. Me inclino más en pensar que primero por la incapacidad y testarudez de los dirigentes no logran tomar las medidas que pudieran resolver o al menos aliviar el descalabro total en que tienen sumido al país, por otra parte aunque incapaces, no son tontos, saben que tomar las decisiones correctas como liberar el mercado les hace perder poder político y control del pueblo, algo que no están dispuestos a asumir, pues perderían sus privilegios y poder. Son tan brutos y tan tercos, que no son capaces de ver que como se dice en buen cubano van a perder güiro, calabaza y miel y esto puede suceder más pronto de lo que ellos creen.

No creo que la primera intención de los gobernantes de nuestro país sea mantener al pueblo en la miseria, a ningún gobierno le conviene tener a las masas descontentas trayéndoles esto un problema adicional por el que preocuparse y tener que gastar recursos adicionales en represion. Me inclino más en pensar que primero por la incapacidad y testarudez de los dirigentes no logran tomar las medidas que pudieran resolver o al menos aliviar el descalabro total en que tienen sumido al país, por otra parte aunque incapaces, no son tontos, saben que tomar las decisiones correctas como liberar el mercado les hace perder poder político y control del pueblo, algo que no están dispuestos a asumir, pues perderían sus privilegios y poder. Son tan brutos y tan tercos, que no son capaces de ver que como se dice en buen cubano van a perder güiro, calabaza y miel y esto puede suceder más pronto de lo que ellos creen.

Pudiera parecerle ridículo a algunos, imposible a otros y escandaloso a todos pero la cruda realidad indica que el objetivo siempre ha sido mantener intencionalmente al pueblo en la pobreza.
Es como si el hambre favoreciera el adoctrinamiento.
Un ejemplo clásico es la Empresa Nacional de Acopio.
Cuba, más allá del turismo y exportación de servicios, es un país agrícola.
Acopio ha demostrado ser una barrera política de contención de una hipotética burguesía agrícola percibida por el régimen como verdugo del sistema.
Con pagos a planes de entrega que jamás han estimulado la producción, barreras para el acceso del campesino al mercado libre y populistas precios topados, el propio gobierno con sus políticas agrícolas es el principal responsable de la pobreza del campesino y, peor aún, del hambre del pueblo.
Un gobierno que habló de tierras cubanas degradadas, mintió sobre una plataforma insular sin peces y culpó siempre a USA de su propio desastre.
Brillante nuevamente, Rafaela.