Los que siguen atentamente el devenir de la economía cubana es probable que hayan notado cierta flexibilización en el discurso de los gobernantes de la Isla en lo referido a la inversión extranjera.
Al inicio de la actualización del modelo económico, cuando se hablaba de la inversión foránea, casi siempre aparecía la coletilla de que debía estar dirigida a las ramas y sectores que interesaran al país, y que no pusieran en peligro la soberanía nacional.
Sin embargo, la realidad de un país en ruinas, sin un renglón exportable que marche adecuadamente y garantice los ingresos que necesita el país para sufragar sus importaciones, sin materias primas, con una aguda obsolescencia tecnológica en sus industrias, y con una deuda externa asfixiante, ha obligado a las autoridades a despojarse de cualquier consideración adversa y abrir las puertas de la Isla, de par en par, a todo aquel que desee invertir. Como diríamos en el lenguaje coloquial, Cuba se vende al mejor postor.
Hay consenso en el sentido de que a eso fue Miguel Díaz-Canel a cuatro naciones de tres continentes. A solicitar de empresarios y gobiernos aliados que vengan a Cuba a explorar zonas de posibles negocios conjuntos, y hasta a que se hagan cargo de alguna que otra rama de la economía que el castrismo es incapaz de sacar adelante.
Y la primera respuesta a ese pedido la dio Rusia, con esa nutrida delegación de empresarios que visitó a Cuba hace pocas semanas. Una delegación que a ratos dio la impresión de querer rusificar la economía cubana. Más o menos al estilo de la sovietización que exhibió nuestra economía en los tiempos del difunto Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME).
En ese contexto se inscribe también la reciente donación de 25.000 toneladas de trigo hecha por Moscú a la Isla. Donación que, obviamente, no tiene nada de desinteresada, aunque así la presenten nuestros gobernantes. Es parte de la recompensa por el apoyo cubano a las fechorías que comete Putin contra Ucrania.
Y la segunda respuesta a la gira pedigüeña de Díaz-Canel la dio Argelia, que acudió a la Isla con una comitiva de más de 60 representantes de compañías públicas y privadas. Todas listas para, según el discurso oficial, "dar un salto cualitativo en la relación bilateral".
Al primer ministro Manuel Marrero, durante la celebración del Foro Empresarial Cuba-Argelia, no le quedó más remedio que reconocer: "Tenemos muy pocas cosas materiales que ofrecer". En efecto, las propias estadísticas del Gobierno cubano muestran un elevado déficit comercial para Cuba en el intercambio de bienes con la nación norafricana.
Durante el sexenio 2016-2021 Cuba exportó a Argelia bienes por valor de 5.431.000 dólares. En cambio, importó bienes por 1.535.645.000 dólares. Todo lo cual arroja un déficit por un monto de 1.530.214.000 dólares. O sea, que el panorama para Cuba en la actual relación con Argelia se vislumbra como de comprar mucho y vender poco. Bueno, ¿y la deuda?... Pues seguirá subiendo. Ya tendrá Díaz-Canel que organizar nuevas giras mendigando su condonación.
Entonces faltarían las vistas de delegaciones de China y Turquía para que se materialicen las gestiones del mandatario cubano. Aunque, en el caso de este último país, tal vez el castrismo tenga que esperar bastante por ella. El devastador sismo se interpuso.
Y mientras esto sucede en lo referido a la participación extranjera en los entresijos de la economía cubana, la maquinaria castrista del poder dedica lo poco que produce a tratar de conseguir ingresos en moneda convertible. No importa que la población carezca de eso que sus gobernantes venden en el exterior, o que el Gobierno se dedique a satisfacer las necesidades del turismo extranjero.
Así, venden los medicamentos que escasean en las farmacias cubanas o destinan a los hoteles el papel sanitario que el cubano de a pie no encuentra en las tiendas en moneda nacional, ni en las que venden en MLC, ni en las mesitas operadas por los trabajadores por cuenta propia.
Nada que tanto nadar para morir en la orilla, los hoteles antes eran de los Hilton y familia y ahora son de Meliá, los mulatos siguen sin verla pasar, mientras que una elite criolla, esta vez más inculta y chusma, se da la gran vida. El cuartico esta igualito. La soberanía y el nacionalismo se fueron a la chingada.
Igual que ha hecho desde 1959. No hay absolutamente nada nuevo en esto.