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Agricultura

No hay noticias 'interesantes' en la agricultura de Cuba

Entre el intervencionismo totalitario y la libertad de producción no hay reconciliación posible.

La Habana
Agricultor cubano.
Agricultor cubano. Deutsche Welle

Un reciente tuit de Pedro Monreal, respetado investigador y referencia obligada para temas de economía cubana, replica una noticia del diario tunero Periódico 26, concerniente a cómo la provincia implementa medidas que, según Monreal, han sido largamente propuestas por "muchos economistas".

Las medidas aludidas son pasos que el territorio oriental da dentro de la "Nueva Política de Comercialización Agrícola", anunciada en noviembre pasado y de la que no se había sabido nada desde entonces. Esos pasos debilitan el monopolio de la funesta empresa estatal socialista Acopio, pero no avanzan hacia liberalizar la agricultura.

En esencia, las normas permiten que, una vez se "garanticen los requerimientos de las instituciones sociales —la parte del Estado-señor feudal sigue intocable—, esté abierta la posibilidad de que todas las cooperativas, los usufructuarios, los propietarios de tierra vendan en la red de tiendas minoristas". Además, se reabrirán puntos de venta que "se han asociado a granjas urbanas, pues la actividad con esas características no está aprobada como tal para el trabajo por cuenta propia", según explica Yoel Martínez Varga, delegado del Ministerio de la Agricultura (MINAG) en Las Tunas.

Permitir que los productores se "asocien" a comercializadores como única alternativa al monopolio estatal es más de aquello que el mediático economista oficialista Juan Triana denominó "acercar el surco a la mesa eliminando intermediarios". Esto demuestra un desconocimiento absoluto sobre los beneficios que para el pueblo tiene la libre competencia entre intermediarios —mayoristas y minoristas— y, en última instancia, un gran desprecio por la libertad individual y la preeminencia de esa visión de "ingeniería social" que nació con Platón y tanto daño ha hecho a la humanidad.

Es lamentable que "muchos economistas" avalen, y Monreal encuentre "interesante", medidas que solo pretenden modificar la forma en que el Estado cubano controla la producción agrícola; medidas que tienen como objetivo hacer más eficiente el modelo castrista, pero que dejan intocada la causa de la ineficacia de la agricultura, el control estatal mismo, cuestión esta que no es de grado —de más o menos control—, sino de fondo, de todo o nada. Entre el intervencionismo totalitario y la libertad de producción no hay reconciliación posible, lo demuestra la mejor teoría y lo corrobora la experiencia.

Y no es que sea esperable —de hecho, es muy improbable— y solo pueda ser "interesante" un cambio radical de 180 grados en la política estatal, pero sí es deseable que los economistas aplaudan solo aquellos cambios que tiendan realmente a soltar las riendas que retienen el boom agrícola necesario en Cuba, no los que se limitan a cambiar el agarre, pero manteniendo la presión. Hacer más eficiente el totalitarismo actual no debe ser la aspiración de nadie.

En Cuba el Estado puede y muchas veces impone qué, cuánto y cómo deben trabajar los productores, los cuales dependen totalmente del Gobierno, no solo para tener y mantener la tierra, sino para poder trabajarla, ya que el Estado es propietario universal y proveedor exclusivo de todo lo necesario para la agricultura.

En Cuba no existe oferta y demanda, el Gobierno topa todos los precios, con lo que estos, lejos de ser señales que orienten la producción, desincentivan y son una fuente de ineficiencia al descoordinar el valor de los factores de producción y las valoraciones de los consumidores. Estas no son tomadas en cuenta por un Gobierno al que solo le interesan las cantidades —que siempre incumplen—, pero no la calidad o la variedad.

Cuando se anuncie algún cambio que elimine, o al menos indique que cambiará el modelo totalitario del agro cubano, podremos encontrar "interesante" la noticia, pero será difícil llegar ahí si "muchos economistas" a lo que aspiran es a perfeccionar el socialismo, a hacerlo viable. Esperemos que no tarden en percatarse de la imposibilidad de su pretensión tanto tiempo como el que tardaron los alquimistas en entender que no hay piedra filosofal que trastoque el hierro en oro.

 

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3 comentarios

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El flamante nuevo ministro de Agricultura cubano y otros "economistas" en Cuba deberian leer DDC, especialmente este y los otros artículos de Rafaela Cruz.

Los puntos bien claros! Bravo Manuela.