El preso político cubano Eider Frómeta Allen denunció recientemente, a través del grupo de asesoría legal Cubalex, la crítica situación en la prisión de Boniato, en Santiago de Cuba, donde los prolongados cortes de energía eléctrica han agravado aún más las ya precarias y alarmantes condiciones de vida dentro del penal.
Durante la noche, el suministro eléctrico en la prisión es interrumpido, lo que "ha provocado un aumento en los incidentes de violencia, lo que expone a los reclusos a mayores riesgos", indicó Cubalex.
Frómeta Allen expresó preocupación por su seguridad, temiendo que las autoridades puedan aprovechar esta situación para robar sus pertenencias o generar enfrentamientos, especialmente considerando el clima de violencia que prevalece en la prisión.
Asimismo, el preso político informó que la presión dentro del penal ha aumentado significativamente tras la muerte del preso político Manuel de Jesús Guillén Esplugas, luego de recibir una golpiza en el Combinado del Este, en La Habana, por parte de varios carceleros.
Ante esta situación, subrayó Cubalex, "las autoridades están tomando medidas para prevenir posibles motines, y han advertido a varios reclusos que no alteren el orden, argumentando que el joven manifestante del 11J 'no fue asesinado en prisión, sino que murió por otra causa'".
La denuncia de Frómeta Allen se une a otras tantas que evidencias que las condiciones de vida en las cárceles cubanas se deterioran cada vez más. "La deficiente alimentación, el acceso limitado a agua potable, los prolongados cortes de electricidad, el hacinamiento extremo y la negación sistemática de derechos básicos reflejan un trato inhumano persistente hacia las personas privadas de libertad", destacó Cubalex.
"A esto se suman la violencia ejercida por los agentes penitenciarios y las represalias contra quienes se atreven a denunciar estas condiciones, intensificando aún más la vulnerabilidad de los reclusos", agregó.
En abril, la madre de Frómeta Allen informó que su hijo permaneció varios días enfermo en la prisión sin recibir atención médica. El preso político, quien cumple una sanción de ocho años de privación de libertad, presenta varias patologías de base que no han sido atendidas, como asma, hipertensión arterial y úlcera.
Así, los abusos de poder, el irrespeto por las leyes y la atención nula a los derechos humanos se consolidan como el día a día en las prisiones de la Isla.
En tal sentido, el prisionero político José Armando Torrente Muñoz, recluido en la prisión Kilo 9, en Camagüey, informó recientemente que dicha institución penitenciaria enfrenta serias dificultades con el suministro de agua debido a los prolongados apagones. Allí, al igual que en las cárceles del resto del país, "muchos internos padecen desnutrición debido a la precaria alimentación, y la población penal vive en condiciones de hacinamiento, lo que obliga a varios reclusos a dormir en el suelo por la falta de colchones", denunció Cubalex.
"Los servicios sanitarios son igualmente deficientes; en lugar de inodoros adecuados, hay un simple hueco en el suelo, conocido como 'baño turco'. El suministro de agua es escaso y se proporciona solo una vez al día durante un breve período, lo que dificulta el mantenimiento de la higiene personal y de la celda", describió la organización, luego de entrevistar a un amplio grupo de ex prisioneros cubanos.
La vulnerabilidad más recurrente entre las víctimas de represión en los centros penitenciarios cubanos es la de ser preso político, destacó recientemente un estudio del Centro de Documentación de Prisiones Cubanas.
"Aunque en general todas las personas presas en Cuba sufren de una u otra forma hostigamiento y represión por parte de las autoridades, estos eventos son más visibles en el caso de los prisioneros políticos, quienes los denuncian más a través de medios de prensa, organizaciones opositoras y de derechos humanos", detalló.