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Represión

Yamilet Ramos y la meta que determina entre el arraigo y el exilio

'El objetivo más importante era la libertad', dice esta cubana que se negó a participar en la represión del 11J y por eso acabó en Serbia, con su madre, su hijo y sus gatos.

La Habana
 Yamilet Ramos Limés (der), junto a su madre y su hijo.
Yamilet Ramos Limés (der), junto a su madre y su hijo.

El 12 de julio de 2021 la vida de Yamilet Ramos Limés (La Habana, 1972) entró en un torbellino de cambios del que aún hoy, viviendo en el extranjero, no se recupera.

Un día antes, el 11 de julio, el pueblo cubano se movilizó por la libertad en proporciones novedosas para la historia del país. Yamilet era entonces "especialista de cuadro" del Grupo Empresarial de Transporte Marítimo Portuario (GEMAR). El 12 de julio, ese grupo de empresas estatales movilizó a sus empleados para que cumplieran funciones parapoliciales en el barrio San Isidro, sede del Movimiento San Isidro, que con tanto brillo ha demandado la libertad de expresión y creación artística en el país. Para cumplir esa función, los trabajadores serían armados con palos. La sede de GEMAR y la del Movimiento están muy próximas una de la otra.

Por negarse a cumplir esa función represora, Yamilet fue expulsada de su trabajo de manera inmediata

Con una cardiopatía congénita (lleva un marcapasos implantado) que no se adivina en su carácter decidido y su determinación, un hijo con una lesión del sistema nervioso central y débil visual, una madre de 79 años y dos gatos que estaba resuelta a no dejar atrás, Yamilet decidió emprender el sinnúmero de gestiones necesarias para emigrar. Le prometió a su madre que el 11 de julio de 2022 no estarían en Cuba, y fue precisamente ese día que ella, su hijo y sus dos gatos —su madre ya había salido del país— abordaron un avión con destino a Serbia.

Durante 60 años de castrismo, el camino al exilio se ha convertido en un fragmento determinante de nuestra nación. Los valores que lo caracterizan, junto al dolor por la salida, implican el culto por el respeto de sus semejantes y el amor filial: esta entrevista ilustra ese sino patrio, cosido por millones de historias individuales.

¿Cómo fue aquél 12 de julio en GEMAR?

La hora de entrada en GEMAR es las 7:30 de la mañana. En cuanto llegamos, fuimos convocados a una reunión imprevista que se realizó en el parqueo del grupo. En el comedor de la institución había un puesto de mando para vigilar San Isidro. Durante la reunión, que era dirigida por Astul Castellanos Ramírez, el director adjunto, se dijo que teníamos que vigilar el barrio. Un compañero entonces preguntó que cuál era el objetivo de esa vigilancia si ese barrio es tan pobre que allí no hay nada que romper. Entonces, el del Partido intervino; explicó que ese lugar era estratégico porque podían salir los vecinos del grupo de San Isidro y que nosotros teníamos que evitar que lo hicieran y enfrentarlos.

Ahí fue que yo interrumpí y le pregunté qué querían decir con "enfrentar". Me dijo que había que impedir que salieran y que nos iban a dar unos palos por si esas personas nos atacaban. Yo le dije que a mí no había que darme palo ninguno y pedí la palabra, porque eso fue interrumpiendo.

Entonces les dije: "Yo tengo varias inquietudes. No sé en qué grupo me van a poner a mí, pero yo voy a estar aquí en mi horario de trabajo, que es por el que me pagan. Ni voy a estar después del horario de trabajo ni voy a estar de madrugada porque yo tengo un hijo enfermo, discapacitado, y además una madre de casi 80 años, y no me voy a quedar fuera de la casa protegiendo nada cuando debo estar protegiendo mi casa y a mi madre. En el tiempo que esté en el trabajo yo no tengo que ir a cuidar ningún hotel, ninguna tienda, ni estar vigilando a personas que quieran salir de su casa, y mucho menos con un palo. Creo que está mal enfocado todo".

Les hablé como queriendo decir que se habían equivocado. Pero yo sabía que aquello había sido dicho con toda la intención.

¿Y te escucharon sin interrupción?

Alejandro García Corrales, el director de GEMAR, intervino —acuérdate de que yo me estaba dirigiendo al del Partido— y reconoció que yo tenía derecho a no ir, que ir era un problema de consciencia revolucionaria, o sea, me dio la razón, pero a la vez me estaba señalando.

La reunión duró como 30 minutos. La gente se quedó callada. Después de que se acabó, en los pasillos, sí me dijeron que yo tenía razón, y yo les respondía, "pero no lo dijiste allí, por qué tú no me apoyaste cuando yo hablé".

¿Qué pasó después de la reunión?

Me fui para mi oficina y limpié mi área de trabajo. Todos los días, al llegar, limpiaba con agua y jabón porque allí había ratones. Me senté a leer y responder correos. No pasaron 40 minutos y me llamó la secretaria del director para decirme que fuera a su oficina. Cuando llegué, además de Alejandro, estaban Astul y uno de esos hombres que "atienden" los centros de trabajo, yo no sé si son de la contrainteligencia o la Seguridad del Estado. En GEMAR le llaman "compañero de los órganos de control". A este le decían Yan, pero no creo que ese sea su nombre.

Astul fue el que empezó a hablar, para decirme que GEMAR es un grupo que maneja información clasificada y que, por mis planteamientos de la mañana, y por otras conductas que incluían mis publicaciones en redes sociales, yo no podía seguir trabajando en la institución porque no era confiable.

Yo, por mi trabajo, no manejaba información clasificada. Les respondí eso, y que lo que yo publicara en mis redes sociales era una cuestión privada, que yo no había publicado nada relacionado a mi contenido de trabajo.

¿Cuál fue la reacción del agente militar, el tal Yan?

Él intervino para decirme que en una ocasión había publicado una carta a (Marino) Murillo que estaba "demasiado fuerte". Yo le pregunté que si lo que había dicho era mentira. Durante el Ordenamiento (Monetario) subieron los precios de la comida en los comedores para ancianos pobres. Y a las críticas populares Murillo respondió que el Gobierno no se podía hacer cargo de las personas mayores del país. Les pregunté si alguno de ellos podía decirme que yo había escrito alguna mentira.

¿Qué otras cosas discutiste en la reunión?

Yo les dije que ellos tenían que demostrar que yo no era confiable. Alejandro me respondió que yo podía apelar, pero que ellos me llevarían a una comisión de idoneidad donde yo iba a perder e iba a ser peor para mí porque saldría con una sanción en mi expediente laboral. Y que, con esa sanción, él se iba a encargar de que en ningún otro lugar me contrataran, que yo no iba a poder trabajar más. Me dijo: "Así que es preferible que pidas la baja y te estés tranquilita porque te estamos chequeando".

Cuando terminó la reunión, fui para mi oficina, hice la carta de la baja, recogí todas mis cosas y me fui para mi casa. Llegué a la casa y dije "no voy a trabajar más para el Estado", y le hice la promesa a mi madre de que antes del 11 de julio de 2022 nosotros nos íbamos a ir del país.

Tú descripción ilustra a cabalidad el contubernio entre los funcionarios y los militares castristas para mantener sometido al trabajador. ¿Qué publicaciones hiciste en redes sociales que a ellos les enojaron tanto?

Yo escribí muchas cosas. Primero, a raíz de la pandemia, denuncié la demora en cerrar los aeropuertos y el acceso de turistas. Urgí a Díaz-Canel a tomar medidas, ponía noticias de otros países que habían cerrado aeropuertos y fronteras. Después, Marino Murillo dijo que por culpa de los médicos cubanos había mayor propagación del Covid-19, eso se lo respondí. En otra ocasión, Díaz-Canel dijo que la causa de que en Cuba hubiera tanto covid era por nosotros mismos, por irresponsables que éramos. Yo ahí le hice tremenda carta. Luego vino lo que te comenté sobre los ancianos, cuando el Ordenamiento, y la respuesta de Murillo diciendo que el Gobierno no podía hacerse cargo de ellos

Todas esas publicaciones me las borraron de mi Facebook después del día de mi expulsión. Yo entraba a mi cuenta por mi teléfono y por mi computadora en Gemar. Un día fui a entrar desde mi celular y me dijo que tenía que registrarme, como si no tuviera cuenta. Estuve días intentando entrar a mi cuenta y buscando mi perfil, y nunca apareció. Me abrí otro perfil y, como al mes, desde ese perfil nuevo pude recuperar la otra cuenta, pero las publicaciones que te comento las habían borrado. Tengo publicaciones de antes y de después, pero esas las borraron.

¿Además de esa intervención en tu cuenta de Facebook, sufriste otras formas de acoso?

Me intervinieron el teléfono. Yo llamaba y sentía la voz con un eco. Me pasaron cosas como llamar a mi hija en el extranjero y que saliera una voz, colgara, y se me cayera la llamada. Me citaron en tres ocasiones. El 12 de julio de 2021, el mismo día que me expulsaron del trabajo, fecharon una citación para el 20 de julio. Otra fue para febrero de 2022, pero de esa no recuerdo la fecha porque perdí el papel; y la tercera fue para el 23 de julio de 2022, que esa la hizo el Ministerio de Comunicaciones, y me amenazaba con que, de no ir, podía ir a prisión. Pero ese día ya me había ido de Cuba.

¿Cómo empiezas tus gestiones migratorias?

Cuando decido que tengo que salir de Cuba empiezo a buscar opciones. Me planteé ir de turista a República Dominicana. No pudo ser porque una vez allí no es posible cambiar el estatus migratorio. Gané una beca para estudiar una maestría en España. Me rebajaron los precios y podía ir con mi hijo, pero yo tenía que llevar también a mi mamá. Ella tenía 79 años y nosotros somos dos hermanos nada más. Mi hermano está en Estados Unidos y, si yo me iba, con quién se iba a quedar ella.

Cuando abrieron las visas de turismo a Italia y a Francia no me dio tiempo porque enseguida las cerraron de tantas personas que fueron. Hubo un profesor amigo, de una universidad española, que iba a poner las cartas de invitación; eso no se concretó. Pensamos que mi mamá fuera con mi hija a España, tampoco eso pudo hacerse. Rusia no exige visa, pero yo no quería ir para allá.

En diciembre de 2021, una de mis sobrinas va para Rusia, se queda y emigra para Serbia. Entonces, vimos la posibilidad de Serbia y empecé a indagar. Me metí en cuanto grupo había de cubanos en Serbia, tanto en WhatsApp como en Facebook y Telegram. Empecé a hacer amistades, a averiguar por qué vía era más fácil.

Decidí que saliera primero mi mamá, a ella le afectaba el acoso sobre mí, yo temía que en el aeropuerto pudieran no dejarme salir y no quería que viviera eso. Le sacamos pasaje para el 23 de junio a través de Swiss, una línea aérea Suiza que hace escala allí antes de llegar a Serbia. Yo saqué pasaje para mí y para mi hijo para el 14 de julio.

Un día antes de viajar mi mamá, Suiza impuso visado a los cubanos para ese tránsito breve por su territorio. A mi mamá le conceden la visa porque la Ley adquirió vigencia un día antes de ella viajar. Pero a todos los que teníamos pasajes para más tarde nos las denegaron y perdimos el dinero de nuestros boletos. Saca cuenta, 1.700 por mí y 1.700 por mi hijo, 3.400 dólares.

Fue una acción deshonesta de Suiza y su embajada en Cuba. Ellos hicieron valer esa ley sin tener en cuenta a las personas que ya teníamos el pasaje sacado. A ese dinero súmale que cuando hacía los trámites para España una mujer que se dedicaba a eso me estafó 2.100 dólares, 700 por cada uno de nosotros.

Finalmente viajamos por Condor, que es una aerolínea alemana que hace escala en Frankfurt, pero Alemania no pedía visa temporal. El 11 de julio de 2022, al año exacto de las protestas por la libertad, salí de Cuba con mi hijo, y mis dos gatos.

¿Tú mamá conoció de esa dificultad que tuviste para tu viaje después que ella legó a Serbia?

Mi mamá nunca supo nada porque yo no quería que lo supiera. Ella también es cardiópata y además es hipertensa. Entonces tenía casi 80 años, yo llegué en julio y ella los cumplió en agosto.

¿Qué otros retos tuviste ese año para viajar?

Yo tenía que terminar de reparar mi casa para poderla vender. Poco a poco fui vendiendo las cosas, con ese mismo dinero fui haciendo pequeñas inversiones para comprar cosas por cantidad y después revenderlas, y así fui comprando euros, dólares, para acopiarlos y para mantener la casa. Ya en la fase final, digamos, empecé a vender cosas de adentro de la casa, cosas de las que fue muy duro desprenderse, recuerdos de mi mamá y mi papá… Fue muy, muy, muy duro desprendernos de muchas cosas. Cada vez que e decía a mi mamá "vamos a vender esto", ella empezaba a llorar (Yamilet se emociona y deja de hablar). Fue realmente muy fuerte. Pero nada, yo sabía que el objetivo que teníamos que alcanzar era la libertad, y ninguna cosa material nos podía arraigar hasta impedirlo.

Tú estabas decidida a no dejar atrás a tus dos gatos.

Yo había empezado a hacer esa preparación desde octubre de 2021. Les puse la dosis de la antirrábica, empecé toda una faena de contactar a una persona que me llevara las muestras de plasma de la sangre a los laboratorios habilitados para eso.

Para viajar con mascotas a Europa hay que estar avalado por un análisis que solo se reconoce en dos laboratorios internacionales, uno está en Estados Unidos, en Houston, y el otro en Valencia, en España. Eso es una odisea porque hay que conseguirlo todo. Desde las agujas, los frascos, las balitas para echar las muestras, el merendero térmico, el hielo… para qué contarte. Además, conseguí un certificado de que yo tenía problemas psiquiátricos y que esos gatos son de apoyo emocional y tenían que ir para donde yo fuera, si no, yo me deprimía.

¿Tú viaje a Serbia fue tu primer viaje al extranjero?

El segundo. Yo había ido a Guyana a buscar ropa para vender, fue una de las cosas que hice para subsistir.

¿Qué sentiste cuando llegaste a Serbia?

Cuando llegué a Serbia yo estaba muy… qué decirte, aturdida, atolondrada, nerviosa, estresada por muchas cosas. Imagínate que yo firmé la venta de la casa el jueves, y ese mismo día mi hermano me sacó pasaje para el lunes siguiente.

De inmediato, tenía que sacar todo lo que había dentro de la casa, lo que me quedaba, y venderlo. Esa era una. Otra era el estrés de que me fueran a parar en el aeropuerto y no me dejaran salir con mi mamá del lado de acá. Las intenciones de mis sobrinas, que acogieron a mi mamá en Serbia, eran irse, y si lo hacían, mi mamá se quedaba sola. Yo lloraba todos los días porque pensaba que no iba a ver más a mi mamá, porque decían que después de lo que pasó con Suiza, que impuso las visas de tránsito, Alemania iba a hacer otro tanto, y Condor hace escala en Alemania.

No tuve vida esos días, no tuve; mucho estrés, mucho, mucho, mucho, bajé muchísimo de peso en esos días. Vendiendo cosas, comprando euros o dólares… no te puedo explicar. La preocupación con los gatos era otra cosa que me tenía mal, yo pensé que no los iba a poder traer. Mi hermano me llamaba y me decía "tú no puedes dejar a mima sola por los gatos; si te dicen que no puedes llevar los gatos, tú tienes que irte y dejarlos". Y yo sabía que sí, que tenía que hacerlo, no me iba a quedar otra opción, pero me moría al pensar en tener que dejar a mis gatos. Hice lo imposible por llevármelos. Era tanto el estrés…

Además, estaban virando a los cubanos en Serbia. Cuando llegaban no los dejaban entrar. Hubo varios a los que les pasó eso. Tuve mucha preocupación hasta que llegué a Serbia; bueno, no a Serbia, hasta que llegué a la casa y vi a mi mamá y la abracé. Fue ahí que me dije "estoy en Serbia". Lloré muchísimo, lloré por haber podido vencer todas esas cosas, que eran muchos obstáculos. Y lloré porque había podido salir de Cuba y ya estaba en un país libre.

No sé, fueron tantas cosas, la incertidumbre de una nueva vida que no sabía cómo iba a enfrentar, solo sabía que iba a estar aquí y que iba a echar "palante". A pesar de que fueron unos días nada más separados, mi mamá salió el 23 de junio de allá y yo salí el 11 de julio, fue tanta la incertidumbre, que encontrar a mi mamá fue, no sé, pon la palabra que tú quieras, fíjate que yo me acuerdo y la voz se me corta.

¿Qué te parece el país?

Serbia es el país al que conseguí salir después de intentar hacerlo por otras muchas vías. Para mí es un país de tránsito, siempre estuve convencida de que aquí no nos podríamos quedar. Le agradezco la posibilidad de haber salido del infierno emocional y material que estaba viviendo en Cuba, aquí soy una persona libre, me puedo expresar por cualquier medio sin temor, además de que hay muchas vías para legalizar tu estatus migratorio y se hace en corto tiempo.

Las personas en su gran mayoría son muy amables y te ayudan. Aunque no te entiendan, hacen lo imposible por que entiendas lo que te explican. Las limitaciones de este país son, en primer lugar, su idioma, tan difícil para nosotros. Eso disminuye tus posibilidades de obtener trabajo.

Yo soy licenciada en Comunicación Social y aquí no puedo aspirar siquiera a una plaza de buró de ningún nivel. Tengo que esperar a mejorar mi capacidad de comunicación. Como resultado, solo obtengo trabajos que los nacionales no quieren asumir con salario mínimo.

El clima nos añade dificultad. En verano el calor es peor que en Cuba y en invierno te congelas. Otro problema para el emigrante es que hasta que no sea ciudadano no tiene derecho a un buen seguro médico, solo al que yo poseo, que es para urgencias.

Mi madre es hipertensa y tiene insuficiencia cardíaca, mi hijo necesita chequeos semestrales por su condición neurológica y oftalmológica, y yo, chequeos periódicos de cardiología. En ese aspecto tengo una presión semejante a la que tenía en Cuba por nuestra situación de salud.

¿Cuáles son tus planes?

Yo tengo un bloqueo auriculoventricular de tercer grado, congénito. Desde el año 2002 tengo un marcapasos implantado, que ha sido sustituido en dos ocasiones. El motivo más importante por el que me fui de Cuba es por la represión que tenían conmigo. El otro motivo, que también fue importante para tomar mi decisión, es que en Cuba no hay marcapasos.

Durante los tiempos del Covid vi varias noticias de personas denunciando que tenían familiares que necesitaban marcapasos y que no había. El Gobierno cubano no paró de construir hoteles de lujo en esos años, pero justificaba la falta de marcapasos con el Covid. Ya terminó el Covid y hace varios días vi otra petición de ayuda de una mujer cubana para conseguir el marcapasos para su madre. El seguro médico aquí es demasiado caro. Aun si tuviera derecho a él, no podría pagarlo con el salario que gano como extranjera.

Ahora se ha habilitado la posibilidad del parole para que los cubanos viajen a Estados Unidos. Es necesario un patrocinador que se comprometa con la recepción del que es aprobado. Ya por mi mamá tengo quien aplique y, en caso de ser aprobada, se iría, una vez más, delante. Pero tengo familiares que, dispuestos a hacerse cargo de mí y de mi hijo, aún no pueden aplicar. Ese es el próximo paso de mi itinerario, encontrar a alguien que pueda ser patrocinador mío y de mi hijo para irme a Estados Unidos.

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1 comentario

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Dice que ha llorado mucho,y le creo,hasta yo estoy llorando,es una historia digna de una película,es una odicea,tremenda mujer,Cuba pierde una joya mas.