Sergio del Castillo y Domínguez nació en Cuba, tiene 80 años y desde 1968 vive en Estados Unidos. En 1960 matriculó Arquitectura en la Universidad de La Habana. Mientras cursaba el cuarto año de su carrera, en 1965, sufrió la interrupción abrupta de sus estudios por su actitud "no simpatizante" hacia el régimen comunista. Diez años después de salir de Cuba, en 1978, se graduó de Bachelor of Architecture en la Universidad del Estado de Maryland, concluyendo los estudios que le fueron negados en la Universidad de La Habana.
En Estados Unidos conoció y se casó con su actual esposa. Como arquitecto, ha trabajado por más de 40 años, y proyectos en los que ha participado pueden ser admirados en varios continentes. "el proyecto que más me enorgullece es el Santuario a Nuestra Señora de Guadalupe, en la República de Togo", dice.
Sergio del Castillo, ya retirado, vive en la actualidad en Maryland, Estados Unidos. Estas son algunas de sus memorias universitarias.
¿Cuándo matricula en la Universidad de La Habana?
Matriculé en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de La Habana para el curso 1960-1961. La operación de matricularse era muy sencilla. Uno se presentaba en la oficina de matrícula con el diploma oficial de graduado de bachillerato, prueba de identidad, y pagaba el costo del semestre (25 pesos cubanos, en aquella época equivalentes a dólares).
¿Qué experiencia tuvo con la censura en la Escuela de Arquitectura en esos años?
El estudio de la Arquitectura es universal. El estudiante de Arquitectura está expuesto a la censura política por la expresión de sus opiniones personales, no por las académicas. Yo era un alumno concentrado en mis estudios, no participé en ninguna organización universitaria con fines políticos.
¿Cuáles eran las características de su curso?
La carrera de Arquitectura consistía en cinco años académicos, pero mi asistencia a las clases dependía del tiempo libre a consecuencia de mi trabajo, como dibujante y diseñador, en el Instituto Nacional de la Industria Turística (INIT), de donde me tomó cuatro años cronológicos completar los requisitos de los tres primeros años académicos.
¿Cómo se produce la interrupción de sus estudios universitarios?
A principios de 1965, cuando comenzaba el segundo semestre de cuarto año, se convocó a una asamblea general para toda la Universidad, que se realizó por facultades. En ella se comunicó, en términos no suaves, que la escuela necesitaba crear espacio para estudiantes simpatizantes con el sistema político. Espacio que estaba ocupado con estudiantes sin cualidades políticas apropiadas para el régimen.
Lógicamente, era un pretexto para "justificar" la cancelación de nuestra matrícula. A los estudiantes no simpatizantes se les daba la oportunidad de cambiar su actitud o de evacuar sus puestos voluntariamente, de lo contrario tendrían que hacerlo de manera forzosa debido a las regulaciones que empezarían a regir al semestre siguiente. Tanto yo como otros estudiantes evacuamos los puestos voluntariamente antes de tener la marca en nuestros expedientes, lo que podía tener consecuencias fuera del recinto universitario.
¿Dónde se celebró la Asamblea de la Escuela de Arquitectura?
En el salón de diseño por ser el de mayor tamaño. Ya la Escuela de Arquitectura estaba en la CUJAE, nos habíamos mudado allí en el curso 1963-1964, el resto de la CUJAE estaba todavía en construcción.
¿Hubo alguna organización responsable de este proceso?
No recuerdo el nombre de la organización, no era obligatorio pertenecer a ella, pero tenían influencia política para forzar a la administración de la Universidad a hacer los cambios necesarios en las regulaciones. Hacían campañas constantes para atraer estudiantes a los trabajos voluntarios para "fortalecer la Revolución". Estos trabajos consistían mayormente en trabajos agrícolas como el corte de caña de azúcar.
Según su entender, ¿cuáles eran las características que lo tipificaban como "no simpatizante"?
Mi no participación en los trabajos voluntarios agrícolas.
¿Antes de esa reunión había tenido evidencias del malestar que causaba como persona "no simpatizante"?
No, puesto que yo evitaba unirme a las actividades que causaran discusiones políticas.
¿Qué consecuencias podía tener la marca en el expediente producto de su "no simpatía"?
Las organizaciones gubernamentales seguían la pista de los empleados no simpatizantes con el Gobierno de Castro y se comunicaban unas con otras, lo que daba lugar al temor por las repercusiones. Yo planeé dejar de asistir a clases voluntariamente para evitar un problema en mi empleo que me quitara mi entrada económica, y repercusiones en mis familiares, y pude mantener dicho empleo.
Al aplicar por el Permiso de Salida de Cuba, el no tener diploma me clasificó como no profesional por lo que logré, junto con otras condiciones, obtenerlo en 1968.
Lo benefició no ser graduado universitario.
Sí. Aunque tuve que esperar a cumplir los 27 años para estar fuera de la edad del Servicio Militar Obligatorio.
¿Tuvo que cumplir algún tipo de trabajo obligatorio previo a su salida, en el campo, por ejemplo?
No. Sí tuve que renunciar a mi empleo en el INIT, en 1967, para solicitar el Permiso de Salida, pero cuando hicieron obligatorio el trabajo en el campo me llegó el turno de salida, por lo que me libré de él.
Semanas atrás el Gobierno cubano impidió regresar desde Costa Rica a la joven periodista Karla Pérez. Ella había sido expulsada de la Universidad de Las Villas en 2017 por motivos políticos; y consiguió concluir sus estudios en aquel país. Entre el año de la expulsión de Karla y la suya median 52 años. ¿Qué opinión le merece la persistencia de tales prácticas?
Yo creo firmemente que las universidades deben ser autónomas, completamente independientes del control gubernamental. Que son los estudiantes los que deben establecer las bases para la expresión de sus opiniones políticas libremente y las universidades deben permitir esa expresión siempre que no creen confrontaciones físicas.
Es deplorable que las universidades, bajo el control de los gobiernos, utilicen las opiniones políticas de los estudiantes como base para expulsarlos, y que los gobiernos hagan uso de esas expulsiones para después impedirles el regreso a su patria natal.
52 años entre la expulsión del entrevistado y la de Karla Pérez. Y el suplicio sigue, y se dice humanista y democrático.