La actuación que tendrá la delegación cubana en los venideros Juegos Olímpicos de París 2024, que comienzan oficialmente el próximo viernes 26 de julio, es una incógnita.
El discurso de los dirigentes, aunque está alejado de aquel espíritu triunfalista de antaño, se aferra a un pronóstico en el que visualiza cinco medallas doradas y ubica a Cuba entre las 20 primeras naciones en el medallero general.
Si bien el vaticinio no es descabellado, para lograr ese objetivo los atletas con más posibilidades tendrán que llegar a la cita parisina en su mejor forma deportiva y se tienen que combinar muchos factores.
Cuba competirá en 16 deportes (ninguno colectivo) con 61 representantes, la tercera delegación más pequeña desde que la Revolución asumió el poder en 1959, solo por encima de las versiones de Roma 1960 (12) y Tokio 1964 (27).
En la historia bajo los cinco aros, Cuba ha ganado 235 preseas, repartidas en 84 de oro, 69 de plata y 82 de bronce, y se encuentra en un decoroso lugar 16 en el medallero general por países.
Sin embargo, aquellos tiempos en los que la economía era subvencionada por el extinto campo socialista y se alcanzó un desarrollo deportivo basado en la masividad forman parte del recuerdo.
La Cuba de hoy se encuentra sumida desde hace años en una crisis general que afecta todos los renglones de la sociedad y, por supuesto, el deporte no se escapa de sus efectos.
Los directivos se han enfocado en un pequeño grupo de atletas con condiciones excepcionales y han invertido lo poco que tienen en ellos para tratar de mantener el estatus ganado en las épocas de las ficticias bonanzas económicas.
Apelando a instituciones amigas que aportaron recursos para crear bases de entrenamientos en algunos países, varios de esos atletas han podido mantener su nivel, participar en competencias previas y acceder a recursos que no existen en la Isla.
Aunque en toda competencia deportiva nunca se descartan posibles sorpresas, son ocho los deportistas cubanos que, según las autoridades, tienen más probabilidades de escalar a lo más alto del podio, algunos más por su historia que por sus posibilidades reales.
Son ellos el cuatro veces titular olímpico Mijaín López (lucha grecorromana), los bicampeones Arlen López y Julio César La Cruz (boxeo) y el trío de Idalys Ortíz (judo), Leuris Pupo (tiro) y Luis Alberto Orta (lucha grecorromana), quienes tienen en sus palmareses una medalla de oro en citas estivales.
Completan el grupo la campeona mundial Yarisleidis Cirilo (canotaje) y la subtitular del orbe bajo techo Leyanis Pérez (triple salto), esta última beneficiada por la ausencia de la plusmarquista mundial, la venezolana Yulimar Rojas.
Algunos de los representantes de Cuba señalados como posibles medallistas dorados están en el ocaso de sus carreras y otros han tenido altibajos en los últimos años o enfrentarán a rivales muy difíciles de vencer.
Igualar las siete preseas áureas de Tokio hace tres años parece imposible y de alcanzarse las cinco pronosticadas, sería casi una hazaña en un ciclo marcado por fugas, carencias y una crisis económica que parece eterna.