En los recién concluidos Juegos Olímpicos Tokio 2020, Cuba con 15 medallas (siete de oro, tres de plata y cinco de bronce) ocupó el lugar 14 en el medallero, mejorando el lugar 18 que obtuvo en Río de Janeiro 2016.
Si en México 1968 Cuba se ubicó en el lugar 31, con 4 medallas de plata; en Munich 1972 ascendió al lugar 14, con 8 medallas (tres, una y cuatro); en Montreal 1976 se apoderó del octavo lugar con 13 medallas (seis, cuatro y tres); mientras en Barcelona 1992 saltó al quinto lugar con 31 medallas (14, seis y 11).
El nivel del deporte —como la educación y la salud— requiere y se corresponde con el nivel de la economía. No es casualidad que los países con mayor desarrollo exhiban los mejores resultados. Si se oculta esa razón, el salto de Cuba del puesto 31 en México 1968 al quinto en Barcelona en 1992, puede parecer un milagro, pero no lo es. En ese periodo las enormes subvenciones provenientes de la Unión Soviética camuflaron la incapacidad económica del totalitarismo cubano, lo que explica tanto el auge que catapultó a Cuba al quinto lugar en Barcelona, como el retroceso al puesto 18 en Río de Janeiro debido al derrumbe de la Unión Soviética. No hubo milagros, sino dependencia y subvenciones.
El análisis frío de la cantidad de medallas y lugares oculta lo esencial de los Juegos Olímpicos, tanto de los antiguos como de los modernos. En la Antigüedad se celebraron durante los 1.169 años que van del 776 a.C. al 393 d.C., cuando al adoptarse el cristianismo como religión oficial, el emperador romano Teodosio I el Grande los suprimió, hasta que quince siglos después, gracias al empeño del pensador y pedagogo francés Pierre de Coubertin fueron restaurados y reinaugurados en 1896 en presencia del rey Jorge I de Grecia.
Los Juegos Olímpicos
Coubertin concebía el desarrollo de las cualidades físicas y morales como fundamento de la educación de la juventud en un espíritu de comprensión y amistad para la construcción de un mundo mejor y más pacífico. Ese ideal está simbolizado en el emblema del COI y de los Juegos Olímpicos: una bandera con cinco aros entrelazados de distintos colores sobre un fondo blanco, que representan los cinco continentes.
Tal como la guerra es la continuación de la política por medios violentos, los Juegos Olímpicos constituyen el regreso de la guerra a la paz y la amistad. En la Antigüedad los griegos establecían una tregua en las guerras para rendir culto a sus dioses midiendo las fuerzas mediante el deporte. Con ese fundamento el COI exhortó en 1992 a observar la tregua olímpica, que representa un puente entre aquella sabia tradición y el propósito de mantener la paz y la seguridad internacionales. Razón que explica por qué la bandera de las Naciones Unidas ondea en todas las sedes de los Juegos Olímpicos.
Muchos y significativos han sido los adelantos. Por ejemplo las mujeres, impedidas de participar en los Juegos Olímpicos de la Antigüedad, evolucionaron de París 1900, donde debutaron en la modalidad de tiro con arco a Tokio 2020 con participación en todos los deportes. La medición visual se sustituyó por el cronómetro y el fotofinish en 1912; de la trasmisión escrita se pasó a la radio y en 1960 a la televisión; el traslado de la llama Olímpica de Atenas a Ottawa se realizó en 1976 por medio de rayos láser y vía satélite; mientras que la participación de atletas pasó de 311 de 11 países en 1896 a 11.711 atletas de 204 países en Tokio 2020.
En paralelo a esos avances, otros acontecimientos niegan los principios del olimpismo. Entre ellos: la suspensión de los juegos en 1916, 1940 y 1944 a causa de las dos guerras mundiales; la manipulación por Hitler en 1936 para demostrar la "superioridad" aria; la exclusión en 1920 de Alemania, Turquía, Bulgaria y Polonia por su responsabilidad en la Primera Guerra Mundial, así como la separación de la Unión Soviética de esos juegos; y la exclusión en 1948 de Japón y Alemania por su papel en la Segunda Guerra Mundial.
Aunque en Helsinki 1952 nuevamente se reunió toda la familia olímpica, la Unión Soviética, como parte de la Guerra Fría, se trazó la meta de derrotar a EEUU en la edición de 1956 para demostrar la superioridad del socialismo. El Estado soviético prestó una atención especial al deporte y los atletas fueron transformados en máquinas deportivas destinadas a establecer marcas a cualquier precio.
Otros hechos ajenos al deporte tuvieron lugar en México 1968, cuando los atletas negros norteamericanos Tom Smith y John Carlos, ocupantes del primer y tercer lugar en los 200 metros planos, al subir al podio lo hicieron sin zapatos, con medias negras y luciendo guantes negros para manifestarse contra el racismo. En Munich 1972, un comando terrorista palestino asaltó el dormitorio de la delegación de Israel, mató a dos atletas y tomó otros 11 como rehenes. El saldo final fue la muerte de otros nueve atletas israelitas, un policía alemán y cinco terroristas. En Moscú 1980, con el apoyo de varios países europeos, EEUU boicoteó los juegos por la invasión soviética a Afganistán y otros 66 países se abstuvieron de participar; en respuesta la Unión Soviética y otros 14 países, entre ellos Cuba, boicotearon la Olimpiada de Los Ángeles en 1984.
Cuba en los Juegos Olímpicos
Cuba se incorporó a los Juegos Olímpicos en París 1900, donde se ubicó en el lugar 12 con el oro y la plata del ajedrecista José Raúl Capablanca. En San Luis 1904 ocupó la tercera posición con cuatro medallas en espada individual, florete y esgrima; y en Londres 1948 ocupó el puesto 28 con una medalla de plata en (vela star) con Carlos de Cárdenas Culmell y Carlos de Cárdenas Pla.
Después de 1959 el deporte quedó subordinado a la ideología. Los atletas cubanos fueron convertidos en gladiadores que representan al Estado, carecen de libertades para participar en esos eventos a título personal, así establecer amistades libremente con los atletas de otros países, viajar sin autorización al exterior o sencillamente, decidir permanecer hasta el último día para disfrutar de esa gran fiesta que es la clausura de los Juegos Olímpicos.
Por su parte los narradores deportivos exacerban el chovinismo nacional con expresiones tan absurdas como "bronce con sabor a oro", "quinto lugar con sabor a podio", o "los cubanos triunfan porque ponen el corazón", como si los cubanos perdedores o los atletas de otros países compitieran sin ese órgano vital. A la vez se ignoran o se les presta poca atención a los compatriotas que compiten por otras naciones, que en Tokio 2020 fueron 22, algunos con resultados destacados como el oro en triple salto de Pedro Pablo Pichardo en representación de Portugal.
Por último, no se brinda información de cuánto le cuestan los Juegos Olímpicos al pueblo cubano para que este decida, si ante la crisis de medicamentos, alimentos y de Covid-19, vale o no la pena un grupo de medallas.
Lo reseñado acerca de las Olimpíadas indica la distancia que nos separa del día en que sean, verdaderamente, encuentros para fomentar la paz y la amistad, el amor y la alegría, entre atletas y naciones. Se impone erradicar los remanentes de la Guerra Fría, de la subordinación del deporte a razones políticas o ideológicas y situar al ser humano como lo primero; una deuda pendiente de saldar con el barón Pierre de Coubertin y con los principios del olimpismo.
8 de Agosto ... Día del Gato ... No se olviden del Gato de Cuba ... que sigue en una de las ergástulas del régimen fascista que desgobierna Cuba ...
El Sr. Dimas Castellanos se equivoca cuando escribe: “ El nivel del deporte —como la educación y la salud— requiere y se corresponde con el nivel de la economía”. La economía cubana nunca ha estado bien desde el principio de la Revolución. Sin embargo, el deporte, la educación y la salud, brillaron por años, hasta que se acabó el CAME. Todo artificial, para encandilar a los tontos del mundo, que son muchos.
Señor Weston, el Sr Dimas no se equivocó en eso. ¿Usted leyó el párrafo completo? Practicamente escribió lo mismo.
Pues tiene razón, Sr. Shingurato, no leí el resto del párrafo. Creo que me pareció una afirmación sólida y abandoné la lectura. Mi falta. Le pido disculpas al Sr. Castellanos y a usted, muchas gracias por alertarme.
Papo Weston__ Yo siempre lo digo tú nunca apuntas bien. Eso de la próstata tienes que vértelo.