La libertad sin límites del cielo iluminado por el sol
William Faulkner
El soldador subió a lo más alto de la grúa
y hasta allí le alcanzaron la llama
que no se podía mirar.
Pieza a pieza,
empezó a caer la enorme armazón
que fue, por más de un siglo,
nuestro punto de contacto con las nubes.
En medio de una aglomeración,
que alguien llamó "acto de masas",
se habló sobre la importancia
de recuperar las materias primas.
Algunos aplaudieron,
pero también hubo quien maldijo.
No se estaba desmontando un aparato
sino una época,
el relato en el que al final
siempre subsistíamos.
El largo y cálido verano
acababa de llegar.
Como una película en Cinemascope,
impuso sus dimensiones.
El cielo se veía con los mismos azules
que lució en la pantalla del cine
la noche en que acusaron
a Paul Newman
de haber incendiado un granero.
—¡Granero! —dijeron en voz alta
algunos espectadores,
para no desaprovechar la oportunidad
de pronunciar una palabra ajena.
Nunca hemos tenido un granero
en el Paradero de Camarones.
Nuestras cosechas arden al aire libre,
cuando incendiamos los campos
para lidiar con el polvo y la paja.
Acabó desplomándose la grúa.
Cayó sobre el vacío que dejó
la multitud
al echarse a correr.
Después de aquel enorme estruendo,
perdimos el contacto con las nubes
y con ese azul que reconocimos
en los ojos de Joanne Woodward.
Desde entonces mirar al cielo
dejó de ser para nosotros
algo intuitivo.
Pieza a pieza,
había caído la razón
por la que éramos como éramos.
Camilo Venegas nació en Paradero de Camarones, Cienfuegos, en 1967. Sus libros publicados más recientes son Afuera (2007), ¿Por qué decimos adiós cuando pasan los trenes? (2012) y la novela Atlántida (Libros del Fogonero, República Dominicana, 2023).