Regla de Literatura nos liberó hasta la hora; cojan campo y repasen sus versos, no coman nada silvestre y abreven en charcos, alimenten el hambre que expresó To Huu en TIO HO.
El Agente Naranja cegó los campos gradados de Lao Bao, millones se cobró tal escasez de arroz.
Un perro de sombra en sombra sin alguien que lo silbe hacia el atardecer que la tea finge. Somos once, a estrofa por cabeza y la mía la cuarta:
"¡Oh, toronja, para quién esta miel dorada,
y para quién estos perfumes suaves!"
De peor buche empieza la décima:
"¡Oh Tío Ho! Tú partes ya por ese gran camino
que lleva a los maestros, Marx, Lenin, el mundo de los sabios"
De emesis la oncena:
"Vuelvo a ver tus sandalias usadas,
Rebosantes de beneficios"
Apresura su trote el perro y se desatan como karts los guineos paralelos al asfalto llovido de tizne y tamo. Saben a gallipollo y cuatro bastan para emboscarlos, salivamos, pero nos sofrenan las estrofas, somos once y la mía la cuarta.
Donde el secano contiene la candela un nombre que cifra muchos años escrito en el tizne dio pie a playas de arenas negras que sabemos de oídas y a que todas las Reglas que conocemos son negras. Sin ir muy lejos el segundo nombre de la tercera estrofa es ese y es mulata blanconaza. To Huu en cambio es nombre tos, nombre secuela, aunque esté estudiado que es la época cunden la conjuntivitis y el cloracné porque el Agente Naranja viaja en las cosas generaciones, libretas y lápices que curso tras curso nos donan sus árboles en paz. En guerra hablan vietnamita, los escucharon franceses, yanquis y el Cónsul Binh Bao que fue árbol lo contaba cada 19 de mayo. Este natalicio sin embargo no, será un nuevo Cónsul, Ha, más tío que abuelo dicen, así que nos repartimos los alias de guerra del Tío Ho para impresionarlo.
Nguyen Sinh Coong
Tat Than
Tat Dhat Khiem
Ho Chi Minh
Phan Chu
Anh Van Diem
Nguyen Ai Quoc
Bu
Voung Thuc Do
Huy Bienh Dao
Van Ba
El primero el de cuna y el octavo como opinamos debió llamarse nuestra ESBEC, al perro sin alguien que le silbe lo bautizamos Bu.
Duerme a ras de tierra la candela y se anima el humo, que es su sueño. Décadas vegeta latente en el subsuelo el Agente Naranja y en cuanto aren esas hectáreas respirará. El natalicio pasado, además de literas de internos con fomento por ojos, pasearon a Binh Bao por estos surcos prietos y de un parpadeo juró hallarse en Dien Bien Phu tras los cincuenta días y noches que describió To Huu en su loa a las bajas de aquella ofensiva. Este percibir simultáneo lo escalonado en el tiempo lo que el humo nos hace.
Las loas de To Huu son otra cosa que poemas.
*
Se asaba más ancho que alto el Cónsul Ha decorado por el claustro al pie de las escaleras. En coro ascendente despedíamos estrofas descendentemente de modo que "Firmes como las mil cumbres de la cordillera larga" lo escuchara en la cara. Ha desplegó un abanico limón y una risilla traviesa que no supo contener y que casaba con su nombre. Al dictado del protocolo Thai ideado por Regla de Literatura juntamos las palmas reverenciando y nos recogimos mudas como monjas.
A la hora Alicia de Historia, que tenía una doble vida con el teacher de inglés de apellido Esponda, nos sorprendió engañando al hambre entre dos literas con Toki y gofio; nos querían en Dirección. Nos lamimos las manos entre todas y alisamos blusas y sayas, que sabían ser doble tono o aguas claras.
La risilla del Cónsul nos recibió en el buró del director, que no cabía y era jabao y llamaban Baró. En el aire acondicionado de Dirección Ha tenía la mitad en edad que Binh Bao y el agente naranja mucho menos pronunciado. Éramos doce allí apretados, y trece con la traductora Cuc, que según Ha a través de la propia Cuc significa flor de crisantemo. Ni antes ni nunca le oímos voz a Ha, sino que Cuc nos traducía telepática o confucianamente sus pensamientos.
Hablo por las once al reparar en que si Cuc llevara mi uniforme doble tono y de nosotras la sexta estrofa p.ej. que es medio achinada usara su Ao Dai y sus trenzas, ni Ha, ni Baró, ni Alicia de Historia con el teacher Esponda y ni Regla de Literatura la desmentirían.
Ha pasó su infancia bunkerizado en la entonces Saigón y hoy Ho Chi Mihn, también de diecipocos cantó a To Huu y su eco rebota aún por los túneles de Cu Chi.
Asentía o desplegaba su abanico Ha.
Pero ya Ha dejó atrás aquel niño —abundó Cuc—, y aquellos versos sobre el hambre como camino a la libertad, que es una palabra vietnamita, a su edad madura caben en esta caja.
Las manos de Ha la ofrecieron abierta y del alto de una urna sobre el buró, de a una nos asomamos a su hueco y a cada cabeza acariciaron las manos de Ha.
Hay que meter las cosas en cajas para poder verlas— ventiló la moraleja Cuc antes de pensarla nosotras mismas.
Ha incorporó su porte de panda y sellando el natalicio sopesó en vilo a la primera estrofa, que sin aliento despidió su nombre de cuna. Era la hora de los alias, son once y el mío el cuarto, el que ilumina.
Abel Arcos nació en Guanabo en 1985. Ha publicado los libros de narrativa 9550, una posible interpretación del azul (Premio Franz Kafka, 2014) e Informe sobre el Estrecho de la Florida II (Editorial Casa Vacía, Richmond, Virginia, 2018). Ha escrito los guiones de, entre otros filmes, La obra del siglo, Agosto, La piscina, Los lobos del Este. Este fragmento pertenece al libro en preparación Cities.