Más que un burócrata, el administrador de la fábrica de aceros imperecederos "Héroes de Alegría de Pío", se ve a sí mismo como un hacedor de puertas y ventanas. Ha sido acusado en repetidas ocasiones de nepotismo pues se desdobla en la figura de su hermana para resguardar su obra, por lo que además de administrador es almacenera. Forjar el acero precisa compromiso y el compromiso es más hondo si la sangre lo comunica.
El único ruido en la serenidad del administrador (y su hermana) es que aquí no hay espacio para un clavo más. Abarrotan la fábrica pallets con clavos de entre dos y seis pulgadas, 314.1 toneladas que se han apelmazado por la no extracción oportuna. El administrador (y su hermana) tienen sueños recurrentes con un larguísimo alambrón de clavos de entre dos y seis pulgadas que los persigue por el almacén. Luego de largas reflexiones matutinas, arrojaron una descripción posible: hay algo de pequeña eternidad en el alambrón, de tenia mítica.
Se hace preciso implementar una política urgente de evacuación, han exigido en cartas a cuatro manos dirigidas a los ministerios concernientes (los incumplidores). A su juicio existe una relación M-D-M (mercancía-dinero-mercancía) que estimula la morosidad del T.M.T (transporte-mercadería-tienda), y ambas se rigen bajo la noción de que nada está acordado hasta que todo esté acordado. La sigla C (consumidor) no está contemplada en ninguna relación. Agotado de redactar informes y con el fin de examinar al objeto en sí, el administrador mandó a traer un puñado de clavos a su despacho para inspeccionarlos con detenimiento.
Los clavos de dos pulgadas le parecieron una banalidad y los de seis idóneos para una crucifixión. Y como si la respuesta parpadeara en el nido de sus palmas reunidas, el administrador humedeció la punta de un clavo de dos pulgadas y se lo introdujo en la nalga izquierda. Esa noche al llegar a casa vio en las noticias que el ministro de Finanzas y Precios había fallecido de un ictus.
Sin sospechar conexión alguna, al otro día el administrador se introdujo otro clavo en la nalga derecha e hizo fallecer al ministro de Transporte. Al tercer día comprobó su teoría y se atravesó la lengua con dos clavos (uno de abajo hacia arriba y el otro de izquierda a derecha) y fallecieron el ministro de Educación y el de Cultura por ese orden. Para proteger su buen nombre, se traspasó una mano con un clavo oxidado de seis pulgadas y ¡zas!: dejó hecho un vegetal al ministro de la Industria Metalúrgica.
Al quinto día el administrador descansó.
No hay coincidencia sin necesidad, acordó con su hermana antes de irse a la cama y durmieron libres de culpa. Esa noche, por vez primera en décadas, soñaron con el dulce de leche que les hacía su mamá.
Abel Arcos nació en Guanabo en 1985. Su primera novela, 9550, una posible interpretación del azul, recibió en 2014 el Premio Franz Kafka. Ha escrito los guiones de, entre otros filmes, La obra del siglo, Agosto, La piscina, Los lobos del Este. Este texto es un fragmento de Informe sobre el Estrecho de la Florida II (Editorial Casa Vacía, Richmond, Virginia, 2018).