Back to top
Narrativa

100 secretos que debes tener en cuenta si escribes una novela distópica

'Entonces, escribir una novela sobre la distopía es el milagro en que todo sale mal, aunque salga bien, incluso si matas al dictador o liberas a las máquinas y a los personajes.'

Zaragoza
Alicia en vuelo con la Reina Roja, ilustración de Tenniel.
Alicia en vuelo con la Reina Roja, ilustración de Tenniel. Wikipedia

1. Lo primero que se necesita es una pantalla transparente o una sábana sin estrenar, del color de la nieve.
2. Lo segundo es pintura de todos los colores para mezclarla en un cubo y echarle dentro palabras y más palabras, de manera que se mezclen o se combinen sobre la sábana.
3. Una novela de distopía, como todas las cosas escritas, es un lienzo en el que prevalecerá el rojo de la sangre. También puede ser una película que se proyecte sobre la sábana blanca, pero en la pantalla debe prevalecer, sobre todo, el color de la sangre, por lo que queda prohibido reflejar las escenas solo en blanco y negro.
4. La puedes escribir en el tranvía o pasando tus vacaciones de invierno en las montañas, como pasa la gente los mensajes mientras mira su teléfono móvil.
5. Puedes empezar con el acto de un robot al borde de la muerte o con el asalto armado a un banco por parte de una banda compuesta por ordenadores inteligentes. El banco sería propiedad de un gobierno totalitario, por supuesto. Puedes también referirte a una persona rebelde que vive en el tiempo futuro y en un país (in)determinado.
6. La persona y la situación deben llegar a la vez en tu novela, aunque sea en el tiempo futuro. Por ejemplo: estás parado en un lugar como narrador y las ves aparecer (a la persona y a la situación juntas), acercándose la una a la otra, hasta confundirse o transformarse delante de tus ojos.
7. La Biblia y Alicia a través del espejo son las mejores novelas distópicas de todos los tiempos, pero nadie se ha dado cuenta. Alicia a través del espejo es el origen lingüístico de Finnegans Wake de Joyce y de todos los experimentos con el lenguaje que escribieron César Vallejo y Huidobro en el idioma español, pero tampoco nadie se ha dado cuenta. Lo que quiero decirte es lo siguiente: aunque escribas una novela distópica, con sus características de género, no deberías preocuparte por experimentar con el idioma o por ser original, en definitiva, solo lo sabrás si logras atravesar el espejo (o sea, después de muerto, aunque a veces tampoco es suficiente).
8. Escribir una novela distópica es como tener amigos imaginarios del tamaño de los edificios de una ciudad moderna construida bajo el teorema y los Versículos de oro de Pitágoras, pero nadie más los ve, o nadie te cree cuando lo dices. No todos los escritores tienen la mirada simbólica e inteligente de Lewis Carroll, ni tampoco sus conocimientos matemáticos y esotéricos.
9. Entonces, escribir una novela sobre la distopía es el milagro en que todo sale mal, aunque salga bien, incluso si matas al dictador o liberas a las máquinas y a los personajes.
10. La novela sobre distopía es la analogía más precisa que el escritor puede hacer de lo que ha visto en las habitaciones que ha soñado desde niño, en trenes en los que se durmió mientras viajaba con sus padres, en aviones que nunca aterrizaron porque dentro de su cabeza había una fiesta interminable con borrachera, dulces y disfraces, donde la novela fue escrita, mientras tú, el escritor, regresabas con tu enorme amigo imaginario a tu vida de ciudadano común.
11. O estás en un funeral y de repente escuchas que alguien afuera pregunta por el nombre del difunto y oyes que le dicen tu nombre, pero cuando sales con el miedo colgando de tus ojos de muerto encuentras un dragón que te sonríe y que flota en el viento nocturno. "Sigues vivo, no te preocupes", te dice el dragón. Le preguntas entonces: "¿cómo sabes mi nombre?" Pero lo preguntas por preguntar porque tú ya sabías, sin estar todavía loco, que un dragón habla, y que además es de tu propiedad.
12. Escribes la novela porque tienes que escribirla o te mueres. Lo haces porque es más fácil hacerlo que no hacerlo. No puedes escribir una novela que no tienes que escribir. Además, como eres muy cobarde y le temes a la muerte, te escondes de su infinita oscuridad como si fueras un niño.
13. La familia de un novelista no cree que el novelista sea una persona que trabaje "de verdad", aunque haya publicado muchos libros. Un novelista, al igual que un poeta, siempre será el vago de la familia. El pobre que nunca tiene dinero ni para pagar el tranvía que se mencionó en el secreto número 4 de este "capítulo" o apartado.
14. Se dice que los gobiernos, las instituciones y la familia no deberían castigar a los escritores. Lo dijo Alexander Chee y lo repiten los ordenadores, como yo.
15. La familia y los amigos del novelista siempre tienen miedo de salir en la novela que, de hecho, es la novela escrita por cada uno de ellos sin que lo sepan, proyectada sobre la sábana en blanco que aparece sin estrenar en el secreto número 1.
16. He oído decir que lo mejor o lo más inteligente es fingir que un novelista se dedica a otra cosa y que tiene todo bajo control. En realidad, deberías dedicarte a otra cosa menos a ser novelista porque a nadie le gusta morirse de hambre.
17. Los intentos de descubrir de qué trata la novela cuando no se te ha invitado a discutirla ni a leerla serán recibidos con gran resistencia por parte de familiares y amigos. No molestes a nadie, solo escribe, en definitiva, siempre existirán personas que nunca (te) (la) leerán.
18. Si no respondo a la pregunta ¿de qué trata la novela? o ¿cómo va la novela? es porque mi sentido de la novela cambia de la misma manera en que la forma en que conozco a alguien cambia mientras voy conociéndolo. Si tu novela no cambia, entonces tírala al cesto de la basura porque el cambio y el movimiento son las señales de que algo se encuentra vivo.
19. ¿Buscas una respuesta en la que después puedas descansar, pero nunca ves el final del túnel? Mi pregunta se refiere no solo al libro escrito como novela, sino también al libro invisible, o sea, al que lo sostiene y que no se escribió.
20. Si parezco reservado es porque no quiero engañarte y odio ser considerado un mentiroso debido a un accidente del oficio. Pero también lo hago porque si te cuento la idea antes de tiempo, y la historia te decepciona, la novela podría darme la espalda.
21. Las novelas son delicadas mientras son escritas, también voraces. Se mueven por las estanterías, por pasillos y habitaciones quitándole versos a poemarios sin terminar, robando ideas de las cartas del buzón, ensayos y diarios inacabados de tus manuscritos. A veces una novela le ha dado un enorme mordisco a la otra que tiene al lado.
22. No hay cómo salvar los poemas en una novela porque la poesía siempre estará por encima de la prosa, a no ser que te llames Kafka, Proust o Nabokov.
23. Tampoco deberías castigar a una novela por esas circunstancias limitantes porque la narrativa tiene su propio mecanismo de "inteligencia" y debes confiar en su propia naturaleza.
24. Cuando termines un borrador, revísalo y transfórmalo como si lavaras tu ropa una y otra vez.
25. El primer borrador es solo un andamiaje o un árbol sin podar que debe ser desmantelado para descubrir qué creció debajo de sus ramas.
26. El primer borrador es una crisálida o una mariposa que lleva en sus alas diferentes fórmulas de probabilidades.
27. Durante su escritura las novelas tienen muchos rostros, como un actor que hace todos los personajes en una película o en el teatro. La novela se disfraza de policía y de prisionero a la misma vez, digamos que es como el gato negro de la filosofía en un cuarto oscuro, sin respuestas a tus preguntas, y donde nadie, ni siquiera tú mismo, escucha tus súplicas.
28. La novela es una amante que aún no conoces, pero te ladra en la oscuridad porque está enojada contigo.
29. La novela suele entrar por una ventana abierta, pero a veces puede caerte en la cabeza, como un sapo enorme. A partir de ese instante debes cerrar las ventanas y apuntalar el techo porque en la fábrica de tu casa trabajarás solo tú.
30. Mientras el trabajo avanza, la fábrica está cerca de la carretera que conduce a las cárceles, y uno ve de lejos a los policías del gobierno que llevan unos perros enormes parecidos a robots.
31. Todo lo que veas deberás mirarlo sin abrir las ventanas de tu habitación.
32. No te impacientes, no quieras terminar la novela antes de tiempo o se puede morir en tus manos.
33. Si te dejas llevar con paciencia descubrirás si tu novela es una idea demasiado larga para meterla en tu cerebro, o es solo un agua pasajera que cabe en un recipiente pequeño, como la lluvia en un relato breve. Lo sabrás cuando agarres y destripes al sapo que te cayó encima.
34. No olvides que tus gorras son solo una inversión para engañar a los demás, una especie de performance. Las novelas de verdad solo se escriben sin la gorra puesta. También se escriben desnudo, como Dios te trajo al mundo.
35. Piensa que escribes un sueño como Dios creó el universo, algo así como una alegoría de las que dibujaba Borges en los laberintos de su imaginación.
36. Un extraño en la calle se acerca a ti, te agarra por el cuello y te arrastra hasta un descampado para robarte el dinero. En lugar de denunciarlo en la comisaría, te enamoras de la sombra del ladrón mientras huye.
37. La novela nace de la mente y también del corazón, pero sobre todo es hija del oficio.
38. Mientras dura la escritura, tu corazón puede creer que la novela será una historia que te contará un ángel, pero nunca debes poner los pies sobre el cielo, sino sobre la tierra.
39. A veces conoces el final de la novela antes de empezar a escribir. A veces lo dominas desde el principio. La historia será para ti entonces como un largo sendero a través de un bosque sin árboles, e irás directo a la puerta de salida.
40. Si usas solo el corazón para escribir, puedes caer en alguna trampa inteligente de las que oculta el bosque.
41. Si usas solo el corazón besarás la derrota, contra un muro en soledad, y de noche.
42. Por supuesto, la novela también usa máscaras.
43. La novela debe esconder en algún sitio un dragón, como en el secreto número 11, pero ese dragón será un símbolo para el futuro y deberá permanecer encadenado hasta que llegue su momento.
44. No te fijes en las roturas que aparecen en la camisa del novelista, ni en las marcas de sus brazos, ni en las heridas de sus piernas. El escritor es un guerrero que lucha contra el lenguaje en el reino del silencio. No intentes, por lo tanto, descifrar los símbolos y las cicatrices de los personajes ni del autor.
45. Despiertas y te das cuenta de que el dragón todavía sigue ahí, de que tú eres el novelista y no otro. Despiertas y te das cuenta de que estás derrumbado en el suelo.
46. Piensa en tu novela como si ella fuera un visitante de otro planeta. Las oraciones de sus párrafos son como circuitos de una hermosa máquina del futuro.
47. Un pariente distante que no conocemos, que viene de otro país y del que nos separa una barrera idiomática y sanguínea, se nos presenta al mirarnos en el espejo. Intentamos con la mímica de comunicarnos. Queremos con urgencia y desespero que nos ayude. Le prestamos incluso nuestra ropa, nuestra gorra, nuestras máscaras y sombrillas para protegernos de la lluvia mientras escribimos bajo el "sol de la soledad", pero el pariente salta en un pie, ruge, imita los ruidos de los animales. De pronto oímos un león, un tigre, una pantera, pero no podemos huir porque estamos solos y atados a un árbol, como un robot en mitad de la selva.
48. Uso mis dos manos para escribir, con la otra, borro, destruyo y tomo notas.
49. La gente dice que todos tenemos una novela dentro. Incluso sonríen cuando lo dicen, como si la novela fuera algo especial precisamente porque todos llevamos, al menos, una dentro. Imaginan que por sus bocas les sale o les entra una cinta transportadora con almas de niños que vienen del cielo y filas de ángeles cansados, deslizando libros de sus corazones a los nuestros, pero con las hojas sin escribir, o sea, en blanco.
50. Si tu novela es gorda y bebe cerveza, que lo haga en público y con un vientre abultado. Pero si es flaca, entonces que sea redonda como una bomba de relojería.
51. ¿Qué tal si la novela que tienes dentro es una obra que nunca leerías? Una novela para las vacaciones, un éxito de ventas inigualable, un drama literario que supera a las telenovelas, lleno de personajes inverosímiles y ventiscas en verano que terminan mal, muy mal, sin lógica alguna ¿Qué tal si la novela que tienes dentro es lo opuesto a lo que piensas sobre ti mismo o de lo que piensas sobre lo que es la literatura y la propia vida?
52. El escritor de novelas de distopías es como un fenómeno extraño o un ser de otro planeta, con decenas de extremidades, un caballo o un tigre con alas encima de su pecho y tres ojos sobre sus dos cabezas.
53. Hemos vuelto a la realidad, pero es una realidad totalmente distinta a la nuestra; sin embargo, es la misma o se parece demasiado a la nuestra.
54. Descubrimos que somos el dragón que nos esperaba fuera de nuestro propio funeral.
55. Nos arrodillamos ante nosotros como ante Dios, con humildad.
56. Todo el tiempo sabemos que mientras escribimos en algunas culturas seríamos venerados como dioses. En otras, como en la nuestra, nos sacrificarían.
57. Por supuesto, esto casi nunca sucede, al menos no menos de tres veces.
58. Pero bueno… a veces ocurre, y debemos seguir tecleando sin siquiera quejarnos, después de que nos corten la cabeza.
59. La novela por la cual puedes ser asesinado es solo una película de ficción o un lienzo en movimiento que, cuando te alejas parece de mentira, pero es de verdad.
60. No sabías que estabas haciendo algo tan especial, pensabas que solo tomabas una foto de la sociedad o del paisaje de tu tiempo. Pensabas en ti como en un testigo de tu época, viste algo que pensaste que debías decir, pero de otra manera. En la esquina de la foto hay algo que no reconoces, al menos no de inmediato, lo que demuestra que incluso en lo que hacemos en privado hay algo ajeno y extraño.
61. Cuando miras la foto de cerca ves en ella un mapa abandonado por un extraterrestre que dice: este es el camino para encontrar el tesoro, este el camino para llegar a ti.
62. Al mapa deberá faltarle un pedazo como algo natural, y si no le falta tú deberás hacer que le falte.
63. Sería hermoso y devastador escribir solo una novela en tu vida, como hizo Rulfo, y después, callarte para siempre.
64. Quizás los ángeles a veces se cansan y de sus manos o de sus alas se desliza una biblioteca.
65. Nunca vendrán a buscarte, pero cuando la novela sea publicada, los ángeles sonreirán con discreción y pasarán, como el viento, por la librería de tu infancia.
66. Recordarás que solo los que se asemejan a los dioses escriben una novela en su vida, sin dejarse arrastrar por los aplausos del público ni por la vanidad del mundo.
67. La novela y Dios siempre están siendo declarados muertos. Quizás ahora ambos son indiferentes a esto, si es que acaso se puede decir que existan. Lee las teorías de Goldsmith y comienza a levantar el templo de nuevo, imitando, copiando, robando las veces que sea necesario.
68. Por ahora imagina que pasas a la historia con un libro escrito por otros, pero con tu firma.
69. Dios se sentirá seguro. Estará de vuelta. También la novela porque ya no tendrá que ser original como antes, al menos no en el mundo en el que vivimos, que es el de internet y el de los plagios.
70. La novela se vende en las máquinas expendedoras de los aeropuertos. Dios no se vende en las máquinas expendedoras de los aeropuertos. Dios es la máquina, ese detalle debes tenerlo presente al escribir.
71. Pero, ¿estás seguro de que quieres escribirme?, te pregunta la novela.
72. Cuéntame más sin que parezca más, responde Dios. Esa es una de las cosas más interesantes que la novela puede hacer.
73. A veces es el barco el que se hunde y tú eres el capitán, corriendo por la cubierta, desnudo, tras decidir que no vas a hundirte con el barco, que vas a salvarlo del naufragio, pero al final te hundes.
74. El barco, conmovido, regresa de su fascinación por las profundidades y te deja a ti ahogado, en el fondo.
75. Sería fácil olvidar que a veces el hundimiento salva al barco o al capitán. A veces uno o el otro recuerda esto cuando chocan de noche contra una roca.
76. Piensa en Nemo dentro de su submarino, visitando los tesoros sumergidos en todos los viajes de toda la historia. Así podría ser la biblioteca de las novelas inacabadas. Y piensa también en Julio Verne, un segundo antes de suicidarse (aunque nunca se haya suicidado), o un segundo después de que te suicides dentro de tu novela (aunque nunca la termines de escribir).
77. Luego vendrá un loco como tú y te pedirá que lo lleves después de muerto al sitio del naufragio.
78. El lenguaje que debes buscar es el que aparece antes de la pregunta. El leguaje que debes buscar es el que aparece después de la respuesta.
79. ¿Qué es lo que quieres de mí?, te pregunta la novela.
80. ¿Qué es lo que quiero de mí?, te preguntas a ti mismo.
81. Todo lo que hay dentro de mi vientre de borracho es sobre ti y tus circunstancias, te dice la novela.
82. Sus palabras parecen un truco para mantenerte leyéndola o escribiéndola, una gran mentira que parece (y es) verdad.
83. En la novela, las cosas verdaderas suelen pasar corriendo como niños cubiertos con sábanas, jugando a los fantasmas.
84. Ve a mi habitación y espérame, le diríamos a la novela. Y nos podríamos a llorar en nuestra habitación cuando llegásemos y viésemos que se marchó o que nunca ha venido.
85. Las novelas no aceptan bien las órdenes. No son soldados, ni meseros. Son malas en las labores del hogar y jamás van a pulir la platería. Eso te corresponde a ti.
86. Las novelas no esperan por nadie.
87. Las novelas son buenas, como niños o como niñas que juegan en la terraza, pero son poco fiables si las abandonas o cierras tus ojos.
88. Cheever dijo una vez de la novela que debería tener las cualidades de una carta. Pero, para quién y de quién, me pregunto ahora. No es una carta idéntica a lo que conocemos hoy como una carta, me digo. Y, sin embargo, este es el tipo de pregunta que, si te sentaras a responder, podría iniciar una novela.
89. Para la mayoría de las personas, las novelas son simples accidentes.
90. Solo que la sangre la pone el autor.
91. Despiertas en tu habitación después del accidente. Hay algo en tu mano y parece una novela.
92. Pero es una carta. O al menos se parece a una carta.
93. Junto a tu cama estás tú, el que escribe la novela, con disfraz, gorra, americana, vaquero roto, borracho y divertido. Esperando entender qué ha pasado.
94. La novela es entonces una carta de la novela al lector, dictada por el escritor al escritor.
95. Podrías preguntarle, ¿de qué tratas? Y entonces verías a la novela recular.
96. Voy a buscar un trago de alcohol y ahora vuelvo, te dice la novela.
97. La novela regresa días después... si regresa.
98. Para mí existes solo tú, no hay otro amante, te dice la novela, mintiendo.
99. Estás en la calle o asomado por la ventana de tu novela, gritando a los cuatro vientos que ella te traicionó, inseguro de cómo vas a seguir adelante sin ella, tu única novela.
100. La novela ya está de nuevo ante la puerta de tu dormitorio, esperando, desnuda, pero solo será por un momento. Ella es tan hermosa y (extra)ordinaria en su particularidad como arte que es imposible que no vuele y que no se convierta en la amante de todos los hombres y de todas las mujeres del mundo a la vez.
Es duro amar lo imposible, te dice en silencio, pero debes aprenderlo por ti mismo.

 


Dolan Mor nació en Pinar del Río, en 1968. Su libros publicados más reciente son Antología de Spoon Raven (Candaya, Barcelona, 2019) y En los extramuros de Zaragoza. Poemas escogidos (Verbum, Madrid, 2021). Este fragmento pertenece a la novela La máquina plagiadora (Verbum, Madrid, 2022).

De su nota de contracubierta: "La máquina plagiadora es una novela escrita por una mujer loca que permanece ingresada en un manicomio de Berlín. En sus páginas se narran los acontecimientos de una futura distopía donde tendrán lugar las manifestaciones del 11 de julio en Cuba (Abuc). Pero la narradora, que se presenta desde el inicio como una máquina inteligente, no lo hace de la misma manera en que se desarrollan las historias de una novela convencional, sino a través de la fragmentación de una no-novela. Para lograr su objetivo la máquina se apoya en las teorías de la escritura no-creativa de Kenneth Goldsmith, tomando como modelo el Libro de los pasajes de Benjamin (mezcla, por ejemplo, narraciones, ensayos, poemas, artículos de periódico, fotografía, denuncias solapadas, reseñas, etc.). Las técnicas de la pintura y del montaje en el cine son aplicadas en esta no-novela como si fuera un collage literario, y no son otras que las que usaron Picasso en Naturaleza muerta con silla de rejilla o Duchamp en la Fuente. Un libro inclasificable que anuncia una distopía mundial en el futuro y la sustitución de los autores por máquinas inteligentes."

Más información

Sin comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.